| Un tercio de las mujeres sufren violencia dentro de su relación de pareja. Crédito: Cortesía de UCSP |
Despertó a la mujer de madrugada y le ordenó que
se levantara de la cama para golpearla en rostro y cuerpo, la azotó con el
cable de una plancha, estuvo a punto de picarla con un alambre y para su
fortuna eso sólo quedó en amago, pero el tipo le lanzó la primera amenaza de
muerte, porque le advirtió que si no era de él no iba a ser de nadie, además
le dijo que si iba a denunciarlo se desquitaría con una de sus hijas.
No era la primera vez que Carlos Osiel golpeaba
con tanta saña a Diana Laura, ya lo había hecho, pero ella se había resistido
a denunciarlo; sin embargo, tras la golpiza que aquel le propinó el pasado 25
de agosto, la mujer finalmente se decidió a presentarse en la agencia Izp 8
de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, pero como suele
suceder con quienes integran la legión del pueblo bueno y sabio según el
presidente López, por ser de esa gente humilde que vive al día, no le hicieron caso.
Sí, efectivamente, le tomaron su declaración (Carpeta
de investigación: ci-fiizp/izp-8/ui-3 c/d/02064/08-2022),
pero se la tomaron con esa indolencia propia de burócratas de oficio que si
no ven modo de sacar dinero al denunciante, todo lo hacen de mala gana,
redactan actas como si lo hicieran con los pies, y obvio, el chambismo no
deja nada bueno. Escribieron mal el nombre del energúmeno y la dirección de la
vivienda que ambos compartían. Derivado de eso, el Ministerio Público le
garantizó al arrebatado sujeto total impunidad, porque al no estar bien
escrito su nombre, no hay elementos para proceder en su contra.
La misma historia de siempre, la fodonguez que se proyecta a la
sociedad por la cabeza de la institución termina por contagiar a los analfabetas
funcionales que ahí pululan, las consecuencias son que ahora la Fiscalía no
ha procedido contra el individuo que, como miles en el mundo
desgraciadamente, tiene serios problemas debido a sus complejos y traumas que
lo hacen un potencial feminicida.
Parece que en la Fiscalía capitalina solamente se
activan cuando de proteger a algún cuate del jefe de la 4T se trata, fuera de
eso no rebuznan porque bien sabe el burro en que casa lo hace. Bendito doble
discurso de la Fiscalía y su titular, Ernestina Godoy, en lo relacionado con
el tema de violencia contra las mujeres. Puro choro discursivo. Puro cuento.
El sello del régimen.
La denuncia de una mujer de origen humilde, la
cual forma parte del pueblo bueno y sabio que debe sufrir la andanada de
golpes cada vez que a su concubino los complejos le obnubilan el
entendimiento, a la Fiscalía no le importa. Parece ser que la condición para que
en la Fiscalía se dignen a atender una denuncia de agresión a una mujer, es
que ésta se presente a denunciar ante el MP medio muerta y bañada en sangre.
Carlos
Osiel, a quien el bendito (o la ínclita) burócrata que
le tomó la declaración a Diana Laura, porque su nombre lo tecleó como Osuel, sigue libre por las calles
sin ser llamado a rendir cuentas, mientras la víctima de violencia familiar tiene
que seguir oculta para que el desequilibrado no cumpla su amenaza. Y todo porque
un día el tal Osuel se ausentó varios días de la vivienda que compartía con Diana Laura en un predio
irregular de la Colonia Lomas de San Lorenzo en Iztapalapa. Pero
regresó cuando supo que la mujer había conocido a un joven y se mensajeaba
con él por WhatsApp.
Como buen machín mexicano eso no le gustó.
Y ya sabe usted, a cada trancazo que el agresor le daba, no dejaba de soltarle eso de que si no era de él no sería de nadie, como típica cantaleta del
acomplejado.
