domingo, 6 de marzo de 2022

Violencia en México terminó por reflejarse en la cancha de un estadio

Mercado Sobre Ruedas                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

 

| Realismo Trágico |

§  Linchamientos mediáticos de opositores al régimen desde la tribuna matutina del presidente, pasando por balaceras y fusilamientos a plena luz de día, derivaron en tragedia tras enfrentamiento de dos porras

¿Abrazos no trancazos?

Si los estadios de futbol habían sido vistos como válvulas de escape u ollas exprés, para desahogo de las cargas de presión de los individuos, lo sucedido la tarde de ayer en el estadio de Querétaro cambió la percepción que se tenía de los cosos del espectáculo deportivo debido a múltiples factores que derivaron en una fenomenal gresca con escenas dantescas por el enfrentamiento de fanáticos de dos equipos de la liga profesional mexicana.

La agresividad desmedida captada en cientos de videos y fotografías por testigos y que al momento inundaron las redes sociales, más que producto del encierro que por casi un año obligó la pandemia, con graves incrementos de violencia intrafamiliar y número de suicidios, además de la situación económica en México y el mundo, en la realidad se vive una agresividad jamás vista en las calles, pero sobre todo en la vida pública.

Una mujer de la empresa privada que tiene a su cargo la seguridad
en el estadio supervisa si tiene signos vitales uno de los agredidos

Los trastornos sociales que desencadenaron la sangrienta trifulca en el estadio de La Corregidora, son causa del clima de confrontación y violencia que vivimos los mexicanos, bien porque éste es propiciado por la verborrea tóxica de un mandatario desde Palacio, o por la guerra de los cárteles de la droga, particularmente la del Jalisco Nueva Generación y el del Pacífico.

Linchamientos mediáticos a diario de opositores al régimen desde la tribuna matutina, de todo aquel que se niegue a acatar los designios del aspirante a dictadorzuelo y que sistemáticamente viola la ley para imponer su criterio, así como balaceras y fusilamientos de personas en la vía pública y a plena luz de día, como el caso más reciente en San José de Gracia, Michoacán, independientemente de los descabezamientos y colgadura de cuerpos en puentes de Zacatecas, además de ejecuciones en Colima, Guanajuato y pare usted de contar, y los asesinatos de periodistas, han convertido al país con gobierno fallido en tierra de beligerancia.

Escenas dantescas como esta se repitieron ayer por todo el
estadio de La Corregidora

Si a eso se le aúna el flagrante desprecio del presidente por las víctimas de la conflagración, así como de su burla constante y menosprecio a los caídos en desgracia por tragedias como la de la Línea 12 o de desastres naturales –y cuya culpa atribuye invariablemente a neoliberales del pasado y fifís del presente–, el resultado no podía ser distinto en un país donde campea la corrupción –y a niveles que indican que ésta se da peor que antes–, pero, sobre todo, la que sobresale es la impunidad para todo incondicional y genuflexo al presidente.

Mientras la violencia va en aumento y la sociedad mexicana es presa del caos, para no variar, al presidente el hecho de ayer también le pasó de noche. Fueron los gobernadores de Jalisco y Guanajuato –qué detallazo de éste último al anunciar que suspendía su viaje a Europa por los acontecimientos del Corregidora, como si su estadía en la entidad fuera a servir de mucho para meter a la cárcel a uno solo de los rijosos–, además de los directivos de los clubes cuyos fanáticos estuvieron involucrados en la gresca, quienes inundaron la red social Twitter para condenar el lamentable hecho. En tanto que el presidente, fiel a su costumbre como anotamos, prefirió guardar silencio. Quizá hoy domingo nos vaya a salir con alguna babosada como las que suele decir, al pedir a los peleoneros que se prodiguen «abrazos no trancazos».

Al final entraron unos cuantos policías, pero ya que la
gente se había retirado del estadio

Porque hay que subrayar que ayer no hubo un solo policía en el estadio de Querétaro, situación inadmisible, por más que la seguridad corra por cuenta de una empresa privada; pero tampoco, a nadie de la directiva del club local se le ocurrió pedir la presencia de la policía o la Guardia Nacional en el lugar, lo que hubiese evitado que la confrontación se prolongara y cobrara más víctimas. Sin embargo, con eso de que al presidente no le gusta que haya represión, según dice, nadie quiso involucrar al gobernador.

Tampoco se puede pasar por alto el hecho de que la liga mexicana de futbol se negó a suspender los partidos que completarían la jornada sabatina, quizá para no afectar el negocio de los clubes que ya habían vendido boletos. Sin embargo, los directivos sí tomaron la decisión de suspender los partidos del domingo, aun cuando no tengan muy claro que medidas van a tomar luego de la tragedia. Si han sido incapaces de reaccionar a través de décadas de violencia en los estadios, en un deporte espectáculo que fue creado como para dirimir conflictos incluso bélicos, no creemos que con lo sucedido ayer a estos directivos de la noche a la mañana se les vaya a iluminar la sesera.

Porque, repetimos, la violencia ya no se circunscribe solamente a los estadios –aun cuando había indicios de que ésta iba a derivar en algo grave más temprano que tarde, como se pudo advertir durante el partido Atlético San Luis contra Tigres a fines de septiembre del año pasado, cuando también se registró un enfrentamiento entre aficionados en el estadio Alfonso Lastras–, la violencia está en la calle, en las ciudades, en los pueblos, en el campo, en todos los rincones del país producto de que un cártel de la droga es el que tiene la franquicia oficial tras de pagar con millonarias cuotas al gobierno federal la impunidad; pagos que no son de ahora (aunque en estos tiempos ya un presidente puede ir a saludar de mano a la mamá del narcotraficante más peligroso que ha habido en México), sino desde por lo menos el sexenio de Miguel de la Madrid.

Pero, sobre todo, la violencia está presente en Palacio Nacional con la charlatanería virulenta del presidente López, y lo está todos los días en el actuar de bandas criminales mientras el Ejército está ocupado en hacer negocios con obra pública o desempeñar chambas en el gabinete. No, la violencia no se detiene y se ve difícil que alguien vaya a pararla. Mientras tanto, vayan nuestras condolencias a los familiares de las víctimas de la tragedia en La Corregidora. Porque, ¿o qué también aquí van a ocultar los muertos?... Mientras lo del fiscal Gertz Manero no pase a segundo plano.

[Sergio Rojas]


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