| Y conste, que según López, el presidente, todos estos servidores públicos debían ser diferentes |
La fiscal general de Justicia de la Ciudad
de México, Ernestina Godoy, visitará la Alcaldía Tláhuac la mañana de este
viernes, luego de haber aplazado en más de dos ocasiones una gira de
trabajo por la demarcación, un lugar donde la vida en pueblos, barrios, colonias y unidades habitacionales, está
marcado por la actividad diaria de la delincuencia organizada.
Trascendió que la
fiscal, con toda seguridad, recibirá los reclamos y sentires de los
habitantes de esta alcaldía de la periferia de la Ciudad de México, donde sus
pobladores deben sobrellevar una
difícil coexistencia con al menos una docena de agrupaciones delincuenciales
que, incluso, en varios de los casos son hasta familias completas dedicadas
de lleno a dicha actividad, algunas por cierto franquiciadas a cárteles de la
droga.
Pero también, una
demarcación donde su gente ha sufrido las penurias del retroceso de por lo
menos 20 años a su movilidad, tras del colapso de la fallida Línea 12 el tres de mayo de 2021, por
la corrupción que acompañó la obra desde su inicio, durante la gestión del
entonces jefe de gobierno Marcelo
Ebrard; días en que a la susodicha línea aquí en la revista Nosotros
bautizamos como una que iba a terminar por ser simple «línea guajolotera», lo cual molestó a varios «exquisitos» que entonces
sentían ser parte de las fuerzas vivas
de Tláhuac.
Contrario a lo que
presumió recientemente la jefa de
gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, en el sentido de que
la capital es una de las ciudades «más seguras del mundo», en la Alcaldía
Tláhuac los homicidios dolosos continúan al alza, a tal grado que se ha vuelto
normal para la población ver continuamente notas periodísticas ligadas al
crimen organizado y su actividad en la demarcación.
Reportajes de nota
roja acerca de detenciones u homicidios violentos, por no decir ejecuciones
en cuyos cuerpos de las víctimas son dejados mensajes entre grupos que
disputan el control de la plaza que dejó acéfala en 2017, con su abatimiento
por parte de elementos de la Marina, Felipe de Jesús Pérez Luna alias el «Ojos»,
son la bendita constante de Tláhuac y los tlahuaquenses.
Un hecho preocupante
y que en fecha reciente ha sido documentado por diversos medios informativos,
da cuenta de las actividades de intimidación, amenazas y extorsión que llevan
a cabo bandas de la delincuencia organizada contra habitantes de Tláhuac,
siendo el despojo de propiedades el delito que más es denunciado, y en el que
dichas bandas ha encontrado un nicho altamente redituable.
Mucha de la
información que funcionarios de la administración pública y sus operadores
obtienen de gente de bien que ha trabajado muy duro para tener un patrimonio,
posteriormente le es entregada a estos grupos de la delincuencia organizada. Nos
dicen que dicha información la obtienen estos funcionarios luego de que «casualmente»
sus operadores realizan acercamientos con administradores, líderes, gestores
o ciudadanos comunes y corrientes, con el pretexto de, por ejemplo, una gira
de gestión que por la zona va a realizar un director de, digámoslo así,
unidades habitacionales.
Una vez que estos
funcionarios de la 4T tienen en su poder los datos de predios o
establecimientos comerciales y de servicios y los nombres de sus
correspondientes dueños, a los pocos días de la supuesta «visita de gestión»,
aparecen nuevos dueños de esos negocios y exhiben contratos de compraventa
apócrifos. Contienen los datos que los operadores de los funcionarios recabaron
y para lo cual tuvieron que adentrarse en terrenos, predios, departamentos o
locales.
Nos cuentan del caso
que sucedió en la plaza comercial Juan
de Dios Peza, en Santiago Zapotitlán, donde luego de un recorrido de la directora
de Unidades Habitaciones (Olga Chávez),
a los pocos días llegaron al lugar 20 personas armadas a bordo de camionetas
blindadas de lujo y tomaron posesión de los locales. Los establecimientos posteriormente
fueron vendidos y, no lo va usted a creer –sobre todo en estos tiempos del no mentir, ni robar ni traicionar–, una
de las presuntas dueñas de uno de estos locales terminó siendo la susodicha
funcionaria.
Con el mismo modus operandi llegaron a la unidad habitacional Villa de los
Trabajadores, en donde la funcionaria en cuestión se hizo acompañar por operarias
del Sindicato Libertad. Ahí los vecinos despojados todavía preguntaron vía
transparencia las facultades que correspondían a la susodicha funcionaria,
pero sólo encontraron evasivas. Después de todo, esta caterva de cuatroteros
son «diferentes », como alega el presidente López y no pasó nada.
Dueños con
documentos reales se han enfrentado a estas mafias para recuperar su
patrimonio; sin embargo, debido a la relación que han tejido funcionarios con personal de la
Fiscalía capitalina, los quejosos resultan amenazados para que retiren sus
denuncias y éstas no prosperen.
Porque igual sucede
con el comercio en vía pública.
Nos dicen que el director de Gobierno y Población (Miguel
Ávila), además de tener a varios familiares en la nómina de la alcaldía,
brinda protección a comerciantes que, a su vez, son instalados por la
delincuencia organizada, a los que, como es de suponer, también les cobran la
cuota del pago por derecho de piso.
Por último, nos
informan, la funcionaria que al parecer se agenció un local comercial en la Plaza
Juan de Dios Peza, ya realiza las
gestiones correspondientes a fin de conseguir la regularización del mismo
ante el Instituto Nacional de Vivienda (INVI).
¡Cosas veredes apreciable lector, lectora!
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