En los tres mil 152
kilómetros de frontera con Estados Unidos existen 48 puntos de tránsito
internacional terrestre y se estima que diariamente se realiza un millón de
cruces sin verificación, de acuerdo con el Programa Especial de Migración
2014-2018. A este tránsito hay que sumar otros puntos donde cruzan miles de
migrantes diariamente, entre ellos menores de edad que viajan solos o
acompañados, un fenómeno que ha derivado en el endurecimiento de las
políticas migratorias de Estados Unidos y que genera expectativa sobre el
destino que enfrentan las familias que han sido separadas.
De acuerdo con la
Secretaría de Gobernación, desde 2010 se ha registrado un incremento del
flujo migratorio de menores, incluidos los que viajan por México con destino
a Estados Unidos.
Datos oficiales refieren
que el flujo de extranjeros menores de edad observó un incremento
significativo en 2014 con más de 23 mil niños reportados con rangos de edad
entre 12 y 17 años. El aumento no se detuvo, lo que atrajo la atención de la
prensa nacional e internacional, así como de académicos y organismos
defensores de derechos humanos.
Para noviembre de 2015,
la cifra de menores migrantes en nuestro país ya había superado los 32 mil,
con un crecimiento importante en el grupo de cero a 11 años, ya que entre
2012 y 2013 el grupo de 12 a 17 años concentraba alrededor de 80 por ciento
de los menores migrantes reportados, en 2014 este rango descendió a 61 por
ciento.
La mirada internacional,
hacia los niños migrantes
De acuerdo con la
doctora María de Lourdes Rosas López, investigadora de la Universidad Popular
Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), en 2014 el auge de menores migrantes
provocó que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos instara a
nuestro país a agudizar sus políticas migratorias. La idea era que al ser
detenidos en territorio nacional, los menores fueran repatriados a sus
lugares de origen.
Para la especialista en
temas migratorios, el origen de la Ley de Tolerancia Cero, implementada por
el presidente estadounidense Donald Trump, tiene su origen en diversos
factores de orden social y económico; sin embargo, destaca el cambio de
objetivos en los flujos migratorios que anteriormente viajaban al vecino país
del norte para trabajar, ahorrar dinero y regresar a su país.
«Estados Unidos –dijo– también
buscó que México redujera el número de visas otorgadas por razones
humanitarias, las cuales se dan a las personas que demuestran que su vida
peligra en sus países de origen, es decir, por razones de violencia, que
incluyen también violencia doméstica, o bien por motivos de alta
vulnerabilidad provocada por desastres naturales o cambios climáticos».
En 2017, con Donald
Trump en la presidencia, la migración indocumentada registró una disminución
significativa, principalmente por parte de mexicanos, así lo reconoció en su
momento el propio secretario de Seguridad Nacional de ese país, John Kelly,
quien informó una reducción de 40 por ciento en el número de cruces
fronterizos ilegales a través de México. No obstante, fue en enero de 2018
cuando se dio un repunte, principalmente de migrantes centroamericanos.
«Este repunte no fue de
migración mexicana, más bien de centroamericanos, que además viajaban en
familia. Esto es importante porque nos implica como un país donde se da la
transmigración, originada sobre todo por la falta de recursos del migrante y
porque el tren conocido como La Bestia resulta un medio de transporte barato
que les permite hacer paradas donde hay albergues para descansar y comer.
Además, la Bestia es sendero, es ruta, te lleva a diferentes puntos de la
frontera», añadió Lourdes Rosas.
Los han separado desde 2017
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María de Lourdes Rosas López |
En 2018, al elevarse el
índice de transmigración, el Departamento de Seguridad de EU decidió
implementar políticas que vulneran los derechos humanos, como la Ley de
Tolerancia Cero, impulsada por su presidente Donald Trump.
«Esto se traduce en la
siguiente medida: todo migrante o sujeto que cruce de forma ilegal la
frontera de los EU será considerado como criminal y como tal será juzgado en
la Corte, y para llevar a cabo esto, es necesario separarlo de sus hijos», apuntó.
La investigadora y
académica subrayó que esta política de separación de familias no fue nueva y
recordó que el 20 de abril el periódico The New York Times publicó que más de
700 menores, de los cuales al menos 100 eran menores de cuatro años, habían
sido separados de sus padres desde octubre de 2017.
Manifestó que la
separación de familias que se dio en mayo y junio de 2018 llamó la atención
porque fueron dos mil 432 niños los afectados. «Sus padres están arrestados
ahora en espera de un proceso legal. Lo que se registra es que
aproximadamente en 17 estados de los Estados Unidos y en 100 albergues se
encuentran repartidos históricamente 11 mil 700 menores de edad. Es una cifra
muy grande que viola los derechos más elementales, alarma porque se dio de
forma masiva, afectando en mayor medida a los centroamericanos», expresó.
Demanda y oferta
El tema de las
migraciones es un asunto de demanda y oferta, aseguró Rosas, quien añadió que
dependiendo de las necesidades de los norteamericanos es como se permite la
entrada de migrantes al país del norte.
«Ahorita no requieren
migrantes y por eso recrudecen sus políticas. México ya vivió esta
experiencia, sólo hay que recordar lo sucedido en 1986 con la Ley IRCA
(Immigration Reform and Control Act). Con esa ley, Estados Unidos permitió
que migrantes indocumentados regularizaran su situación. Ese grupo, en su
mayoría mexicanos, inició posteriormente su proceso de reunificación
familiar. Lo anterior provocó un cambio en la migración circular, por la
migración permanente y así la familia se asentó en EU, por eso vemos padres
mexicanos con hijos estadounidenses, algo que ahora quiere evitar Trump a
toda costa, especialmente con familias centroamericanas, no quiere que se
repita la migración de familias enteras», explicó.
El dilema radica, de
acuerdo con Lourdes Rosas, en la esperanza de cruzar la frontera norte de
México para llegar a EU, representa para los centroamericanos una oportunidad
de llegar a un nuevo lugar donde asentarse con su familia porque ni su país
ni México les resultan atractivos para vivir. Los centroamericanos,
especialmente los del triángulo norte (El Salvador, Guatemala y Honduras),
buscan escapar no solo de la pobreza, sino también de la violencia e incluso
de los cambios climáticos y desastres naturales que enfrentan en sus países
de origen.
Qué pasa con los niños que
son separados
En la primera semana de
julio, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) impulsó una carta de
entendimiento con cónsules de Centroamérica y México para presionar al
gobierno de Estados Unidos a fin de que revele la lista de las familias de
migrantes separadas y su ubicación, con el objetivo de intervenir para la
protección de sus derechos, pero sobre todo para lograr su reunificación.
A decir de Rosas López,
los niños que aparecen en las imágenes que han dado la vuelta al mundo,
ubicándolos en sitios que asemejan «jaulas», son trasladados a albergues o
casas de bienestar. La más conocida, dijo, se ubica en Texas, donde están
aproximadamente dos mil menores. Refirió que por lo general las instancias
estadounidenses buscan a familiares de los menores en sus países de origen,
pero en tanto, son enviados a otros albergues o bien con familias que se
hacen cargo de ellos de forma temporal.
«A principios del mes de
junio, el Centro de Investigaciones Pew (Pew Research Center, en inglés)
informó a través de una de sus encuestas lo que piensan las familias
estadounidenses acerca de los menores indocumentados, los resultados
señalaron una mayor aceptación, pero a fin de cuentas no sabemos su situación
real y qué están enfrentando», concluyó.
Fuente: Conacyt
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