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Participar políticamente significa tomar parte activa en las decisiones que afectan a una comunidad |
El Senado de la
República –en su lxiii Legislatura–
cuenta con 51 mujeres con o sin grupo parlamentario, lo que representa 39.8
por ciento del total de representantes en la instancia y posiciona a México
como el séptimo país en el mundo con mayor cantidad de mujeres en ese tipo de
organismos, lo que significa que «ya están cambiando las reglas», señaló
Georgina Cárdenas Acosta, investigadora del Centro de Investigaciones y
Estudios de Género (cieg) de la
UNAM.
Actualmente el peso de
la mujer en la Cámara Baja representa 42.5 por ciento del total de
integrantes, lo que refleja un avance importante en la incorporación del
principio de la paridad en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, pero aún falta trabajo por hacer para que su participación sea
determinante en la toma de decisiones, dijo.
«El principio de la
paridad en un sentido progresivo se ha armonizado en las diferentes entidades
federativas que ya están cambiando las reglas. Sin embargo, en mis
investigaciones he detectado que la paridad ha ayudado cuantitativamente,
pero no cualitativamente», explicó.
«La cuota de género y
ahora la paridad en la participación política de los contendientes, no es
suficiente cuando la toma de decisiones sigue concentrada mayoritariamente en
los hombres al momento de ejercer el cargo electo», indicó.
Cárdenas Acosta estudia
el fenómeno de la participación de las mujeres en la política mexicana y la
importancia de la presencia femenina en la toma de decisiones que influyen en
el regimiento del país.
Sus investigaciones ponen
especial énfasis en las mujeres de los gobiernos locales, desde sus inicios
como candidatas hasta que están en el ejercicio de funciones. El principal
objetivo es mostrar un retrato de la realidad política de las mujeres en
México a través de los resultados ofrecidos en su estudio «Presidentas
municipales en México: acoso y violencia política».
Mujeres
en cantidad, no necesariamente en calidad
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Georgina Cárdenas Acosta |
De acuerdo con el Centro
de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (ceameg), participar políticamente
significa tomar parte activa en las decisiones que afectan a una comunidad,
con la intención de lograr diferentes transformaciones que coadyuven a la
convivencia civilizada, a la justicia, bienestar colectivo y al ejercicio
democrático del poder.
Por ello, la
especialista consideró que los ejecutivos son espacios en los que las mujeres
tienen pocas posibilidades de llegar y un análisis a detalle descubre que el
poder no está compartido, el hecho de que lleguen mujeres a diferentes
puestos políticos no necesariamente representa a las mujeres o que la agenda
de género avance cualitativamente, incluso ha habido retrocesos.
«Un ejemplo –mencionó–
es la Ley General de Salud que con 42 por ciento de mujeres en la Cámara de
Diputados se aprobó la objeción de conciencia, con esto se dan dos pasos
atrás en lo que se había logrado, de un derecho de las mujeres a decidir
sobre su cuerpo en casos específicos de violación, eso tiene implicaciones
sociales en las entidades federativas puesto que violan los derechos humanos,
se supone que la ley tiene que ser progresiva».
Además, Baja California
y Baja California Sur han tenido escasa presencia de mujeres en los periodos
de 2005 a 2017, o Campeche que actualmente no tiene presidentas municipales a
pesar de la vigencia del principio de paridad, por lo que hay una segregación
electoral en cuanto a género.
La paridad en tiempos
electorales
Cárdenas refirió que en
esta elección uno de los principales retos de la paridad es que si bien las
mujeres llegan cuantitativamente con el fin de cumplir con la norma, desde
los partidos políticos pueden bloquear y promover mujeres con determinado
perfil, no necesariamente perfiles de mujeres que tengan una trayectoria
política, social, sindical o que hagan política comunitaria.
«Los partidos políticos
idean una serie de estrategias para contener el poder –explicó–, postulan a
familiares o mujeres con perfiles cómodos para que puedan declinar en las
presidencias municipales cuando ganan, eso lamentablemente sucede y demuestra
que la paridad posibilita un reparto igualitario de los espacios de toma de
decisiones, pero de poder no».
A nivel municipal, el
fenómeno de lo que se conoce como las «juanitas» se presenta con mayor
frecuencia y federalmente el tribunal dictó una sentencia conocida como «antijuanitas»,
una iniciativa considerada fundamental para la equidad de género en materia
político electoral.
Sin embargo, de acuerdo
con Cárdenas Acosta, es necesario tener cuidado con esa denominación, ya que
parece que recae en ellas la culpa de una estructura cultural y social donde
solamente han jugado en las estrategias de ser utilizadas para llegar a los
cargos.
«Cuando se designa un
distrito, municipio o una entidad federativa en la que se tiene que asignar
la candidatura con base en la paridad, llega a suceder que las familias en el
poder buscan contener ese poder en la familia y lamentablemente en ocasiones
se postulan mujeres parientes que no siempre tienen trayectoria en la
política o no son líderes reconocidas y se sacrifica a mujeres que sí tienen
la preparación adecuada para el cargo», mencionó.
Así, las mujeres en los
puestos en la Cámara de Diputados y Senadores tienen limitantes en el
ejercicio de su derecho a representar coordinaciones políticas, porque generalmente
no son coordinadoras de bancada ni tienen necesariamente las comisiones con
mayor prestigio, por lo que aún se refiere que el poder sigue concentrado en
manos de hombres.
¿Cómo se lograría una
verdadera equidad?
De acuerdo con la
investigadora del CIEG, es necesario generar una serie de mecanismos para que
haya equidad en las instituciones y que las mujeres estén representadas en
todas ellas, así como crear acciones, políticas públicas donde se reconstruya
la relación binaria de los sexos, que se deje de ver a las mujeres en un
espacio de subordinación para ver a las mujeres como las iguales.
Un señalamiento
significativo de las investigaciones de Georgina Cárdenas se basa en la
identificación de que los partidos políticos por los que son postuladas las
mujeres tienen una marca con ellas, es decir, sí tienen una agenda que cubrir
y se subordinan a lo que dicta el partido político.
«Ellas dan la cara, pero
quien toma las decisiones es el mismo partido al que pertenecen. Sí hay
feministas distinguidas en la cámara, pero no suman lo suficiente para hacer
el cambio y eso es lo que necesitamos», asentó.
«La importancia de la
participación femenina en la política es necesaria, pero se llama a que las
representantes también sean de calidad, que promuevan liderazgos
democráticos, transparentes, sujetos al escrutinio público, con gabinetes
paritarios y con políticas públicas que avancen a la equidad, por lo tanto es
una responsabilidad de hombres y mujeres porque beneficia a todas las
personas como sociedad», concluyó.
Fuente: Conacyt
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