| Ejidatario Hugo Pueblita en su visita a la revista NosotrosMSR
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El dirigente del comisariado ejidal de San Pedro
Tláhuac, Jorge Palacios Guillén, fue cuestionado por el ejidatario Hugo
Pueblita Ortega, quien el pasado nueve de junio fue mordido por un perro de
raza pitbull propiedad de unos
inquilinos ajenos al núcleo ejidal, cuyo desalojo ya lo había solicitado
desde diciembre de 2019 tras de que unos pollos propiedad de la misma familia
le causaron daños a sus cultivos de cilantro y maíz.
Sin embargo, en aquella ocasión el comisario
ejidal no procedió como era su obligación, por lo que dicha familia ajena al núcleo
ejidal continuó su vida con toda tranquilidad, hasta que el ejidatario, cuya tabla
la 2-4 de la parcela 63, colinda con la de quienes ahí vivían, fue atacado por
el can.
Aun cuando la vocación del ejido es agrícola, lo
que se contrapone con el uso habitacional que le quieren dar algunos, como fue
el caso del ejidatario José Luis Montoya Islas, quien al parecer vive
en la alcaldía Coyoacán, su parcela se encuentra sin trabajar debido a que no
tiene ninguna siembra, en cambio sí la rentaba a la familia de la señora Felipa
Avilés Castañeda, quien ocupaba la media hectárea como vivienda con
cuatro perros pitbull, aves de
corral y animales de granja.
Dicha situación y de acuerdo con lo explicado por el
ejidatario Pueblita Ortega, contribuye al desorden imperante en el ejido de
San Pedro Tláhuac, fomentado desde la comisaría ejidal, debido a que ésta
nunca exige a los presuntos ejidatarios que alquilan sus parcelas como
vivienda que presenten referencias a quienes van a vivir en ellas, lo que ha
convertido al ejido en un peligroso foco de delincuencia debido a que
cualquier persona puede entrar y salir libremente, porque quienes se
encuentran en las casetas de vigilancia prefieren hacerse los desentendidos a
fin de no meterse en problemas con nadie.
Pero sobre todo, por una comisaría ejidal bajo
sospecha, debido a que a decir del señor Hugo Pueblita, son vendidos títulos
agrarios al mejor postor, por lo que ha habido «ejidatarios sin parcelas».
Familia de inquilinos problemáticos
Durante su visita a la redacción de la revista NosotrosMSR para exponer su
problema, el ejidatario Pueblita Ortega explicó que el martes nueve de
junio reparaba en su parcela una conexión de toma de agua, cuando uno de los
cuatro perros de pelea que la señora Felipa tenía siempre amarrados se soltó,
por lo que el can se dirigió hacia donde él se encontraba. | Una de las mordidas que le infringió en una pierna el pitbull hace un mes
|
«Con la intención de alejarlo le hice la finta de
que le iba a aventar algo, pero por el temperamento del perro éste no se
asustó y se fue sobre mí. Me tiró al suelo, me mordió las piernas y una mano,
pedí auxilio y para mi buena o mala suerte estaba la inquilina, fue ella la
que le gritó al perro y se lo llevó. Todavía adolorido por las mordidas fui
detrás de la señora y le dije que me apoyara para ir a atenderme con un
médico, pero sólo me respondió que ‘ahorita’. Me comuniqué con mi esposa y ella
y mi hijo llegaron al ejido». | La mordida en la mano derecha le ocasiona problemas de movimiento
|
«Me comuniqué al C5 y fue una patrulla, pero se
quedó afuera del ejido, los elementos no quisieron ingresar. Después de un
rato la señora salió y le dije que necesitaba ir al doctor, que me pagara mis
curaciones, y también le dije que no quería volver a ver a sus perros. Ella me
respondió con un, ‘¿sabes qué?, no voy a sacar a mis perros porque son los
que cuidan a mis animales’. Me dijo ‘tenga 300 pesos y váyase a ver al doctor’.
No, yo no le estoy pidiendo dinero, a mi lléveme a mi médico, si le cobra 300
o 500 o más, allá sabrá usted. Lo que quiero es estar bien». | El pitbull clavó sus colmillos en la mano derecha
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«Al poco rato salió el hijo de Felipa, quien
muy enfurecido se negó a prestarle dinero a su mamá y comenzó a insultarme, me
dijo que por unas pinches mordiditas que me había dado el perro ya quería yo
tanto dinero. Mi hijo le respondió molesto, ‘ahora sí le van a tener que
pagar, lo van a llevar al doctor’, le dijo. Pero aquel contestó ‘no vamos a
pagar ni madres, háganle como quieran y me vale madres’, luego se le fue
encima y lo empezó a golpear».
