Lo preocupante es saber cuántos como este niño andan
por ahí como hijos no deseados, con una carga de resentimientos que ya
comienzan a exteriorizar.
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La carta cuyo destino eran los Reyes Magos, pero que terminó en una chinampa de Tláhuac |
Por Sergio Rojas
Un productor de la ciénega
de Tláhuac divisó en su chinampa la tarde del pasado cinco de enero un
pequeño bulto morado que parecía moverse a la distancia aunque sin cambiar de
lugar, por lo que decidió acercarse para saber de qué se trataba. Al llegar
se dio cuenta de que era un inofensivo globo que al haber perdido gas
helio se vino a tierra, donde permanecía anclado por una carta de un niño a
los Reyes Magos.
Se inclinó para recoger la
cartita con todo y globo y se fue a un lugar donde pudiera distraerse un rato
con lo que los niños de ahora pedían para el día de Reyes; sin embargo, lo
que leyó le heló la sangre dejándolo pasmado.
En la carta, cuya
fotografía aquí adjuntamos, el niño de unos cinco años –suponemos– envió el
siguiente mensaje a sus destinatarios:
«queridos reyes magos
solo les quiero decir que son unos hijos de su p… madre (…) yo se que no
existen perros (…) por eso les voy a meter mi v… (…) ja ja ja (…) atentamente
el diablo».
Y tras de dibujar a los
tres reyes, el niño remata su carta con un:
«putos reyes magos».
La imagen de la misiva
tiene mucha similitud con los mensajes que el crimen organizado deja
clavados sobre sus víctimas tras de una ejecución, por lo que no es difícil inferir
en que el niño que escribió esto seguramente vive en un entorno de infelicidad,
carente de cariño, valores y atención.
Se trata de alguien que
a su corta edad ya tiene los elementos para ser un sociópata, cuyo destino derivará
en un individuo caracterizado por la agresividad y su propensión a lastimar a
los demás.
Lo de menos es tratar de
adivinar de dónde vino la carta para ir en busca de ese niño y proporcionarle
la atención que con urgencia necesita, lo preocupante es saber cuántos como
éste andan por ahí como hijos no deseados, con una carga de resentimientos que
ya comienzan a exteriorizar.
Conmueve, sí, pero sobre
todo preocupa que en el caso del niño que escribió la carta lo haya hecho sin
la supervisión de un adulto, al menos eso supondría uno, porque a lo mejor su
mamá –si es que la tiene–, es analfabeta.
El caso es que los
potenciales delincuentes de mañana (literalmente) tienen ya dentro de sí las características
biográficas y las condiciones de vida que moldeen el perfil de individuos
que, como vemos a diario en nuestra comunidad, mucho antes de que cumplan la
mayoría de edad pasan a engrosar las legiones de malhechores que por obtener
un pírrico botín son capaces de privar de la vida a un ciudadano.
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