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Los quelites han sido desdeñados por la población |
De acuerdo con el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval),
al cierre de 2014, la población en condiciones de pobreza en México ascendía
a 55.3 millones de personas. Asimismo, en su actualización más reciente de la
medición de la pobreza, señala que uno de los sectores más vulnerables es la
población rural. En ese contexto, precisa que al concluir el 2014, el
porcentaje de población rural en condiciones de pobreza era de 61 por ciento.
Uno de los indicadores
donde más se reflejan estos datos es el de acceso a la alimentación. Al
respecto, el mismo Coneval señala que el porcentaje de personas que
experimentaron carencia por acceso a la alimentación fue de 23.4 por ciento
el año referido.
Siendo la población
rural el sector con mayores índices de pobreza y pobreza extrema (40.5 y 20.6
por ciento, respectivamente), también significa el sector con más problemas
para el acceso a la alimentación. Ante ello, el doctor Julio Díaz José encabeza un proyecto a favor de la seguridad
alimentaria en la sierra veracruzana relacionado con la producción, el
consumo y el manejo de diferentes especies de quelites en la región de las
altas montañas en Veracruz, en particular en la Sierra de Zongolica.
Se trata del trabajo de
investigación denominado Recursos
bioculturales para la seguridad alimentaria que el investigador lidera
desde su posición como docente investigador del Instituto Tecnológico
Superior de Zongolica (itsz)
—que forma parte del Tecnológico Nacional de México—. Al respecto, el
investigador respondió.
¿En qué consiste su proyecto de investigación?
«Se trata de un
proyecto relacionado con la producción, el consumo y el manejo de diferentes
especies de quelites en la región de las altas montañas en Veracruz, en
particular en la Sierra de Zongolica. Este proyecto consiste en recuperar
especies de quelites que han dejado de ser consumidas en la región. El
proyecto parte de dos conceptos fundamentales que son biodiversidad y cultura
y de manera general estos dos conceptos parecen muy lejanos entre ellos; no
obstante, han coexistido durante muchos años, pues existe una correlación muy
importante entre ambos. En los últimos años, tanto la biodiversidad como la
cultura han sido objeto de múltiples amenazas, ante lo cual se ha acuñado el
término de diversidad biocultural, mismo que hace referencia a la
conservación de la naturaleza y del medio ambiente, pero también de la
cultura como una parte importante en la vida del ser humano».
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El investigador con algunos de sus alumnos que participan en el proyecto |
¿Qué es lo que se está haciendo para preservar las especies de
quelites y cuál es la relación de ello con la cultura?
«Partimos de
identificar diversas especies y en dicha tarea participan habitantes,
principalmente indígenas, de diferentes comunidades de Zongolica. Entre ellos
se encuentran alumnos del ITSZ, ya que la mayoría son de dichas comunidades y
hablan náhuatl y ello nos permite un mayor nivel de participación de las
propias comunidades. El primer paso radica en la identificación de las
especies, para lo cual hemos realizado recorridos en las diferentes
comunidades, preguntando qué consume la gente. Al hacerlo, identificamos que
los quelites, especies consideradas arvenses o ruderales, eran consumidos en
gran cantidad anteriormente. Sin embargo, su importancia en la alimentación
de las familias ha quedado relegada una vez que el conocimiento se ha perdido
con el paso generacional. Ante ello, lo que nosotros estamos buscando es que
el conocimiento tradicional, el conocimiento indígena se revalorice entre las
comunidades actuales de la región».
¿Cuáles han sido los hallazgos más relevantes de la etapa de acercamiento
con los pobladores de la región?
«Uno de los principales
hallazgos radica en la identificación de 17 especies de quelites, cifra muy
superior a las cinco que nos planteamos estudiar al delinear el proyecto a
nivel teórico. Esto representa una alta riqueza para el conocimiento, para la
biodiversidad y la cultura. Encontramos que hay comunidades que conocen
ciertas especies de quelites que nosotros desconocíamos, no sabíamos que se
consumían, pero cuando platicamos con las personas de las comunidades, sobre
todo las de edad avanzada, nos han proporcionado información muy valiosa
porque en algunos casos se trata de especies que deben ser rescatadas. El
conocimiento que tiene la población indígena sobre la naturaleza es
probablemente el recurso más importante para la conservación».