Más tarde, Hugo Pueblita consiguió el número
telefónico del comisario ejidal, pero éste no le tomó la llamada. Entonces le
envió un mensaje por WhatsApp explicándole de qué se trataba. «Soy ejidatario
con el número 724871, necesito que me apoye porque tuve esta situación». Sólo
hasta entonces el comisario le tomó la llamada.
Comisaría ya había pedido que se llevaran
los perros
«Le pedí al comisario que me apoyara desalojando a
estas personas, como ya se lo había pedido con anterioridad, de ahí mi
molestia por la forma de trabajar del comisario. Y es que los daños que los
pollos de la señora le hicieron a mi cultivo nunca me los pagó, encontré a
sus pollos comiéndose mi cilantro, maíz, trigo. Esa es la naturaleza de los
animales, porque si no les dan alimento aquí pues entonces van y pican por
allá».
En diciembre del año pasado el comisario hizo una
primera visita a los inquilinos del señor Montoya.
«El comisario y el consejo de vigilancia fueron y
le dijeron al esposo de la señora Felipa que retirara del lugar sus cuatro
perros, pero nada más dieron el aviso y ya no volvieron a poner el dedo en la
llaga, así lo dejaron. No me pasó nada hasta el nueve de junio cuando sufrí
el daño por este animal, fue cuando le volví a pedir el desalojo de estas
personas», señaló.
No le dijeron quién era el dueño de la
parcela
Tras de que presentó una segunda petición de
desalojo de aquellas personas y pidió al comisario que le proporcionara el
nombre del dueño de la parcela, Palacios Guillén se rehusó a decirle
quién era. «Fui yo quien se dio a la tarea de rastrear la identidad del
ejidatario gracias a un padrón que tengo», dijo.
«El ejidatario ya no existe, pero sí existen
sucesores y rastree la cadenita hasta encontrar al ejidatario actual, el
señor se llama José Luis Montoya Islas, le pedí a sus familiares que
me facilitaran su número telefónico, eso fue el día miércoles, a mí me muerde
el perro el martes nueve de junio. Lo localicé –dicen que vive en Coyoacán,
no tengo la dirección exacta– y le expliqué por teléfono la situación, me
dijo sí, no se preocupe, vamos a solucionar esto, dijo. ¿Cuándo podemos
platicar?, pregunté, él respondió que ‘el viernes voy a las 10 de la mañana’.
Nos veríamos en el ejido. ‘Pero necesito que esté el comisario y demás
representantes de la comisaría’, pidió».
De acuerdo con el señor Pueblita Ortega,
toda esa labor de reunir a las partes la tuvo que haber hecho la comisaría
ejidal, pero no fue así.
«No tenía por qué haberlo hecho yo, eso lo tuvo
que hacer el comisario como representante que vela por los intereses de los
ejidatarios, pero no lo hizo», comentó.
En dicha reunión celebrada el 12 de junio en el
ejido estuvieron el secretario de la comisaría, de apellidos Martínez Cruz,
y el presidente del consejo de vigilancia, Fermín Palacios Galicia.
Ahí Montoya preguntó al ejidatario en cuánto
estimaba los gastos, éste respondió que si tomaba en consideración lo que ya
había gastado en la atención a su hijo con lesión en metatarsos y estando a
la espera de ver si necesitaba de alguna intervención quirúrgica, los gastos
los estimaba en 15 mil pesos. | El acuerdo entre Pueblita y Montoya sin fijar cantidad
|
«Él no puso ninguna traba cuando le mencioné la
cantidad, al contrario, dijo que él se iba a hacer cargo de los gastos y yo
confié en su palabra, luego el comisario propuso que se firmara el acuerdo».
Sin embargo, en ningún momento se asentó por escrito la cantidad que Montoya
debía pagar, simplemente el señor Pueblita refirió que confió en la palabra
de aquel.
Montoya incumplió el acuerdo
El ejidatario Montoya se comprometió a proporcionarle
un adelanto la siguiente semana, según él iba a pedir dinero prestado porque no
tenía. Ambos convinieron en que se comunicarían después del miércoles. Hugo le
llamó por teléfono el jueves y aquel le comentó que aún no había podido
conseguir dinero. Quedaron entonces de hablar la siguiente semana.
Pueblita volvió a llamarle el martes y Montoya le
aseguró que en ocho días le daría algo. «Ya habían pasado 15 días de los
hechos y me dice, sabes qué, nos vemos el martes ahí en la comisaría entre 10
y media y 11 de la mañana para que yo lleve algo. Cuando hicimos el acuerdo
me pidió que le mostrara facturas, pero le comenté que en Tláhuac los médicos
no facturan, como tampoco la farmacia de la esquina, ahora que si voy a
facturar tendría que hacerlo con mi RFC y no con el suyo, así que más seguro
yo le ofrezco las notas de remisión o las mismas recetas, le expliqué y quedó
de acuerdo».
