| Metrobús en la estación del Metro Tláhuac. Nula demanda |
La operación del Metrobús en la Alcaldía Tláhuac con trayecto a la estación Atlalilco de la Línea 12 desde el pasado lunes, no fue de mucha ayuda para quienes deben
transportarse a otras demarcaciones de la Ciudad de México como en un principio debió suponer la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.
Tras de la tragedia que significó el derrumbe de
la trabe de la Línea 12 en Los Olivos el pasado tres de mayo, con el consecuente malestar de
la población de Tláhuac debido a que la muerte de 26 usuarios de la polémica línea
dorada se pudo evitar si los gobiernos de dizque izquierda no hubiesen estado acostumbrados a mirar a los tlahuaquenses como ciudadanos de cuarta, la
señora Sheinbaum intentó resarcir el problema de movilidad con el Metrobús.
Para ello, la jefa de gobierno sacó recursos de
donde pudo para habilitar un carril en la ya de por sí conflictiva y angosta Avenida
Tláhuac, a fin de que por ahí transitara el Metrobús. Sin embargo, lo único
que consiguió fue empeorar la movilidad de miles de tlahuaquenses que, con toda seguridad, le van a pasar factura a los candidatos de su partido Morena el próximo
seis de junio.
En resumidas cuentas, y de acuerdo con lo visto, además de testimonios de vecinos en Noticiudadana, la gente no necesita el Metrobús, al menos no sobre Avenida Tláhuac para desplazarse de la estación
base del Metro a la estación Atlalilco de la Línea 12. El Metrobús resultó un estorbo y los recursos que fueron invertidos en la habilitación del carril y de paraderos, simplemente fue dinero tirado a la basura.
Antes de la tragedia ocurrida en la Línea 12 el tiempo en que se cubría el trayecto de la estación Tláhuac a la estación Mixcoac era de 45 minutos.
Posteriormente, quienes optan por subir a una unidad del
RTP emplean, para cubrir el tratyecto de la estación Tláhuac a la estación Mixcoac, el tiempo de una hora con 15 minutos.
En cambio, si se suben al Metrobús, requerirán de una hora con 15 minutos nada más para llegar a la estación Atlalilco, y si desean continuar el viaje a Mixcoac, tras de hacer el
transbordo correspondiente a un RTP, deberán esperar a que alguna de estas unidades que llegan a Atlalilco no venga con
sobrecupo. Porque la mayor parte del pasaje abordó el RTP desde el
inicio del trayecto, esto es, en Tlaltenco.
El caso es que el tiempo empleado para cubrir la
distancia de la estación Tláhuac a la de Mixcoac en Metrobús con el consiguie nrte transbordo a un RTP es de dos horas con 15 minutos.
El trayecto, recordamos, se podía hacer en la Línea 12 en 45
minutos, de ahí que sea más que entendible el malestar de la población de Tláhuac contra los representantes de los gobiernos de izquierda, quienes sólo han visto a esa demarcación con signos de pesos.
Por si fuera poco, el Metrobús complicó aún más el tránsito vehicular de Avenida Tláhuac, en perjuicio de la movilidad de
más o menos unas cien mil personas que deben por necesidad desplazarse por
esa vía en un sentido u otro la mayor parte del día.
Otro inconveniente del Metrobús es su peso, por lo
que tal y como sucedió al principio de su operación sobre Avenida Insurgentes,
en la Avenida Tláhuac ya comienza a fracturar y de forma severa el pavimento
del carfril confinado.
No va a transcurrir demasiado tiempo para que sea
obligado levantar el pavimento y reemplazarlo por concreto hidráulico. Esto, claro está, si la jefa de gobierno todavía va a tener ganas de que continúe la operación del Metrobús sobre Avenida Tláhuac después del desencanto que le signifique, a ella
y al presidente Andrés López por supuesto, los resultados del seis de junio.
Porque entonces la señora Sheinbaum podrá echar mano del sobado
recurso de que no hay presupuesto para llevar a cabo ese
tipo de obra sobre el carril confinado del Metrobús.
Resultó ser, pues, este Metrobús, otra pifia
más a las que están acostumbrados en Tláhuac sus pobladores, por parte de quienes a través de los años se han significado por integrar la legión de oportunistas logreros que han perpretrado en Tláhuac millonarios negocios con el pretexto de la obra pública. Sus nombres conforman una larga lista de vividores de la política partidista y del servicio público que operan desde mucho antes de la época de los de la honestidad
valiente con su rayito de esperanza
en la jefatura de gobierno de la capital del país transmutaran en la polémica 4T nacional, los mismos cuyas trapacerías y torpezas están encubiertos con un manto de cínica impunidad.
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