lunes, 11 de junio de 2018

Crece el «juvenicidio» en México a causa del crimen organizado



Escenarios
El asesinato sistemático de un amplio sector de la juventud lo constituye el que se incorporen a las células del crimen organizado. No creen en las instancias de procuración de justicia ni en la clase política, no hacen diferencias cualitativas entre un policía, un judicial o un narcotraficante, aseguran especialistas que estudian cómo en las estructuras del crimen organizado los jóvenes pueden desempeñar labores desde mensajería hasta la desaparición de cuerpos o sicarios.
En la preparatoria más de la mitad de los estudiantes ya ha desertado
El «juvenicidio» es el asesinato sistemático de la población joven y constituye un proceso de «desciudadanización» de jóvenes mexicanos que se incorporan a las células del crimen organizado.
El término de «juvenicidio» fue acuñado en 2012 por José Manuel Valenzuela Arce, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), partir de la publicación de su libro Sed de mal. Feminicidio, jóvenes y exclusión social, y de forma similar a como ocurrió con el feminicidio, llamó así a dicha problemática social en países latinoamericanos y otras partes del mundo.
En tanto que con la «desciudadanización», de acuerdo con Hugo César Moreno Hernández, investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), un ciudadano pierde sus derechos políticos, y esto comenzó a observarse a través de fenómenos migratorios en los que la población juvenil es uno de los sectores más afectados.
En el caso de México, advirtió, la «desciudadanización» es evidente en la forma en que se combate la delincuencia organizada. «Si mueren jóvenes en un enfrentamiento, el hecho ya los criminaliza y los coloca en otra situación en que el delito del que fueron víctimas no se va a perseguir», indicó.
Jóvenes y crimen organizado
Presentar un panorama sobre cómo se insertan los jóvenes en las estructuras de la delincuencia organizada y observar cómo este fenómeno se vincula con las circunstancias económicas y culturales del país, es el trabajo que desarrollan investigadores en Guerrero, Veracruz, Sinaloa y Ciudad de México.
Moreno Hernández aseguró que las investigaciones pretenden abonar teórica y empíricamente al estudio y comprensión del «juvenicidio».
«La inserción de los jóvenes en estas estructuras se hace de la manera más baja, son el eslabón más débil de las organizaciones, muy pocas veces llegan a ser líderes importantes o manejar recursos propios y se convierten en una fuerza de trabajo muy valiosa, pero muy barata», señaló.
Es a partir de entonces cuando da inicio el proceso de «desciudadanización», que implica procesos legislativos y políticos mediante los cuales se producen sujetos sin derechos y así los jóvenes pierden sus cualidades antropológicas como edad y raza, para convertirse únicamente en delincuentes.
Refirió que la «desciudadanización» no sólo se observa en el combate al narcotráfico, porque el crimen organizado abarca ya otros delitos como extorsión, secuestro, tráfico de personas, armas y piratería.
En esas estructuras, los jóvenes pueden desempeñar labores desde mensajería hasta la desaparición de cuerpos o sicarios.
Para documentar el proceso, los investigadores trabajan con jóvenes en reclusión; en otros casos, desarrollan trabajo en campo, como ocurrió en Tierra Caliente y Zihuatanejo, en el estado de Guerrero, y en Iztapalapa, en la Ciudad de México.
«Ahí las investigaciones son más de corte antropológico y se trata de comprender más los rasgos culturales que el dato cuantitativo», precisó el investigador.
Calificó de complejo el obtener datos cuantitativos en torno al fenómeno; sin embargo, mediante el monitoreo de homicidios en el país derivados de la operación de células delictivas, han observado que en el grueso de los asesinatos las víctimas tienen entre 19 y 30 años de edad.
«No hemos desarrollado una metodología cuantitativa que permita vislumbrar cuántos jóvenes están enrolados en las organizaciones delincuenciales pero el número de homicidios nos da una idea», indicó.
Precarización del sector juvenil
En tanto que para Valenzuela Arce, la presencia del crimen organizado y la respuesta que a partir de 2006 emprendió el Estado, ha resultado en la precarización de las vidas de jóvenes mexicanos.
«Los jóvenes son una parte central de las personas que están siendo asesinadas dentro de la violencia que estamos viviendo: más de 200 mil asesinados y 30 mil desaparecidos. Esto nos obliga, es parte de la apuesta investigativa, a tratar de entender qué es lo que está ocurriendo con los procesos vida-muerte juveniles», expresó.
Dijo que la precarización del sector juvenil es multifactorial, ya que inciden condiciones como el empleo informal y su baja remuneración, además de la educación, que funge como uno de los ejes centrales que enfrenta mayores desafíos.
«En la preparatoria, más de la mitad de los estudiantes ya ha desertado, la mayoría de los jóvenes persistentes que terminan una carrera universitaria no va a trabajar en lo que estudió y el desempleo es desproporcionalmente mayor en ese rango», subrayó.
A la precarización económica y social se suma el fenómeno migratorio, jóvenes que salen del país en busca de condiciones para desarrollar sus proyectos de vida.
«Se van a vincular esta precarización económica, una precarización social, una precarización de las instancias de justicia con su correspondiente precarización de los ámbitos de participación ciudadana», indicó.
Para Valenzuela Arce la conjugación de todas estas condiciones ha provocado en los jóvenes mexicanos la ausencia de confianza hacia las instituciones gubernamentales, lo que incluye los procesos político-electorales.
«De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2000-2005, los jóvenes no creen en las instancias de procuración de justicia, no creen en la clase política, no hacen diferencias cualitativas entre un policía, un judicial o un narcotraficante», apuntó.
Analizar para prevenir
Las investigaciones desarrolladas por Valenzuela Arce y sus colaboradores han documentado la precarización de la vida juvenil en México y los lamentables casos que terminan en muertes impunes.
«Es una realidad muy doliente lo que estamos viviendo en Latinoamérica y otras partes del mundo, es hacer visible esta situación de muerte, donde el asesinato ocurre de manera principal con la articulación de distintas formas de precarización social», expresó.
Explicó que no se trata solamente de observar la muerte en el sector juvenil como un dato cuantitativo, sino identificar las distintas situaciones que abonan a la precarización de sus vidas hasta llevarlos a un trágico final.
«Nuestra función no es contar jóvenes asesinados, nuestra función es estudiar, analizar, interpretar los escenarios que están generando, produciendo y reproduciendo esa muerte, para que no siga ocurriendo», asentó.
Fuente: Conacyt

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