Mientras trabajadores del campo enfrentan crisis
por falta de agua tratada en la Unesco buscan aglutinar estudios sobre la
cuestión hídrica-medioambiental de la megalópolis | En el colmo de la estulticia, director del INAH habla
en la Unesco de cómo «las ciudades no pueden explicarse sin el campo y el
agua» | Meros discursos
que en el confort de la placidez republicana suelen inventar funcionarios
que viven esa otra realidad del arribismo político | Académicos
concluyeron que «la Cuenca del Valle de México y el sistema chinampero
cuentan con un alto número de estudios especializados»
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La realidad que no se ve desde el confort con clima ambiental de la sede de la Unesco |
Mientras los productores
agrícolas de Mixquic deben regar sus hortalizas en esa zona chinampera con
aguas negras debido a que ni siquiera cuentan en los canales con el agua
tratada que les suministra el gobierno capitalino de la planta del Cerro de
la Estrella, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) de la Ciudad de México se abrió
un «espacio de análisis» para la conservación y desarrollo del paisaje
histórico de las chinampas. ¡El colmo!
En tanto que los
campesinos de Mixquic deben enfrentar la negligencia e ineptitud de
improvisados funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para
las Comunidades (Sederec), del gobierno de la Ciudad de México, en la misma
capital del país la Unesco, organismo internacional que destina recursos anuales
para la conservación y mantenimiento de la zona chinampera, Patrimonio
Mundial de la Humanidad, un grupo político afín al gobernante Miguel Ángel
Mancera (el incrustado en la Autoridad de la Zona Patrimonial) ve
impasible cómo dicha zona se va extinguiendo mientras los recursos son
utilizados para otros fines.
Ante la crisis que estos
trabajadores del campo de la capital del país enfrentan, la Unesco «busca
aglutinar los estudios más recientes sobre la cuestión hídrica-medioambiental
de la megalópolis, así como la opinión de académicos, instituciones y
representantes de las comunidades, para que en 2018 el Gobierno de la Ciudad
de México presente a la Cuenca del Valle de México como un caso de estudio y
ejemplo de la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible,
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)».
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Lo que conocen de la chinampa los estudiosos y académicos que se reunieron en la Unesco |
Así que mientras la
Unesco en contubernio con la administración del jefe de gobierno e instancias
federales como el Instituto Nacional de Antropología e Historia, realizan los
preparativos para conmemorar a lo grande el 30 aniversario de la inscripción
del Centro Histórico de la Ciudad de México y de Xochimilco en la Lista de
Patrimonio Mundial de dicha organización, a cumplirse el 11 de diciembre, en
Mixquic los campesinos tienen que estar a expensas de la burocracia de la
Sederec para que reparen una bomba que se averió y por la cual no pueden rebombear
agua tratada a sus cultivos de romerito, brócoli y acelga, entre otros
productos, que son comercializados en la Central de Abastos.
Y mientras en Mixquic
los productores agrícolas de esa zona chinampera viven angustiados debido a que
no saben si van a poder rescatar sus cultivos tras de tener que regarlos con
aguas residuales, el director general del INAH, Diego Prieto Hernández,
ponderó en la Unesco el que desde el siglo XIII y hasta nuestros días, los
grupos humanos establecidos en la Cuenca del Valle de México hayan dependido
del sistema agroalimentario que sustenta dicho territorio, porque según dijo «las
ciudades no pueden explicarse sin el campo y el agua».
Ciertamente, una cosa
son las bitácoras de burócratas de escritorio en dependencias de gobierno
donde supuestamente deben velar por los intereses de los productores del
campo, y muy parecidas a estas son también los discursos que en el confort de
la placidez republicana suelen inventar funcionarios que viven esa otra
realidad del arribismo político.
Mientras la zona
chinampera de la Ciudad de México se encuentra al borde de la desaparición,
tras de la podredumbre de corrupción que protagonizan grupos de vividores
políticos, al titular del INAH se le hizo muy fácil «encomiar la iniciativa
del gobierno capitalino y de la oficina local de la Unesco –según difundió en
un boletín de prensa–, así como la importancia que ambas instancias han dado
para tomar en cuenta la voz de las comunidades indígenas de Tláhuac,
Xochimilco y Milpa Alta, delegaciones que comparten el paisaje chinampero y
mantienen vivo el sistema agroalimentario que sostiene a la ciudad y a gran
parte del país».
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Durante el espacio de análisis de los dizque especialistas en tema de las chinampas de la Ciudad de México |
Y en tanto unos luchan
por sobrevivir, en este caso los campesinos de Mixquic, el director del INAH propuso
en la Unesco «acompañar a las comunidades hacia la reflexión de su paisaje y
sus recursos, pero también de su patrimonio, su memoria e historia», debido a
que según él todo se circunscribe al apoyo que el organismo que dirige colaboró
con San Gregorio Atlapulco para la recuperación de su legado
histórico-patrimonial afectado por el sismo del pasado 19 de septiembre.
Pero eso no fue todo, en
el pomposo espacio de reflexión un representante de Roberto Ramírez de la
Parra, titular de la Comisión Nacional de Agua (Conagua), aseguró que la
discusión del problema hídrico «debe hacerse desde perspectivas apartidistas
y a partir de los planteamientos naturales que atañen a la cuenca: sus
orígenes, corrientes, manejo, comportamiento y fuentes de explotación, entre
otros». Qué poca ma… nera de
desconocer la realidad que viven muchos mexicanos en situación de extrema
pobreza.
Porque ni los «académicos»
de la Unesco, Felipe Delmont y Ángel Panero, tuvieron un
momento de lucidez en su espacio de análisis, tras de que salieron a decir
que «la Cuenca del Valle de México y el sistema chinampero cuentan con un
alto número de estudios especializados», los cuales «requieren traducirse en
políticas públicas que sean socialmente justas, económicamente viables y
ambientalmente limpias».
No cabe duda de que se
trata, definitivamente, para el caso de la zona chinampera de la Ciudad de
México, de dos mundos opuestos. Uno es el de la realidad que viven los
productores agrícolas y otro el de los corruptos políticos… Y, sí, hasta
académicos y diplomáticos.
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