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La fotografía que el concejal y aún dirigente del PRD en Tláhuac, Edgar Martínez, subió a su página de Facebook hoy |
Imbuidos
seguramente por el espíritu navideño, cinco de los seis concejales que los
últimos días habían cuestionado acremente al omiso alcalde de Tláhuac, Raymundo Martínez Vite, por no
haberles dado el trato que correspondía a su investidura, acabaron yendo a
refugiarse en la madriguera política del ahora flamante diputado local Rigoberto Salgado Vázquez.
Y
para que no quedara ninguna duda del mensaje que querían enviarle al
alcalde, acabaron por tomarse la foto con el polémico «Rigoñas», quien
desde que asumió su nuevo cargo comenzó a maniobrar los correspondientes
hilos de lo manipulable que pueda haber en Tláhuac y su partido, el de
Morena –pero también los de sus carnales incondicionales del PRD–, para llevar
a su hermano Ricardo al puesto
de alcalde en el 2021.
Para
eso, Rigoberto había conseguido
que el adalid de la dizque cuarta
transformación designara a su hermano Ricardo como coordinador de programas integrales de desarrollo
del gobierno federal en la alcaldía de Tláhuac, y ya con la aquiescencia de
los concejales de golpe y porrazo reapareció como el supremo mandamás de la
demarcación, gracias a conmovedor mensaje que el concejal Edgar Martínez subió a su página de
Facebook.
Si
a eso se agrega que debido a la estulticia e incapacidad política –y en
todos los ámbitos– del alcalde, quien en lugar de fortalecer su figura con el
trabajo transparente y respetuoso, como la ley ordena, con los concejales, el
trastrocamiento que sufrió por haberse trepado al tabique de las ínfulas de
poder y verse como virrey de comarca, los de la concejalía que andaban de
revoltosos acabaron por ir a rendirle pleitesía a quien presuntamente le había
abierto las puertas al crimen organizado en Tláhuac.
El
mensaje de Edgar Martínez, de
quien aquí NosotrosMSR anticipó
su brinco del PRD a Morena en estos días –lo que se ve no se pregunta, como dijo el ilustre filósofo de
Ciudad Juárez–, justificó el irse a refugiar a los brazos de quien finalmente
sí les dio el trato de concejales, de la siguiente manera:
«Quiero
agradecer el trato institucional que hemos recibido de diversos
representantes populares de nuestra Alcaldía (la Santísima Trinidad figurada en el personajazo de Tlahuita la
bella), entre ellos y muy particular al Diputado (así, con mayúscula para que el culto a la personalidad muestre la sumisión
largamente contenida) Rigoberto
Salgado Vazquez (sin acento, peccata
minuta emanado quizá de la conmoción sentida
por rendir pleitesía al cuasi prócer como seguramente debe advertirlo el conmovido
concejal) quien de manera pronta y atenta a nuestra investidura de
Concejales (porque así requerirán
estos que de ahora en adelante el vulgo los trate, rapidito y sin chistar,
sobre todo cuando reabra sus puertas la Carreta del Pacífico) nos
atendió para revisar el tema del Presupuesto de la Alcaldía (y quién mejor entonces para
aleccionarlos acerca de cómo gastar el presupuesto que aquel que ya sabe cómo
hacerlo), además de diversos temas que aquejan a nuestra comunidad (porque con seguridad también hablaron de
la cuestión del crimen organizado), el trabajo en conjunto y sin
distinción partidista (principalmente
si se trata de morenos y perredistas, hermanos de lucha izquierdosa) debe
ser garante en una democracia como la que impera en la ciudad (donde las amenazas de muerte que según
este concejal había recibido del «Rigoñas» vía troles en Facebook apenas el año pasado ya quedaron en el
olvido y todo por la bendita democracia, para que le quede claro a los
insidiosos), siempre antepondremos el interés particular por el
bienestar comunitario (¡Viva Tláhuac,
ca’ones!, que por la virgencita de Guadalupe hasta parece que este
magnánimo concejal habla igualito que Cuauhtémoc Blanco), para
devolverle a Tláhuac su esencia tranquila» (y su carácter de agachona, le faltó decir, ante los logreros
oportunistas que de ella se han llenado los bolsillos tantos años).
La única concejal que no fue al besamanos con el
ínclito diputado fue Abigaíl Cala Camacho, del Partido Verde Ecologista de México
(PVEM).
El resto es una historia bastante repetida y
conocida en Tláhuac. Después de todo son tan predecibles… ¡Al tiempo!
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