Luego de levantar la información e identificar la gran variedad de
especies de quelites, ¿cuál es el siguiente paso?
«El siguiente paso
consiste en levantar información sobre las formas de consumo de estas
especies que se sumaron a la lista, pero hacerlo a lo largo de las diferentes
comunidades de la región. Tenemos que identificar qué tanto se consume una u
otra, es decir, las frecuencias y la incidencia de consumo. Se trata de la
recolección de más datos cuantitativos y cualitativos que obtenemos al
entrevistar a las personas acerca de cómo preparan los quelites, qué especies
son las que consumen más, cuáles menos y, sobre todo, qué importancia tienen
para ellos en su alimentación, en sus tradiciones y qué tan importante les
resulta dejar esta información a sus hijos. Básicamente el trabajo está
encaminado, en esta etapa, a identificar su incidencia como elementos de
seguridad alimentaria en la región».
¿Cuál es el grado de avance de esta parte de la investigación?
«Al momento realizamos
una prueba inicial, hemos entrevistado a cerca de 150 personas, es decir, la
primera etapa del levantamiento sobe el conocimiento indígena, y estamos por
comenzar una segunda ronda de entrevistas pero las ampliaremos a las
comunidades que no hemos visitado para ratificar los datos que ya tenemos. Al
mismo tiempo, estamos tratando de difundir la información que ya tenemos entre
las propias comunidades y con ello pretendemos realizar ensayos para nuestro
siguiente paso, que básicamente consiste en la impartición de cursos de
educación ambiental. Ese es el siguiente paso, estamos sistematizando
información, imágenes, análisis de datos que nos permitan trazar los cursos
para llevarlos, en una primera fase, a las escuelas, ya que son los más
jóvenes quienes han perdido el conocimiento tradicional. Si uno visita las
comunidades, se encuentra que hoy día los niños se alimentan principalmente
de alimentos con alto contenido de azúcar (refrescos, galletas y muchas
harinas en general), lo cual ha repercutido sin duda en la salud de los
pueblos indígenas de la región. Al respecto hemos detectado una alta
incidencia de problemas relacionados con enfermedades como diabetes y otros
males asociados a esta enfermedad».
¿Cuál es la relevancia de recuperar el consumo de quelites ante
dicho escenario?
«Creemos que una de las
causas en los problemas de salud de las comunidades indígenas en esta región
es precisamente el cambio del patrón alimentario. Parte importante de la
dieta de los indígenas antes de la llegada de los españoles eran los
quelites. Cuando llegan los españoles y traen consigo nueva alimentación, la
dieta de nuestros antepasados cambia y definitivamente el cuerpo lo resiente».
Además del levantamiento de encuestas, ¿qué otras acciones contempla
el proyecto?
«Hemos comenzado
también el levantamiento de ejemplares de quelites en la zona, los hemos
clasificado. En torno a esta parte del trabajo, uno de los hallazgos más
relevantes ha sido que la coexistencia entre diversidad y cultura es hasta
cierto punto dependiente. Al entrevistarnos con las comunidades nos indican
que la población de quelites ha ido disminuyendo y esto obedece a que han
dejado de consumirlos. Ellos mismos señalan que al no consumirlos, tampoco
los preservan. Al perder importancia culinaria (cultura), sencillamente no se
cuidan estas especies y, por tanto, algunas empiezan a ser escasas. Es relevante
porque hay que recordar que la biodiversidad y la cultura van de la mano,
están relacionadas y muchos de los terrenos, cuando menos en esta zona, están
en manos de las comunidades indígenas».
¿Cómo se verá materializado este proyecto?
«Estamos realizando
diferentes materiales, obviamente de acuerdo con nuestro tipo de audiencia.
Para la comunidad científica, estamos produciendo artículos; mientras que
para las comunidades estamos realizando infografías que les permitan
identificar e informar acerca de las especies comestibles. Asimismo, les
estamos generando recetarios tradicionales, es decir, materiales que les
permitan visualizar la importancia de mantener estos recursos y cómo es que
ellos pueden significar una solución a sus problemas de seguridad alimentaria
y de pobreza extrema, material que les acercaremos a través de charlas y
talleres».
