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Comensales detenidos por la razia instrumentada por policías de la SSP capitalina. Foto de Facebook |
A
Raymundo Collins se le siguen
acumulando problemas por su incompetencia para estar al frente de la
Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México…
Resulta
que en uno de esos operativos que en la dependencia a su cargo suelen
organizar jefazos de la corporación policiaca un día sí y otro también, como
para ver cuánto sacan de ganancia al día en el ocaso del año de Hidalgo, cual vil pandilla de
la delincuencia organizada (aunque uniformada), en lugar de velar por la
seguridad de la población, la noche del viernes elementos comandados por un
tipo que dijo llamarse Israel Rodríguez
privó de su libertad a la periodista Socorro
Valdez Guerrero y a su hija, junto con otras personas a las que, de
acuerdo con el testimonio en facebook de la comunicadora,
fueron golpeadas, jaloneadas y humilladas, y lo que es peor –ahora que con
motivo del albañil muerto en Tláhuac por elementos
del sector Mixquic al que han calificado de delincuente para justificar su crimen–, nos damos cuenta que
los policías de Collins son muy
buenos para presuntamente sembrar armas y crear escenarios al antojo del jefe.
Porque
resulta que en el mentado operativo que instrumentaron elementos de la SSP
en la unidad Vicente Guerrero de la delegación Iztapalapa, el sujeto de
nombre Israel Rodríguez al ver
que la periodista exigió el respeto a sus derechos (como lo debe hacer cualquier
ciudadano) y se resistió a que junto con su hija fueran detenidas mientras
se encontraban en una taquería, al parecer habló de «cuadrársela»
a la periodista, esto es, inventarle delitos. Cosa que hicieron también en
las agencias del Ministerio Público dependientes de Edmundo Garrido, el procurador capitalino.
Lo
anterior confirma que algunos elementos de la policía de la Ciudad de
México se han vuelto de alto riesgo para la sociedad, debido a que actúan
como chotas al servicio de grupos
criminales, como sucede con las policías de varias poblaciones del país, lo
que vuelve más insegura la situación para los ciudadanos que deben
transitar de noche por calles y recovecos de la capital.
Por
ello, la periodista Socorro Valdez
–a quien le expresamos nuestra solidaridad y nos sumamos a su enérgica
protesta por la impunidad, descaro y corrupción con que se desenvuelven algunos
elementos policiacos de la Ciudad de México, dirigió una carta abierta a Raymundo Collins como titular de la
SSP, y a Edmundo Garrido,
procurador capitalino misma que a continuación transcribimos:
«Sé
de su preocupación. De esas llamadas de aliento, de esa impotencia, y sobre
todo de esa solidaridad. Va mi ¡No silencio! Mi no complicidad de callar
excesos. Y ¡Gracias! Gracias, porque no cerrar la boca, ayuda a erradicar
la metástasis en la justicia. A no permitir víctimas ni dejar se victimicen».
«C.
Secretario de Seguridad Pública de la CdMx,
Raymundo Collins y Edmundo Garrido, titular de la PGJCdMx.
«¡Ya
estamos en libertad! Sí, después del ‘paseo por tres agencias del MP’.
Después de llevarme con mi hija esposada e intentar ‘cuadrármela’. Palabra
no mía, pero que sabía era fabricarnos delitos. Era un lenguaje que se creía
obsoleto, una expresión de quien intentó grabarme en la agencia IZP2, a
quien no se lo permití, y el que ordenó esposarme a mí y a mi hija. El que
ordenó me sacaran de ahí, y llevarnos a otra agencia. Llovía fuertemente y
nos llevaron después de ese operativo en vía pública en la Vicente
Guerrero, en Iztapalapa, después a otra agencia, de otras agencias. Nos
separaron del resto de los detenidos. Todo fue tan rápido, tan excesivo, tan
sorpresivo y tan humillante.
