Marco Antonio Cruz, maestro del
fotoperiodismo mexicano, celebró 40 años del oficio al recibir un
reconocimiento de la Meca de la fotografía nacional | Una retrospectiva de su trabajo titulada Relatos y posicionamientos, se
expone hasta el 24 de septiembre en el Centro de la Imagen | Es uno de los
fundadores de lo que actualmente significa un referente del fotoperiodismo en
México: la agencia Imagenlatina
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El edificio Nuevo León derruido ras del sismo de 1985. Fotografía Marco Antonio Cruz |
Vestido de oscuro frente
a las blanquecinas paredes del departamento de fotografía del semanario Proceso, Marco Antonio Cruz
luce tan contundente como una imagen en blanco y negro. Con 40 años en el oficio,
su nombre es ya indisociable a la historia del fotoperiodismo mexicano y más
bien sobran motivos para que este año sea uno de los galardonados con la
Medalla al Mérito Fotográfico, por parte del Instituto Nacional de
Antropología e Historia… Dos terceras parte de su vida han estado vinculadas
a su pasión por la fotografía y al ejercicio de la crítica social a través de
ella, como lo podrá constatar quien visite su exposición retrospectiva Relatos y posicionamientos, en el
Centro de la Imagen hasta el 24 septiembre… Hace poco recibió el reconocimiento
que junto con sus colegas Eniac Martínez y Lourdes Almeida les
otorgó la Fototeca Nacional, una institución que dijo querer y respetar mucho,
«la meca de la fotografía en México», como la calificó, en el marco del 18°
Encuentro Nacional de Fototecas que tuvo lugar en Pachuca, Hidalgo, la Ciudad
de Luz y Plata… Con 50 pesos en el bolsillo, Marco Antonio Cruz llegó
hace 43 años de su natal Puebla a la capital del país. Desde los cuartos de
azotea de la Colonia Roma, donde llegó a vivir en sus inicios, la Ciudad de
México se le abrió como un mundo de realidades infinitas…
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El fotoperiodista Marco Antonio Cruz trabajó con Héctor García |
La bohemia, como siempre…
Su formación en artes
plásticas, particularmente en pintura, le sirvió para asistir a un célebre
escultor que en sus noches de bohemia organizaba fiestas en su casa; ahí
conoció a lo más granado del ámbito cultural del país, incluido un «fotógrafo
de calle» demasiado respetado llamado Héctor García, que tras de ver algo
de su trabajo lo invitó a trabajar con él… «Resumiendo –dijo Marco Antonio
con voz cavernosa–, empecé a trabajar con Héctor García, pero también
para la prensa del Partido Comunista que fue muy importante porque ahí adquirí
una visión social de mi país. La formación visual en una escuela de artes plásticas,
las lecciones con Héctor García y ver el trabajo de tantos otros, como
Nacho López, Mariana Yampolsky, obviamente Eugene Smith;
tener una perspectiva social, fueron factores para formarme como fotógrafo»…
La ciudad y la cultura
popular
A decir del fotógrafo, «logré
conocer la Ciudad de México a otro nivel, uno más íntimo, más fuerte, más duro.
Esos años de formación me enseñaron cómo retratar a una ciudad». Entonces la
hizo su hogar a fuerza de caminarla y capturar sus rescoldos habitados por
personajes a la sombra: parejas de enamorados en fila en el bajo puente del
Estadio Azteca, un hombre de elegante silueta al interior del Buencafé, cruces y grúas que ascienden
al cielo en la representación de La
Pasión de Cristo en Iztapalapa, niños jugando futbol en la verticalidad
iluminada de la calle República de Nicaragua… «Ahora después de 40 años de hacer
fotografía, sobre todo en la Ciudad de México, me impresiona lo que he hecho,
desde fotografía de calle que siempre será una historia de trabajo para mí,
ese interés por la cultura popular; hasta documentar momentos históricos como
el terremoto de 1985, la elección presidencial de 1988, el levantamiento del
EZLN en Chiapas, y la Revolución Sandinista en Nicaragua, que me ilustró muchísimo.
