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El priista Emiliano Aguilar con el alcalde morenista de Tláhuac al felicitarlo de manera efusiva y calurosa |
Para
quienes allá por los meses de mayo y junio llegaron a preguntarse por qué
en Tláhuac Emiliano Aguilar casi no había hecho campaña como candidato del Partido Revolucionario Institucional
a dicha alcaldía, tras de haber recurrido a sus mafiosos amigos del PRI
para obtener la candidatura por encima de gente honorable y honesta, hoy después
de verlo en su deplorable condición de lambiscón y zalamero con Raymundo Martínez Vite en el acto
de presentación en sociedad del morenista, podrán entender el porqué del comportamiento
desvergonzado y simulador ya no solamente de éste, sino de todos aquellos
priistas que por décadas en Tláhuac han mangoneado al partido para posicionar
sus intereses personales y de negocios a costa de servir de paleros a los
que por acuerdos cupulares son quienes deben ganar la elección.
Ahí
está la explicación al por qué quien tiene fuertes intereses en las minas
de la Sierra de Santa Catarina, de donde diariamente se extraen grandes cantidades
de tezontle, arena, graba y hormigón para las construcciones de la Ciudad, nunca
realizó un solo recorrido de campaña, simplemente se conformó con enviar a un
contingente de promotores del voto a asolearse por Avenida Tláhuac, debido
a que desde mucho antes ya tenía acordado con el hoy alcalde local las marrullerías
que pondría en práctica para ayudarlo a ganar. Tal para cual… De ahí que a Emiliano le preocupara más atacar
en el periodiquito que se mandó imprimir en dos números al empresario Alejandro Durán, al evidenciar que
no había aprobado el examen con el que su partido simula democracia cuando
en realidad es aplicado para deshacerse de quienes no son los elegidos por
la cúpula, pero sobre todo cuando el propio Emiliano ya lo habría reprobado años antes de que la pandilla
tricolor lo dejara pasar.
Sin
embargo, esto que se vio hoy ha sido la vieja historia del PRI en Tláhuac,
y en nuestro espacio de NosotrosMSR
abundan los capítulos donde Emiliano
ha servido de contlapache, primero de los perredistas, como después de los
morenistas, sólo que en esta ocasión el daño que le ocasionó a su malogrado
partido por emperrarse en conseguir la candidatura y después en ponerle piedras
en el camino a los demás candidatos para que ganaran los de Morena, las consecuencias
habrán de ser irreversibles, sobre todo porque hartos de tanta artimaña y simulación
jóvenes militantes, aunado a quienes se fueron con el empresario filántropo,
terminaron también por alejarse definitivamente del tricolor.
Así
las cosas, que con su pan se lo coman. La historia de las elecciones
pasadas están plagadas de alianzas y pactos entre lo más repulsivo del priismo,
y no solamente en Tláhuac, sino en todo el país, no digamos Durango donde
los hermanos Salgado Vázquez
manejan Morena a su antojo y las candidaturas se las confirieron a sus
aliados en lugar de a sus correligionarios. Finalmente, es la dizque «cuarta
transformación» de la que, como vienen las cosas, nomás habrá de ser más de
lo mismo… Al tiempo.
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