El día de la nueva cita fue cuando tembló en la
Ciudad de México, así que no pudieron verse. «El comisario me había dicho que
él no iba a poder estar que porque tenía una junta quién sabe dónde, pero que
iba a estar la secretaria, que no había problema. Está bien, acepté, con que
hubiese alguien que fungiera como representante y testigo». Una vez que pasó
el temblor Pueblita Ortega se dirigió a la comisaría a eso de las 10:30 de la
mañana, pero estaba cerrada. Trató de comunicarse con Montoya, pero no había
señal telefónica a causa del sismo, así que se regresó a su casa ubicada a
dos cuadras de la comisaría.
«Le marco al otro día y me dice que ahí había
estado en la comisaría, que me había estado esperando, ya no quise alegar,
bueno, ¿cuándo?, le pregunté, que la siguiente semana, y yo de buena fe le
dije, bien, perfecto, nos vemos el martes. Ya iban 21 días desde el ataque
del perro. Ese martes llegamos casi juntos, todavía no abrían la comisaría,
fue a las 10:30 de la mañana, así que le mostré mis heridas para que viera
que aún no cicatrizaban, ya cuando abrieron la comisaría le dije a la
secretaria que fungiera como testigo del apoyo que me iba a dar el señor
Montoya por los daños causados a mi persona, pero de inmediato éste me exigió
las notas. Fue cuando le dije, bueno, ¿me va a finiquitar la cantidad en lo
que habíamos quedado?, no, que no. Le dije que las notas la verdad se me habían
olvidado, pero que podía ir a mi casa, total ahí las tengo. Pues que no, dijo
aquel, ‘no le voy a finiquitar’, dijo. Entonces págueme mis días, le pedí,
los días que no he laborado como jornalero ahí en mi ejido y no hay problema,
la próxima le traigo las notas».
Tras de hacer la cuenta el señor Pueblita le
presentó a Montoya un adeudo de seis mil 300 pesos por concepto de los días
que no había trabajado. «¿Cuánto me va a dar ahorita?», preguntó.
«Hasta hoy 14 de julio tampoco me han cerrado las
heridas, por una u otra razón, porque les cayó una infección o por otra cosa»,
le comentó. «Fue entonces cuando el señor Montoya me dijo, ‘es que sólo
traigo 500 pesos’, oiga no, usted lo que está haciendo es venirse a burlar de
mí, ¿cómo que 500 pesos?».
A partir de ahí Pueblita tomó la decisión de pedir
a la comisaría ejidal que sancionaran al señor Montoya por lo que le habían
hecho tanto él como sus inquilinos, en base al artículo 71, del apartado de sanciones
del reglamento interno, fracción cinco, según explicó en la redacción de NosotrosMSR.
Molesto le preguntó a la secretaria:
«¿Cuándo puedo hablar con el comisario?». La secretaria
le dijo que hasta el día siguiente porque el comisario ejidal tenía una
agenda muy apretada.
Tres días después el comisario se negó a sancionar
a Montoya como se lo pidió el ejidatario Pueblita, a cambio le propuso
platicarlo. «Vamos a hablarlo», le pidió.
Según el secretario del comisariado, Martínez
Cruz, para llevar a cabo una sanción a un ejidatario había que abrir un
juicio en el Ministerio Público, por lo que el señor Pueblita adujo que el
tema no era de carácter judicial, sino de carácter agrario. «Si se transgrede
el reglamento ustedes como representantes de los ejidatarios tienen la
obligación de sancionar», le dijo.
«Porque aunque en la fracción cinco del reglamento
interno se habla de cosecha, el daño físico que me provocó el animal me lo
causó en mi cosecha, además de que cuando fue el acuerdo con el señor
Montoya, se le dieron dos días para que sus inquilinos desalojaran el ejido,
y estos no lo hicieron así, por lo que no se cumplió con el acuerdo en tiempo
y forma», expresó. | Pareciera que en el ejido se esconden malvivientes |
Según los inquilinos eran amigos de Los tatuados
De acuerdo con el señor Pueblita, él fue a ver el
domingo al núcleo ejidal si los inquilinos efectivamente ya se habían ido, sobre
todo porque lo habían amenazado. «Me dijeron que esto ya había valido madres,
que me iban a matar a mí y a mi familia, que porque ellos eran muy amigos de
la banda de Los tatuados, según, pero
todavía había en la parcela que ocupaban dos, tres cositas y un perro
amarrado, por lo que se lo reporté al comisario quien fue ese mismo día con
el de vigilancia y los dos vieron al perro ahí amarrado».
