| Bacanal y aquelarre en Santa Catarina, ¿y la policía?... Bien, gracias |
Las fiestas y escandaleras callejeras se han convertido en Tláhuac en un problema que
la autoridad no quiere ni está en su agenda resolver.
La noche del miércoles un vecino de Santa Catarina Yecahuizotl reportó a
Noticiudadana que el dueño de una carnicería había cerrado la calle y
colocado bocinas a todo volumen como para fastidiar al más templado.
«¿Se puede reportar a una carnicería qué cerró la calle y tiene un
escándalo más allá de lo exagerado y no les interesa que muchos trabajamos mañana?», comentó en esa red
social.
El reporte indicó que el dueño de la carnicería colocó en plena calle
un sonido «que parece bomba nuclear», escribió el vecino.
Pero además del escándalo, se denunció la ingesta de bebidas
alcohólicas en plena vía pública.
¿No que había Ley Seca? ¿O habrá sido como aquello de que aplíquese la ley pero sólo en los bueyes de mi compadre?
En efecto, los establecimientos comerciales supuestamente no pudieron
vender botellas de bebidas embriagantes a fin de que no se registraran
escándalos en la vía pública, pero la medida por lo visto pasó por alto
situaciones como la registrada en dicho pueblo.
El vecino denunció que la escandalera se llevaba a cabo en la calle del
mercado de Santa Catarina, pero la queja jamás fue atendida por la policía de Batman,
como bautizó un lacayuno y zalamero diputado del acomodaticio partido dizque
Verde al titular de la secretaría de Seguridad Ciudadana, Omar García
Harfuch.
La escandalera continuó toda la noche, por increíble que parezca, con la complacencia de una policía con la percepción ciudadana de ser alcahueta del crimen organizado y del influyentismo de
trastocados mequetrefes con ínfulas «cuatroteras», pero sobre todo, de la
pasividad de la gente, algo muy característico en Tláhuac, donde el miedo a exigir el
respeto a sus derechos anula cualquier posibilidad de levantar la voz ante una injusticia.
«No puedo creer que la gente pueda hacer lo que está haciendo aquí en
Santa Catarina», lamentó el vecino en un mensaje ya de madrugada.
Mientras eso sucedía, la policía ni sus luces. Literalmente brilló por su ausencia. Como nadie
estaba linchando a un violador o asaltante, ningún jenízaro se dignó atender
el reporte.
Ni porque el dueño de la carnicería «destazaba» los tímpanos de los
vecinos con los decibelios de su aquelarre.
«Las autoridades no hacen nada,
son más de las 3 de la mañana –escribió a Noticiudadana el atormentado vecino–,
ya hablé al 911 y tampoco pasó nada. Aquí siguen con su escándalo a todo lo
que da y ni una sola patrulla se ha aparecido».
Cerca de las seis de la mañana y vía Twitter, otro vecino se compadeció
del infierno tlahuica que vivía el denunciante y le recomendó dirigirse a la «unidad
de contacto» de Batman, perdón, del secretario García Harfuch. Cuando el
carnicero y sus invitados, con seguridad a esas horas ya debían estar ahogados de borrachos.
«Solicita el apoyo de una unidad para el retiro de los escandalosos»,
le recomendó.
Lo malo fue que prácticamente le pedía que fuera a exponer su vida con eso de irse a parar enfrente de los
briagadales a tomar fotos y video para que pudiera comprobar que efectivamente su denuncia
ameritaba que una patrulla con agentes se diera una vuelta por el lugar.
«Si puedes anexarles algún video o foto será más rápido», sugirió.
Así la vida en Tláhuac, mientras las corcholatas de López andan ocupadas en otros asuntos ligados con su futuro político.
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