El
aumento de la violencia en el estado de Tamaulipas ha modificado la ruta de
los migrantes centroamericanos hacia los Estados Unidos, por lo que ahora la
ciudad de Monterrey se ha convertido en una de las últimas paradas de la «ruta
del migrante», aunque también se unge como nueva ciudad receptora.
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Francisco, en el asilo de migrantes Casa Nicolás |
El llamado «sueño
americano» que emprenden año con año cientos de miles de centroamericanos,
provenientes principalmente de Guatemala, Honduras y El Salvador, de acuerdo
con un reporte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ha cambiado de
destino, debido a que poco a poco las condiciones políticas y culturales actuales
de Estados Unidos dejan de ser tan atractivas como solían serlo, por lo que
Monterrey, una de las últimas paradas de la «ruta del migrante», se unge como
nueva ciudad receptora.
Anteriormente, uno de
los caminos recurrentes por los migrantes centroamericanos consistía en
entrar por Chiapas o Tabasco, subir por Veracruz, atravesar Tamaulipas y, posteriormente,
cruzar la frontera para llegar al país del norte. Sin embargo, el aumento de
la violencia en Tamaulipas ha hecho que la ruta se desvíe de dicho estado
hacia Nuevo León.
De acuerdo con el
Instituto Nacional de Migración, de 2014 a 2016, el número de «personas
rescatadas» (entendidos como los extranjeros censados por la autoridad con
situación migratoria irregular) aumentó en 400 por ciento, al pasar de mil
357 migrantes en 2014 a cuatro mil 215 en 2016.
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Marlui (Honduras) en el asilo de migrantes Casa Nicolás en colaboración con un artista regiomontano |
Del «sueño americano» al «regiomontano»
La especialista en temas
migratorios y doctorada en ciencias sociales por el Instituto Tecnológico y
de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Alma Lara Ramírez, ha estudiado
por varios años el fenómeno en Nuevo León, pero enfocándose en los migrantes
que deciden quedarse a radicar en el área metropolitana de Monterrey,
principalmente en su calidad de vida y capacidad de adaptación.
«México no se concibe
como un país de inmigrantes, sino como uno de emigrantes. Aunque los
principales flujos sí son para llegar a Estados Unidos, en tiempos recientes
hemos visto cómo el país ha dejado de ser un territorio simplemente de
tránsito, para convertirse también en uno de destino», señaló.
Y siendo Monterrey la
urbe más grande de los estados fronterizos, aunado a la baja tasa de desempleo
de la entidad, las mediciones cuantitativas son sustituidas por las
cualitativas, para entender cómo es la adaptación a la cultura, al empleo y a
la situación económica de la región.
«Las cifras indican que
casi 70 por ciento de los migrantes que llegan a Nuevo León sí lo ven como un
lugar de paso, en su camino hacia Estados Unidos, pero el otro 30 por ciento
encuentra en el estado condiciones propicias para quedarse a residir. Por eso
hablamos del ‘sueño regiomontano’», dijo.
Tejer redes, vía para la inserción social
Una vez que los
migrantes llegan a Nuevo León, principalmente al área metropolitana de
Monterrey, las dificultades de traslado desaparecen, pero las complicaciones
pasan a ser otras. Desde cómo relacionarse con la gente, hasta cómo conseguir
trabajo. Por eso, Lara Ramírez resaltó que las redes entre migrantes y
habitantes locales es la clave para una incorporación más sencilla.
«Es importante que
desarrollen redes –indicó– para poder incorporarse a la cotidianidad de la
ciudad. Por ejemplo, si tienen pareja o si establecen una familia. Ahí
depende de la estrategia que cada quien desarrolle. Además, en el ámbito
laboral esto también cuenta, porque en la ciudad podemos observar cómo muchos
contratistas llegan a las casas de migrantes para buscar mano de obra, y así
es como inician algunas redes».
Desmitificando el perfil
migrante
Debido a las muestras
cuantitativas sobre el perfil de los migrantes promedio, así como de cierta
construcción social sobre su imagen, el retrato cognitivo de este grupo
poblacional ha sido dejado en segundo término. Sin embargo, su estudio
adquiere relevancia cuando no solo son viajeros de paso, sino residentes en
potencia.
«Se pueden analizar las
condiciones estructurales de los países, que son el marco donde suceden estos
hechos. Pero también hay que ver las acciones de los sujetos, ver su
capacidad de acción. Siempre se ha retratado su imagen como que no tuvieran
capacidad de acción, pero la realidad es que toman decisiones de valor o,
como se dice en la sociología, de agencia», puntualizó.
Fuente: Conacyt
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