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Calderón en el diario Reforma |
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Desde entonces se habla del cambio verdadero |
Luego
de exigir a las fuerzas armadas que dieran una explicación acerca de la
desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, el
dirigente de Morena, Andrés Manuel López, busca la manera de subsanar
su incontinencia verbal al anunciar este fin de semana que siempre ha contado
con el voto de los soldados –además de incluirlos en su ya larga lista de
beneficiarios como estrategia de compra de votos a pagar sólo con la
condición de triunfar en la elección presidencial de 2018– y que nunca utilizará
al Ejército para masacrar ni reprimir a los mexicanos… Del más reciente
embrollo en que se metió durante su estancia en Nueva York, al llamar
provocador al padre del joven Jorge Antonio Tizapa Legideño, uno de
los 43 estudiantes muertos en Iguala, sólo porque lo confrontó en la calle preguntándole
–lo que cualquier ciudadano ajeno a su sectarismo partidista le preguntaría
si pudiera– qué había hecho con los Abarca y con el entonces
gobernador Ángel Aguirre cuando estuvo en el PRD –al que jamás le
reprochó el asesinato de dos estudiantes de la Normal de Ayotzinapa (Inadmisible
tanta indolencia, que renuncie el gobernador) cometidos
en diciembre de 2011–, López salió bastante raspado como para que ahora
pretenda continuar con su campaña como si nada hubiera sucedido. Pero sobre
todo, sin volver a dar, como es habitual en él, ninguna explicación al
respecto, como nunca lo ha hecho en los turbios asuntos que lo han salpicado –ni
con su secretario particular, René Bejarano, cuando el vergonzoso
asunto de los video escándalos, ni el turbio manejo de recursos que
presuntamente hizo Martí Batres en Desarrollo Social durante la
gestión de Marcelo Ebrard en el gobierno capitalino, ni más
recientemente con Ricardo Monreal como delegado en Cuauhtémoc y sujeto
a una investigación por supuestos hechos de corrupción–…
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Con Lázaro Mazón, gran amigo de José Luis Abarca y coordinador de la campaña de Ángel Aguirre para la gubernatura. Después fue secretario de Salud de éste |
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José Luis Abarca y Ángel Aguirre, entrañables amigos |
Sin embargo, el affaire neoyorkino sólo vino a
confirmar la incapacidad del tabasqueño para conducirse con circuns-pección por
un moderado período de tiempo, sobre todo cuando desde hace mucho él ha sido
el único candidato –con su condición de persistente suspirante debido a la impunidad que le da su repudio a las
instituciones y leyes, así como el correspondiente temor para confrontarlo de
parte de los responsables de aquellas y de quienes deben hacerlas cumplir–, razón
de sobra para que tenga considerable ventaja sobre quienes aún ni siquiera han
comenzado una campaña formal de promoción personal como la que el tabasqueño
lleva. De ahí que no pase un día sin que López esté plausible, visible
y audible en los medios de difusión, a través de sus «increíbles» viajes por
el país y el extranjero, asombrosos traslados y muchos de ellos en avión,
obviamente, por aquello de que dice ganar sólo 50 mil pesos al mes como
presidente de Morena, además de lo que obtiene por las regalías de sus libros
(No tengo inmuebles ni tarjetas de
crédito), lo que significa entonces que se trata
de un logrero más del sistema –y del leviatán partidista– que como miles de
políticos, incluidos aquellos a quienes él ubica dentro de la mafia del
poder, ha podido vivir del presupuesto público durante años… El caso es que
para López y sus feligreses morenistas
la bandera de los 43 de Ayotzinapa –y el «vivos los queremos» y demás– perdió
validez tras del importuno incidente en Nueva York, al no poder seguir
colgándose del movimiento que trascendió fronteras y que ha concentrado la
tristeza, el dolor y la esperanza de los padres de los normalistas desaparecidos,
aun cuando en todo este tiempo estos desahuciados padres han rechazado el entremetimiento
de los oportunistas partidos políticos… En cambio, lo que no perderá vigencia
es ese desparpajo con que López afronta los cuestionamientos de
quienes no le rinden pleitesía como adalid de la honestidad valiente, para lo
que acostumbra echar mano de recursos acopiados en el manual de cabecera de comediante
ramplón del vodevil político, como resultan ser esos gags, dicharachos,
bufonadas y barrabasadas –como su alelado lo
que diga mi dedito– a fin de evadir situaciones embarazosas acerca de su
actuación partidista y el presunto encubrimiento, por ejemplo, que ha hecho
de turbios actores de la vida política como el ex alcalde de Iguala, José
Luis Abarca…
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José Luis Abarca y López en campaña del primero para la alcaldía de Iguala |
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Foto en familia como quien dice |
Cierto es que más allá de esa fotografía en la que se ve a López
con Abarca, ninguna averiguación lo ha involucrado en la desaparición
de los normalistas (aunque ya se sabe cómo se las gastan los de todas las mafias partidistas, incluida la de
Morena, para cubrirse las espaldas en situaciones difíciles), aunque el
señalamiento generalizado de quienes no ven a López como un apóstol de
la democracia, va en el sentido de que él le dio (o vendió, según los usos y costumbres en boga, cuando
mangoneó los asuntos electoreros en el PRD) la candidatura para la alcaldía
de Iguala, y después de la desaparición de los estudiantes nunca hizo ningún
pronunciamiento en contra de quien había sido su abanderado… Entonces no está
nada mal que el señor Antonio Tizapa le haya cuestionado, de paso, ese
misterioso silencio que López ha guardado ante los crímenes de los dos
normalistas en 2011 a Aguirre Rivero y al papel que jugó Abarca
en la desaparición de los 43 estudiantes tres años después… Sobre todo,
porque desde la candidatura del alcalde de Iguala se conocían los nexos de la
familia de la esposa de Abarca con el cártel de los Beltrán Leyva,
principalmente las operaciones de sus hermanos: Alberto, Mauricio
y Mario Pineda Villa (estos dos últimos ejecutados en septiembre del
2009 por traición), quienes formarían el cartel de «Guerreros Unidos»…. Así
que eso de «pero le tienen que reclamar al Ejército, a Peña, no a mí»,
no le queda. Y tan no le quedó que el pasado fin de semana tuvo que salir a
tratar de enmendar lo que afectó, como fue la alusión al Ejército acerca de
lo sucedido en Iguala… Pero insistimos, no deja de ser curioso cómo siendo el
único candidato a la presidencia, López vuelva a ser su peor enemigo
en una contienda que él comenzó desde que prácticamente concluyó el pasado
proceso electoral, debido a su autoritario talante de mesías trasnochado y de
poseedor de la verdad absoluta en un país donde la sociedad tiene hartazgo de
políticos y de sus corruptelas… Al tiempo.
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