El testimonio de Diana Laura
«Tengo un concubinato con Carlos Osiel (Osuel) de tres años habiendo procreado
dos hijos, nuestro domicilio es en un predio irregular de la Colonia Lomas de
San Lorenzo, Iztapalapa. El 25 de
agosto pasado me golpeó en la cara y cuerpo en la mañana, también lo hizo con
el cable de una plancha, me amenazó con picarme, me dijo que no se le
olvidaba que cuando estuvimos separados conocí a un chavo que me enviaba
mensajes».
«No es la primera vez que me agrede, pero no había
denunciado antes. Me dijo que si no era de él no sería de nadie, que prefería
verme muerta; que si lo demandaba se iba a desquitar con una de mis hijas;
luego de la golpiza le pedí que nos fuéramos a trabajar, porque trabajamos en
la alcaldía Iztacalco, ahí cuidamos carros, y hasta allá me fue amenazando».
«Al regresar a la casa me quiso volver a golpear, dijo
que me iba a ahorcar cuando estuviera dormida, que me iba a cubrir con unas
cobijas y se iba a ir; toda la noche estuvo parándose, no dormimos esa noche.
Más tarde se paró con el pretexto de ir al baño y me advirtió que no iba a
parar hasta que me matara».
«Al día siguiente en la madrugada salimos a
trabajar y me iba gritando que era una perra, una puta y que nunca iba a
dejar de estar pegándome, que siempre había querido golpearme y dejarme
tirada. Subimos al camión y ahí me siguió diciendo cosas, me pegó en el pie
izquierdo con el puño cerrado pidiéndome que me bajara del camión si no él me
iba a bajar».
«Le dije que yo no me bajaba, pero al final me
bajó, fue en el Metro Tezonco, me dijo que nos regresáramos a la casa porque si
no me iba a empezar a pegar ahí, le dije que no porque yo tenía que ir a
trabajar para pagar el vidrio de mi comedor. Me dijo está bien, vete a
trabajar, y me cruzó la avenida Tláhuac, pero ya no fui a Iztacalco, me
dirigí a la casa de mi mamá donde me quedé y ahí habito actualmente».
«Le marqué para que me entregara las llaves donde
vivo y mi teléfono celular, pero se negó a entregármelo, me dijo que si lo
quería ver que fuera a la Avenida Tláhuac para darme mis cosas y que esto no
se iba a quedar así, que él ya sabía que mis hermanos habían ido a pedirle mis
cosas, que si éstos le hacían algo o se acercaban con él los iba a ir volando
uno por uno, porque no sabía con quién me estaba metiendo».
«Le marqué de nuevo para que me entregara mis
cosas, pero me dijo que no me iba a entregar nada y que le hiciera como
quisiera, y que si lo iba a demandar que lo hiciera, que al cabo un papel sólo
iba a ser una demanda, pero a mí quién me iba a regresar la vida. Me dijo que
él iba a cumplir su venganza de matarme aunque le pidiera perdón. Que cuidado
con presentarme a esta agencia para formular querella o denuncia por el
delito de violencia familiar».
«Según me dijeron la carpeta fue remitida para su
continuación a la Fiscalía de Investigación de Delitos de Violencia Familiar,
que es allá donde debo acudir para continuar con el proceso».
Nadie la ha llamado de la Fiscalía
Sólo que no hay proceso porque La Fiscalía de
la señora Godoy ha de haber archivado el caso. Desde entonces a la fecha nadie
de la Fiscalía la ha llamado, como consecuencia, Diana Laura vive con
miedo de toparse a Osiel en la calle y que éste cumpla su amenaza de matarla.
Mientras tanto, por séptimo mes consecutivo la
violencia familiar es foco rojo en las demarcaciones del suroriente de la
capital del país, como son Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta.
Una vez más ha quedado en evidencia que para una
mujer ir a denunciar un caso de violencia familiar al MP significa un
infierno, y lo es porque la Fiscalía las revictimiza. Sólo resta esperar a
que Diana Laura no engrose la estadística de feminicidios en la capital del
país. Con información de Noticiudadana
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