«Ahí,
en IZP2, se dijo Israel Rodríguez,
responsable del abusivo operativo. Nos detuvieron junto con otros; mujeres
y hombres a los que también golpearon, jalonearon y humillaron. A todos nos
insultaron. Se ensañaban con unos y sacaban el miedo en los más jóvenes.
Una que por temor se orinó. Yo gritaba, hay un error, se están equivocando,
¡soy periodista y vengo con mis hijas! Parece que eso enfureció más a
policías, sobre todo a las mujeres. Insistí en que dejarán a esa jovencita
que lloraba y estaba esposada. Me volvía a identificar de palabra. Les
advertí su error con nuestra detención y la de otros. Me obligaron a
callar, me aventaron, me mandaron de nalgas al piso. Mi chamarra se había
atorado al subirme y mi hija había quedado descalza cuando también la
jalaron de los cabellos para subirla.
«Pero
logré hablar ya detenida con el titular de Comunicación, Octavio Campos. Logré mandar
alerta, porque él parecía dormido y poco consciente. Prometió me hablarían.
Le informé de esa equivocación, de esos abusos, del error, de los golpes,
del operativo. No le importó a nadie. Quisieron arrebatarme el celular las
mujeres policías; me aferré a él, lo sujeté fuerte; me ordenaban dárselos,
me empujaban.
«Quería
alertar ante lo incierto, ante no saber porqué nos detenían, era informar
mi ubicación. Decir de la detención. Había incertidumbre y desconcierto;
gritos e insultos. Era un caos en ese camión repleto de detenidos. Ya no
cabía nadie. Mi hija y yo, íbamos en el estribo, flanqueadas por dos mujeres
policías, los demás cuidaban a los otros. No tuve miedo, lo confieso, había
enojo, impotencia de no saber en manos de quienes estábamos, del porqué ese
operativo, ese abuso.
«Yo
intentaba calmar a mi hija, darle valor. Estaba preocupada por su hermana,
estábamos preocupadas, no sabíamos de ella. Solo habíamos visto que la
inmovilizaron del cuello, que la cargaban para llevársela. Señor Secretario,
no tenía temor, había rabia, tengo coraje por esa ilegalidad; esa detención
absurda de quienes solo comíamos tacos y mi hija compraba jugos. Pero ahí
llegaron sorpresivos, ellos, y ellas. Sin ton ni son detuvieron e
inmovilizaron; de lejos vimos la acción, porque nosotras –mi otra hija y yo–
aún comíamos tacos.
«Llegamos
corriendo y exigí la soltaran, la golpeaban y luego se fueron contra la
otra y les gritaba, ¡Se están equivocando, suéltenla, es mi hija! Todo era
un caos, y ¿Dígame, secretario qué haría, cuál sería su reacción si golpean
a sus hijas; si las detuvieran sin motivo? Nos subieron, nos llevaron
detenidas y no sabíamos ni a dónde ni por qué.
«Una
estaba cerca de mí, de la otra no sabíamos nada. No sabíamos de su destino
ni la veíamos en un camión repleto de detenidos. Preguntábamos por ella,
gritábamos su nombre y nos obligaban a callar. Era un abuso en ese autobús
blanco, sin logotipos. De verdad que impotencia, que rabia; que irresponsabilidad.
Qué errores tan burdos, tan absurdos, tan de delitos
«¿Cómo
puede secretario permitir tanto abuso? De verdad, ¿cómo? ¿Por qué permite
que por no dejarnos de excesos y abusos de sus policías, de un error, de
golpes contra mis hijas, contra mí, nos hayan detenido? Sí, detenidas y esposadas,
como delincuentes. Y luego sólo las dos, mi hija y yo, de un juzgado cívico
al Ministerio Público por no dejar que nos grabaran. ¡Ya valiste... Llévatela,
detenla, le gritaba un tipo en la agencia IZP2 a una policía; espósala, te
la voy a cuadrar!