Son cuatro décadas que se suman con cientos, miles de experiencias»…
El inicio de Imagenlatina
El experimentado
fotógrafo recuerda uno de los proyectos fotográficos que ahora es referente
del fotoperiodismo en México: Imagenlatina, la cual nació de la necesidad de
un grupo de jóvenes fotógrafos: el brasileño Jesús Carlos, Pedro
Valtierra, Luis Humberto González y él, «de tener un espacio independiente
en el que fuéramos dueños de nuestra producción y de seleccionar lo que
íbamos a cubrir, porque cuando trabajas para un medio estás sujeto a su línea
editorial y aun cuando hay cosas muy importantes, no le interesa»… En un
primer momento el proyecto de la agencia arrancó, pero no tardó en fracasar. Valtierra
tuvo la opción de emigrar al naciente diario La Jornada y poco después Marco Antonio Cruz se sumó a
este equipo, donde asegura haber dado lo mejor de su producción fotográfica
tanto en la cobertura diaria como en la búsqueda de temas de la vida cotidiana,
una etapa decisiva en la concepción de varios de sus ensayos y reportajes…
Imagen icónica
Una imagen icónica del
fotógrafo es la toma del derrumbe del edificio Nuevo León como un
trasatlántico naufragado en medio del asfalto. Pero él prefiere acudir a una
anécdota del 31 de diciembre de 1985. Para despedir ese año demoledor, Carlos
Payán y Miguel Ángel Granados Chapa le comisionaron encontrar una
imagen esperanzadora para los mexicanos… «Es una enorme responsabilidad que
te pidan una imagen de esa naturaleza. Di varias vueltas por el centro de la
ciudad y tras pensarlo subí a la Torre Latinoamericana, que en ese entonces tenía
libre acceso. Al llegar al mirador vi a un señor muy humilde abrazando a sus
niños, mirando el horizonte de la Ciudad de México. Fue la foto de primera
plana del uno de enero de 1986»… Luego de su salida de La Jornada, decidió relanzar Imagenlatina, ese segundo momento
fue significativo y dilató 17 años, tiempo suficiente para convertirse en escuela
de generaciones de fotorreporteros. El relato de Marco Antonio Cruz
está salpicado de aspectos constantes como la dificultad de sostener un medio
de vida ante la avalancha de los cambios tecnológicos y el consecuente
abaratamiento del oficio…
Fotoperiodista informado es mejor
Imagenlatina siempre
estuvo ligada a una «cultura del esfuerzo», comentó. «Antes teníamos que
conseguir la información, cubrirla, estar atentos al momento, llegar a la
agencia para hacer un corte, revelar película, hacer fotografías en copias y
ponerles datos, para después salir corriendo al aeropuerto y hallar un buen
samaritano que las llevara a su destino, a cualquier estado del país. Era
algo insólito por el esfuerzo que implicaba. A las seis de la tarde habíamos
cumplido. Ahora los jóvenes fotógrafos ya no tienen que hacer eso, pueden tomar
fotos desde el lugar de los hechos y enviar la información en tiempo real.
Sin embargo y pese a la fotografía digital, creo que ser fotoperiodista
requiere un gran esfuerzo. Para ser un gran fotógrafo se necesita un alto
nivel cultural, de manera que el límite lo tiene el propio fotógrafo, además
de estar informado de la situación social y política, debe tener interés en
la literatura, el cine, las manifestaciones artísticas en general. El fotoperiodista
que está enterado es el que realmente hace las cosas bien»…
El sentido de la fotografía
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El maestro sigue prefiriendo resguardar la memoria con el disparo certero de una Hasselblad |
Para Marco Antonio
Cruz, el poder detrás de una imagen o de cientos de ellas es la denuncia.
En su historia como fotógrafo hay algo muy parecido al destino. El sentido de
la fotografía se lo dio una curiosa escena que observó en la cortina de un local
en la ciudad de Puebla: tres músicos ciegos de cuyos cuerpos parecían emerger
las figuras estilizadas y coquetas de tres chicos vestidos a la «Tony Manero».
Esa imagen condensaba la oportunidad, la composición y la crítica… Tiempo después,
se embarcaría por 16 años a retratar a los ciegos del país, denunciando con
ello la perversa relación entre ceguera y pobreza, literalmente vivir en la
oscuridad era vivir en la marginalidad. Con ese trabajo documental, en el que
llegó a registrar severos casos de tracoma –que recientemente ha sido
eliminado como problema de salud pública en México–, Marco Antonio
evidenció existencias marcadas por la indolencia… «El principal pensamiento
de un periodista debe ser el nunca quedarse callado, y en nuestro caso,
siempre hacer fotos de lo que nos incomode»… Ese podría ser el mantra, la filosofía
que resume la actividad de Marco Antonio Cruz en cada uno de los
medios que ha pisado –desde hace 11 años al frente del Departamento de Fotografía
de Proceso–, un hombre que sigue
prefiriendo resguardar la memoria con el disparo certero de una Hasselblad,
la cámara que viajó a la luna, a las ráfagas de la cámara digital; como un
buen cazador tras la mirilla de una escopeta.
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