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Juntos, pero no revueltos, desde la campaña |
Molesto porque
al parecer finalmente cayó de la gracia del mesías morenista, el ex
delegado de Tláhuac que presuntamente mantuvo nexos con el Cártel de Tláhuac, anda que no
lo calienta ni el sol por esos rumbos chinamperos, porque ni aun cuando en
su partido se le regaló vía plurinominal una curul en el Congreso local
como premio de consolación para que con ésta se diera por bien servido
luego de que con la connivencia de los legisladores del partido del sol
azteca en la Asamblea Legislativa se le había perdonado la vida (política por supuesto) cuando morenos y perredistas pactaron finalmente no iniciarle ningún
proceso de remoción –por toda la serie de anomalías, connivencias y
corruptelas que se le achacaron–, el personaje de marras por lo visto no se
ha resignado a ver cómo el primer alcalde de la demarcación ha echado por
tierra lo que de su feudo personal con pretensiones caciquiles armó –con
todo y restaurante– durante su nefasta gestión.
Tras de sufrir
el primer golpe a su ensoberbecimiento al no poder influir en la decisión
de nombrar como candidato a relevarlo, según sus pretensiones, al también
conocido como el «señor de los caballos» (de San Juan Ixtayopan por
cierto), tras de lo cual fue designado por el partido quien ahora funge
como alcalde de Tláhuac, el perverso individuo ha visto cómo desde que tomó
posesión del cargo la nueva autoridad todo lo que había dejado en cuanto a
prebendas y concesiones a cargo de familiares y amigos en la administración
a fin de que siguieran en el usufructo de redituables negocios,
prácticamente no quedó nada, por lo que ahora en venganza ha emprendido una
campaña para denostar y desprestigiar a su ex amigo y aliado.
La campaña,
instrumentada por un operador del también conocido como «Rigoñas» se
desarrolla en redes sociales (sobre todo con videos en los que el alcalde
es víctima del escarnio y pitorreo) y un tabloide capitalino (al que le ha
funcionado eso de dar sistemáticamente periodicazos
a políticos para sacar beneficios), con el presunto fin de denunciar lo mismo
a lo que al entonces delegado se le achacó en su momento: malos manejos de
recursos públicos. Pero independientemente de que al alcalde no se le den
varias cosas relacionadas con la lucidez en cuanto a entender que ya es una
figura pública y, por consiguiente, puede ser grabado en video por cualquier
ciudadano –siempre y cuando no se encuentre al interior de su domicilio
particular–, similares y conexos y por supuesto periodistas, lo cierto es
que durante su gestión Raymundo Martínez
Vite va a estar siendo provocado sistemáticamente por quienes se han
visto afectados en sus intereses debido a que les ha cortado de tajo la
ubre que les significó por tres años la administración pública de Tláhuac.
Mucho
daño moral le hicieron a la entonces delegación los morenistas de la pasada
gestión, donde la percepción de la ciudadanía fue la de haber abierto de
par en par las puertas al crimen organizado –por más que un día haya venido
en campaña por la presidencia su guía moral a la explanada del edificio central
a repurificar a sus proveedores de la zona chinampera al decir que todo lo
que se le achacaba al «Rigoñas» habían sido puros inventos de los de la «mafia
del poder»–, lo que derivó en aquel fatídico día que tanto avergonzó (y sorprendió) a los tlahuenses significado
por el operativo de la Marina y el abatimiento del líder del cártel de la
localidad en julio de 2017, además de la podredumbre de corrupción en la
que batieron la administración pública, como para ahora andar solapando campañas
de venganza ejecutadas por resentidos y perversos que se rehúsan al destete
presupuestal y al descobijo gubernativo.
Mientras
las demarcaciones colindantes (Xochimilco y Milpa Alta) han tenido cierto
desarrollo –en buena medida gracias a la visión e iniciativa de sus habitantes–,
Tláhuac se caracteriza por el estancamiento de por lo menos tres décadas en
todos los campos (porque aun cuando fue construida la línea 12 del Metro
para enriquecimiento más que explicable del que se hizo llamar «mejor alcalde
del mundo» los problemas de movilidad siguen afectando a los pobladores), pero
debido a la indolencia de quienes han sido favorecidos con los máximos cargos
en la demarcación como consecuencia de los mejunjes y amarres, alianzas y
componendas entre morenistas y perredistas, y la connivencia de electores
que por unos pesos venden su voto, el atraso debería obligar a que los
beneficiaros del asfixiante partidismo –cuna de vividores y logreros– se pongan
a trabajar en beneficio de las distintas comunidades y su progreso, en
lugar de andar peleándose los cotos de poder para seguir robándose el dinero
que le correspondería a la ciudadanía a través de obras y servicios.
Porque
los errores de los gobernantes deben ser señalados públicamente, y a eso no
renunciaremos en nuestra empresa comunicacional –prácticamente la única en
Tláhuac–, pero de eso a aprovechar nuestra información y especular con
rumores e invenciones para fraguar campañas de desprestigio por las que se
pide ya, a menos de cien días de gobierno del alcalde, la remoción del
susodicho, contribuye a revolver todavía más el turbulento ambiente de cuya
situación, sabido es, sacarían mayor ganancia los de la
narco-administración pasada que se resisten a perder lo que ya consideraban
como un feudo de su propiedad, y veían a sus pobladores como los súbditos agachones
que debían guardarles sumisión y subordinación, además de predisponerlos al
consumo de narcóticos, soporíferos e hipnóticos para continuar con el
negocio provechoso para su causa –a través de emborrachadurías que con
pinta de antros autorizaron su proliferación en toda la delegación–, porque
no era casual que cuando la pasada gestión operaba en el edificio central, por
los pasillos de este inmueble el penetrante olor a petate quemado ponía pachecos
hasta quienes ni fumaban, según testimonios de trabajadores.
Así
las cosas en Tláhuac, donde los portazos que el celebérrimo «Rigoñas» ha
recibido en sus narices por parte del presidente López y de la jefa Sheinbaum,
lo tienen hecho un energúmeno que aun cuando consiguió impunidad por tres
años en el Congreso y hasta logró que su carnal Ricardo fuera contemplado como súpercoordinador en la
demarcación, no se resigna a ver el ocaso de su vida pública desde una
silla en el jardín del restaurante donde se fraguaron –dicen– fructíferos
negocios para la casa… Al tiempo.
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