¿Cuáles son los planes a futuro para este proyecto, cuáles sus
siguientes pasos?
«El proyecto tiene
diferentes vías de acción, ya que se trabajan además de quelites, en maíces
criollos y silvoentomofagia (líneas alternas que están a cargo de otros
investigadores aquí en el tecnológico). En su conjunto, estas líneas de
trabajo forman parte de un proyecto mayor que pretende entender la
biodiversidad, entender su relación cultural con las comunidades indígenas y
aprovechar el conocimiento para dar solución a problemas como la seguridad
alimentaria de la región. Queremos trascender a través de trabajos
transdisciplinarios donde lleguemos a todos los actores involucrados
presentes en la región para que participen de manera activa en temas de
educación, conservación y hasta producción. Lo importante es dejar claro que
todos los que nos encontramos en esta región, tenemos diferentes perspectivas
y valores acerca de la naturaleza, el agua, el suelo, los alimentos; y esa
diversidad hace que estos estudios sean complejos. Finalmente, quiero decir
que esta idea de trabajo surgió a partir de la iniciativa de la Plataforma
Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes), en la que soy becario joven
investigador, y junto con otros investigadores de todo el mundo se realiza la
evaluación de los servicios ecosistémicos a nivel global, que permita
proporcionar herramientas para la toma de decisiones en el tema de
biodiversidad y bienestar humano».
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En agosto de 2013 el
Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM subrayó la necesidad
de revalorar los sistemas agrícolas tradicionales, pero sobre todo rescatar
la riqueza de las cocinas mexicanas para incorporarlas a nuestra vida diaria
y buscar soluciones regionales, como en el quelite, de alto valor nutrimental…
En un comunicado, Luis Alberto
Guadarrama, también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (amc), destacó el trabajo del equipo de
los doctores Edelmira Linares y Robert Bye, investigadores del
Instituto de Biología de la UNAM, quienes desde hace 30 años se dedican al
estudio y clasificación de los quelites, valiosos por sus propiedades
nutrimentales… Señaló que en México, 46 por ciento de la población vive en
pobreza y de esa cifra 10 por ciento está en pobreza extrema, la cual incluye
a las personas que sufren tres o más carencias sociales y un ingreso menor al
costo de la canasta básica, lo que indica que 11.5 millones de personas no
tienen acceso a alimentos en cantidad y calidad suficientes… Planteó que el
verdadero problema de la precariedad alimentaria en México es que se ha
adoptado, primero de manera económica y luego cultural, el modelo de consumo
de países occidentales que ingieren en su mayoría proteína animal… Explicó
que el trabajo de Linares y Bye se orienta inicialmente al campo
etnobotánico. «Estamos iniciando trabajos de distribución por cultivos,
dinámica poblacional, sus características como colonizadoras, situación que
permite entender su proceso evolutivo debido al disturbio y manejo del
hombre, bajo diferentes agroecosistemas»… Agregó que en México existen
alrededor de 500 especies de quelites, consideradas en el grupo de las
verduras. Su composición nutrimental es similar a la de la zanahoria y la
col, entre otras. Están compuestos por 75 por ciento de agua y 25 de hidratos
de carbono, fibras y pequeñas cantidades de lípidos… Casi todas las dietas
elaboradas con base en carne y grasas traen no sólo el problema de sobrepeso,
sino también algunas enfermedades crónicas, como la hipertensión, por lo que
necesitamos un mejor equilibrio de nutrimentos. Así, la chaya, el huauzontle,
la malva y los romeritos, un tipo de quelites, son muy ricos en proteína,
tanto que pueden llegar a sustituir a la de la carne… Los quelites tienen
vitamina A, que favorece el crecimiento y protege la vista; C, que asegura la
resistencia de las paredes de los vasos sanguíneos y favorece la
cicatrización, y B2, que incrementa el metabolismo de los carbohidratos y
grasas. Por si fuera poco, también aportan minerales como calcio, potasio y
hierro, de suma importancia para la regulación cardiaca o la generación de
glóbulos rojos en la sangre, señalaron especialistas del Instituto Nacional
de Nutrición Salvador Zubirán consultados por el diario La Jornada… Sin embargo, de las 500 especies que existen,
conocemos menos de 30… Pensando en las comunidades pequeñas y rurales, una
posible solución para el problema alimentario es la milpa, porque es un
ecosistema complejo en el que existe simbiosis entre las especies animales y
vegetales, y la combinación ayuda a controlar plagas y enfermedades. El
quelite es parte de este ecosistema que podría proporcionar la seguridad
alimentaria que necesitamos, concluyó Luis
Alberto Guadarrama.