«Nos
sacaban con las manos hacia atrás, sujetadas y esposadas. Y nos llevaban a
otra agencia, antes nos bajaron y atravesamos la calle, nos ordenaban
pararnos y voltear ante las cámaras de video públicas para que comprobaran
que nos leían nuestros derechos. Ahí en esa avenida cerca de San Lorenzo.
Unos derechos que tuvieron que escribirle a la policía, porque no se sabía
el ‘guión’, no leía bien. Se trababa. Salíamos de la Vicente Guerrero a
Ermita Iztapalapa, de ahí a San Lorenzo, para encerrarnos por supuestos
delitos cometidos. Sí, íbamos detenidas, ahora en una camioneta, y ¿por qué?
Insisto, para ‘cuadrarnos ¡delitos!’,
sí con esas palabras, lo afirmaba a quien puedo identificar, señor
procurador, a quien quiero identificar. A quien no debe administrar
justicia. A quien tartamudeando y al borde del desquiciamiento se dirigió
primero a mí y luego a mi hija, si, ‘¡Tú, tú, tú, tú! Por... Por... Por lesiones,
también te vas!’
«Nos
subieron esposadas, y él ya dejó solas a sus oficiales y se acobardó, no
fue con ellas ni me la ‘cuadró él’, sino ellas, sus oficiales mujeres,
señor secretario Collins. Acusaban resistencia a la autoridad y a particulares.
Así del juzgado cívico a una agencia del MP y luego otra, de IZP2, a IZP8,
(ahí no nos recibieron ni les aceptaron sus mentiras) y luego a IZP6, donde
su personal señor procurador quiso persuadirme; quiso hasta que bajara mi
nivel de voz. Ahí, donde nos acusaron sus dos oficiales mujeres señor
secretario de Seguridad. Sí, ante personal de esa agencia. Y ellas, las
uniformadas se victimizaban se decían con lesiones, y acusaban a mi hija,
me acusaban y decían resistencia a la autoridad y ahora hasta ultraje. Uf,
que ignorancia, ¡Ultraje! Y después deseaban negociar.
Y
¿Usted qué haría? Yo, quedarme hasta las últimas consecuencias, pero sola,
no con mi hija, y querían a las dos, para presionar. En esa agencia, su personal
procurador, argumentaba si eso quería para ella, para mi hija, para ella
que era joven. Y defendía a más oficiales. ‘No son payasos, y aseguraba sin
comprobarle sus lesiones’. Se hacían una sola, ante un error, ante un
operativo abusivo; uno que no fue mío, no fue de ella, fue de su personal,
sí, de su personal sin capacitación que arrasaron con inocentes, que
golpearon por un operativo fallido contra quienes estaban en la vía pública.
Contra quienes pudieron agarrar ‘sin ton ni son’. Contra quienes, como mis
hijas y yo comíamos tacos. O salían de la tienda de comprar. Eran ellos, policías
uniformados, mujeres y hombres, que ahora acusaban a inocentes de lesiones,
de resistencia a la autoridad y a particulares.
«Pero
ahora, ellas querían negociar hasta el ‘ultraje’, querían un acuerdo de no
denuncia penal ni civil. Ahora era sólo yo y mi hija, a quienes querían fotografiar
como delincuentes y de quienes tenían nuestros datos personales. Mi copia
de elector. Uf, que abusos. Y sigo sin miedo, y sigo con rabia. Hay coraje
de tanta impunidad. De tantos excesos; de un viaje por agencias del
ministerio público, sin acusación, sin cometer delitos y ¿ahora acuerdo, un
acuerdo para no proceder legalmente, para no civilmente contra mujeres policías
y ¿creen procurador y secretario, que hay que guardar silencio; que hay que
solapar excesos y abusos?, ¡no señor secretario! ¡No señor procurador! Hay
un responsable de un operativo, hay responsables en sus agencias del MP.
Fue operativo con excesos, y hay que acabar con la impunidad de quienes en
aras de la ley, la violan, se excede, golpean y detiene a personas inocentes
y hasta buscan ‘cuadrárselas’».
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