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La ruta del terror... y la impunidad |
Personal del Hospital
General de Tláhuac se encuentran a merced de dos hampones que a diario suben
a unidades de la Ruta 50 que transitan por Avenida La Turba –con destino a
Tulyehualco y Mixquic–, y pistola en mano despojan de sus pertenencias a los
pasajeros sin que ninguna unidad de la policía capitalina se aparezca por el
lugar.
A decir de trabajadores y
enfermeras del nosocomio, se trata de dos pelafustanes los que a diario
atracan al pasaje: uno flaco, chaparro, moreno, que carga mariconeras para
guardar el botín, y otro gordo, moreno, con pistola en mano.
A varios de los
denunciantes ya los han asaltado entre tres y cuatro veces en una semana, por
lo que piden a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que atienda su
desesperado llamado debido a que en manos de estos malandros queda lo que
cobran a la quincena, tras de que la policía por lo visto ha de estar más
ocupada en otros menesteres que en combatir la delincuencia en Tláhuac.
«A veces estos individuos
se esperan a que el autobús pase Avenida Guillermo Prieto para ponerse a
despojar a los pasajeros de teléfonos celulares, carteras y demás objetos de
valor», dijo una enfermera.
«El pasado viernes volvieron
a asaltar un camión en el que viajábamos varias enfermeras, incluso estos
infelices hasta golpearon a dos de mis compañeras porque se tardaron en sacar
de sus bolsos los celulares», señaló una trabajadora del Hospital.
«Los asaltos suceden
casi a la misma hora, en la tarde, porque ya hasta saben la hora de salida
del personal», dijo a NosotrosMSR.
Lo irónico del caso es
que tras del asalto del sábado, una enfermera fue a levantar el acta y en el
Ministerio Público de Tláhuac simplemente le dijeron ya tenían ubicados a los
rateros, «pero como la gente no denuncia el robo nosotros no podemos hacer
nada».
Ahora espera que luego
de haber denunciado a los malandros, en el MP tomen alguna decisión para
detener a los rateros.
El caso es que mientras
la autoridad se decide a atender el llamado de auxilio de las víctimas de la
delincuencia del Hospital General, el personal que debe salir de su centro de
trabajo para dirigirse a sus domicilios lo hacen con miedo.
«Ya nos organizamos
varias compañeras para salir en bola por las tardes e irnos a nuestras casas
en taxi, aunque para eso tengamos que gastar más de lo programado en nuestro
presupuesto», dijo otra.
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