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Hombre recolectando quelites. Códice Florentino |
Al decir del doctor Robert Bye y la maestra Edelmira Linares en su estudio Los Quelites, plantas comestibles de
México, el nombre de quelite se deriva del término náhuatl quilitl, que ha sido interpretado como
«hierba comestible o verdura»… De las 25 mil especies de plantas superiores
que existen en México, alrededor de 500 son consideradas como quelites en el
sentido amplio del concepto… Los quelites se consumen de muchas formas.
Algunas hojas y tallos se comen crudos. Otros se cuecen o fríen ligeramente y
se combinan con sopas, tacos, quesadillas, pinole o esquites. En algunos
platillos constituyen el componente principal, pero también puede ser el
condimento que proporciona diferentes sabores y aromas… En las zonas rurales
los quelites frescos se consumen al inicio del ciclo agrícola, cuando termina
la época de sequía y comienzan las lluvias. Muchas de las hierbas espontáneas
que retoñan con la nueva humedad del suelo son comestibles. Comúnmente este
periodo corresponde a la merma de los alimentos del ciclo agrícola anterior.
Por lo tanto los retoños verdes, ricos en proteínas, minerales y vitaminas,
son bienvenidos a sumarse a la dieta para la subsistencia del campesino y su
familia hasta que los cultivos principales sean cosechados. También se
consumen como condimento o con propósitos medicinales… La función cultural de
los quelites en el México prehispánico se refleja en su importancia ritual.
En el siglo xvi, Sahagún describió el huauquiltamalcuzliztli, ceremonia
renovadora que se celebraba en el mes de enero, la cual se festejaba con
tamales de quelites (quiltamalli).
Aunque esta ceremonia no se practica más, posiblemente la sincronía entre los
rituales aztecas y europeos con quelites se puede observar en las comidas de
cuaresma… Al decir de la maestra Delia Castro Lara, coordinadora de la
organización Red Quelites, estos forman parte de una alternativa para la
seguridad alimentaria debido a su alto valor nutrimental (mayor al de la
lechuga o las acelgas, más comunes en la dieta), además de que su precio es
muy económico. Es lamentable que en la actualidad esas especies vegetales
sean poco valoradas… «Ante el incremento en el precio de los alimentos y la
pérdida de soberanía alimentaria, la opción es retomar las verduras mexicanas
(quelites), usadas desde tiempos prehispánicos, que poco a poco fueron
desplazadas por otras verduras introducidas por los españoles, como acelga,
espinaca y lechuga»… Entre los factores fundamentales para la pérdida de
presencia en la dieta mexicana tradicional, está el desprestigio que estas
plantas tienen como alimento para la gente pobre, los cambios en los hábitos
de consumo y la sensible ausencia de tierras para su cultivo, ante otras
prioridades como el desarrollo de zonas habitacionales… Responsable de la
compilación Especies vegetales poco
valoradas: una alternativa para la seguridad alimentaria, libro editado
por el Instituto de Biología de la UNAM, en el que también participaron Luz María Mera Ovando y Robert Bye, dijo que entre los
beneficios de estas plantas se encuentran su alto contenido en fibra,
vitaminas C y D, hierro y potasio en cantidades mucho mayores que las
verduras europeas, además de que su forma de cultivo se da dentro de la milpa
como segunda o tercera cosecha; es decir, no hay que invertir en su cultivo
porque los insumos que se utilizan para la milpa se usan para ellas, de ahí
que resulten más económicas que otras verduras… «Se pueden preparar como
entremeses, empanadas y pastes, hay quintonil confitado (hojitas
cristalizadas). Se pueden usar en ensaladas frescas y sopas, y una gran
variedad de guisados, desde los más sencillos hasta lo más elaborados, como
lasaña de quintonil»: refirió.
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