Pero ni el comisario Jorge Palacios ni Fermín
Palacios, del consejo de vigilancia, aceptaron llevar el tractor para que
fuera pasado sobre lo que aún había ahí como se los propuso Hugo Pueblita,
lo que ocasionó malestar en la esposa del ejidatario quien también les
reclamó su abulia a los dirigentes de la comisaría. Por eso fue que, a decir de
Hugo, Fermín respondió a la mujer: «Pues haga lo que
quiera señora, si se quiere ir con las otras planillas a ver si la apoyan.
Nosotros ya hicimos lo que teníamos que hacer».
Hasta la fecha, el comisario ejidal ha rechazado
sancionar al ejidatario Montoya. Le pidió a Pueblita que hiciera un escrito
donde detallara los hechos. Posteriormente le pidió que fuera el jueves, esto fue ya la
semana pasada, porque ahí estaría el ejidatario Montoya para negociar una vez
más darle un apoyo. «Luego de que un amigo me hizo el favor de subir mi
problema a su página de Facebook comenzó a circular el rumor de que me iban a
callar el hocico con cinco mil pesos», detalló Hugo.
Esta vez se vieron en la tabla 12-3 del ejido en
San José, «se me hizo
raro, pero acepté ir. Oye, ‘¿por qué allá y no en la comisaría?’, me preguntó mi
mujer. Fue ahí la cita porque el comisario no podía dejar sus actividades del
chaponeo, de limpia de canales, no las pudo dejar ni tantito para atender mi
situación que no se iba a llevar más que unos minutos a lo mucho».
Como llegó a buena hora al lugar de la cita, el
comisario le pidió que se pusiera accesible para poder negociar, pero como el
amigo que había subido su caso a Facebook se refirió al presunto fraude en el
parcelamiento del ejido de San Pedro Tláhuac, eso fue lo que tenía más
preocupado al comisario, por lo que le pidió que ya no hablara de la venta de
títulos agrarios.
Sin embargo, el señor Pueblita en su plática con NosotrosMSR volvió a referirse a
dicho fraude y a que hay «ejidatarios
sin parcelas».
—¿Yo puedo
ser ejidatario sin tierra? –Se le preguntó a don Hugo.
—«Así es, le dan un número agrario, que en realidad
serían robos», respondió.
Sólo que cuando se le pidió que diera más detalles
del asunto, Pueblita reconoció no estar muy enterado del tema.
Así que de vuelta con la enésima reunión entre
Pueblita y Montoya, aquel continuó su relato.
«Llega el señor y le pregunto si trae la cantidad
acordada, 15 mil pesos, me respondió que no, ‘no los traigo, pero quiero ver
las notas’, exigió a cambio, siendo que ya no estaba en la posición de exigir.
Le contesté que si no traía la cantidad acordada que me disculpara, pero que
yo me pasaba a retirar».
Aseguró que sí llegó a levantar su demanda en el Ministerio
Público de Tláhuac, y que de ahí lo mandaron al juzgado cívico, «pero como no
hay servicio sino hasta que se baje la pandemia hasta entonces van a proceder».
Aclaró que su hijo Martín Pueblita también levantó una demanda por los daños
que le provocaron.
Pide que Montoya sea sancionado
Según el señor Hugo Pueblita, el reglamento especifica
que sí puede exponer su caso en asamblea. «Ahí lo puedo votar para que haya una
sanción mayor, no solamente de medio año como propone el comisario que sea.
La sanción que yo pido es que se congele la parcela hasta que no haga un buen
arreglo conmigo. No quiero que le quiten sus derechos agrarios, sólo que le
pongan una sanción fuerte. Pero el comisario no quiere eso. Así que fui a
redactar mi oficio como me lo pidió el comisario para que procediera la
sanción, regresé con él y se lo entregué, pero a la media hora me habló y me
dijo, ‘oye, ya hablé con Montoya y que sí quiere negociar contigo’».
–¿Qué
respondió usted?
—Que parecía soy limosnero.
–O abonero
de Elektra, se le dijo.
La enésima entrevista que debía celebrarse el
pasado viernes ya no se llevó a cabo.
Manifestó que en una reciente visita que hizo a su
parcela volvió a ver a la familia adentro del núcleo ejidal, por lo que fue a
reclamarle al responsable que la comisaría tiene ahí en la caseta de
vigilancia.
—«¿Cuál
es tu función aquí?» –dice
que le preguntó.
—«Vigilar
que no entre ningún camión a tirar cascajo» –le respondió el presunto vigilante.
A decir del ejidatario, nuevamente fue a ver al
comisario ejidal para protestar porque al núcleo ejidal se le permite el paso
a todo tipo de personas, pero por respuesta Jorge Palacios Guillén le expresó
que él no puede impedirle la entrada a nadie.
«El problema es ya tenemos a los mafiosos
viviendo en el núcleo ejidal y el comisario no quiere hacer nada», asentó. _____ Denuncias a: revistanosotrosmx@yahoo.com.mx
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