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lunes, 13 de noviembre de 2017

Desde la Unesco también parecen burlarse de campesinos de Mixquic

Mercado Sobre Ruedas
Mientras trabajadores del campo enfrentan crisis por falta de agua tratada en la Unesco buscan aglutinar estudios sobre la cuestión hídrica-medioambiental de la megalópolis | En el colmo de la estulticia, director del INAH habla en la Unesco de cómo «las ciudades no pueden explicarse sin el campo y el agua» | Meros discursos que en el confort de la placidez republicana suelen inventar funcionarios que viven esa otra realidad del arribismo político | Académicos concluyeron que «la Cuenca del Valle de México y el sistema chinampero cuentan con un alto número de estudios especializados»

La realidad que no se ve desde el confort con clima ambiental
de la sede de la Unesco
Mientras los productores agrícolas de Mixquic deben regar sus hortalizas en esa zona chinampera con aguas negras debido a que ni siquiera cuentan en los canales con el agua tratada que les suministra el gobierno capitalino de la planta del Cerro de la Estrella, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) de la Ciudad de México se abrió un «espacio de análisis» para la conservación y desarrollo del paisaje histórico de las chinampas. ¡El colmo!
En tanto que los campesinos de Mixquic deben enfrentar la negligencia e ineptitud de improvisados funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec), del gobierno de la Ciudad de México, en la misma capital del país la Unesco, organismo internacional que destina recursos anuales para la conservación y mantenimiento de la zona chinampera, Patrimonio Mundial de la Humanidad, un grupo político afín al gobernante Miguel Ángel Mancera (el incrustado en la Autoridad de la Zona Patrimonial) ve impasible cómo dicha zona se va extinguiendo mientras los recursos son utilizados para otros fines.
Ante la crisis que estos trabajadores del campo de la capital del país enfrentan, la Unesco «busca aglutinar los estudios más recientes sobre la cuestión hídrica-medioambiental de la megalópolis, así como la opinión de académicos, instituciones y representantes de las comunidades, para que en 2018 el Gobierno de la Ciudad de México presente a la Cuenca del Valle de México como un caso de estudio y ejemplo de la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)».
Lo que conocen de la chinampa los estudiosos y académicos
que se reunieron en la Unesco
Así que mientras la Unesco en contubernio con la administración del jefe de gobierno e instancias federales como el Instituto Nacional de Antropología e Historia, realizan los preparativos para conmemorar a lo grande el 30 aniversario de la inscripción del Centro Histórico de la Ciudad de México y de Xochimilco en la Lista de Patrimonio Mundial de dicha organización, a cumplirse el 11 de diciembre, en Mixquic los campesinos tienen que estar a expensas de la burocracia de la Sederec para que reparen una bomba que se averió y por la cual no pueden rebombear agua tratada a sus cultivos de romerito, brócoli y acelga, entre otros productos, que son comercializados en la Central de Abastos.
Y mientras en Mixquic los productores agrícolas de esa zona chinampera viven angustiados debido a que no saben si van a poder rescatar sus cultivos tras de tener que regarlos con aguas residuales, el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, ponderó en la Unesco el que desde el siglo XIII y hasta nuestros días, los grupos humanos establecidos en la Cuenca del Valle de México hayan dependido del sistema agroalimentario que sustenta dicho territorio, porque según dijo «las ciudades no pueden explicarse sin el campo y el agua».
Ciertamente, una cosa son las bitácoras de burócratas de escritorio en dependencias de gobierno donde supuestamente deben velar por los intereses de los productores del campo, y muy parecidas a estas son también los discursos que en el confort de la placidez republicana suelen inventar funcionarios que viven esa otra realidad del arribismo político.
Mientras la zona chinampera de la Ciudad de México se encuentra al borde de la desaparición, tras de la podredumbre de corrupción que protagonizan grupos de vividores políticos, al titular del INAH se le hizo muy fácil «encomiar la iniciativa del gobierno capitalino y de la oficina local de la Unesco –según difundió en un boletín de prensa–, así como la importancia que ambas instancias han dado para tomar en cuenta la voz de las comunidades indígenas de Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta, delegaciones que comparten el paisaje chinampero y mantienen vivo el sistema agroalimentario que sostiene a la ciudad y a gran parte del país».
Durante el espacio de análisis de los dizque especialistas
en tema de las chinampas de la Ciudad de México
Y en tanto unos luchan por sobrevivir, en este caso los campesinos de Mixquic, el director del INAH propuso en la Unesco «acompañar a las comunidades hacia la reflexión de su paisaje y sus recursos, pero también de su patrimonio, su memoria e historia», debido a que según él todo se circunscribe al apoyo que el organismo que dirige colaboró con San Gregorio Atlapulco para la recuperación de su legado histórico-patrimonial afectado por el sismo del pasado 19 de septiembre.
Pero eso no fue todo, en el pomposo espacio de reflexión un representante de Roberto Ramírez de la Parra, titular de la Comisión Nacional de Agua (Conagua), aseguró que la discusión del problema hídrico «debe hacerse desde perspectivas apartidistas y a partir de los planteamientos naturales que atañen a la cuenca: sus orígenes, corrientes, manejo, comportamiento y fuentes de explotación, entre otros». Qué poca ma… nera de desconocer la realidad que viven muchos mexicanos en situación de extrema pobreza.
Porque ni los «académicos» de la Unesco, Felipe Delmont y Ángel Panero, tuvieron un momento de lucidez en su espacio de análisis, tras de que salieron a decir que «la Cuenca del Valle de México y el sistema chinampero cuentan con un alto número de estudios especializados», los cuales «requieren traducirse en políticas públicas que sean socialmente justas, económicamente viables y ambientalmente limpias».
No cabe duda de que se trata, definitivamente, para el caso de la zona chinampera de la Ciudad de México, de dos mundos opuestos. Uno es el de la realidad que viven los productores agrícolas y otro el de los corruptos políticos… Y, sí, hasta académicos y diplomáticos.

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