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En la preparatoria más de la mitad de los estudiantes ya ha desertado |
El «juvenicidio» es el
asesinato sistemático de la población joven y constituye un proceso de «desciudadanización»
de jóvenes mexicanos que se incorporan a las células del crimen organizado.
El término de «juvenicidio»
fue acuñado en 2012 por José Manuel Valenzuela Arce, investigador de El
Colegio de la Frontera Norte (Colef), partir de la publicación de su libro Sed de mal. Feminicidio, jóvenes y
exclusión social, y de forma similar a como ocurrió con el feminicidio, llamó así a dicha problemática
social en países latinoamericanos y otras partes del mundo.
En tanto que con la «desciudadanización»,
de acuerdo con Hugo César Moreno Hernández, investigador de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), un ciudadano pierde sus derechos
políticos, y esto comenzó a observarse a través de fenómenos migratorios en
los que la población juvenil es uno de los sectores más afectados.
En el caso de México, advirtió,
la «desciudadanización» es evidente en la forma en que se combate la
delincuencia organizada. «Si mueren jóvenes en un enfrentamiento, el hecho ya
los criminaliza y los coloca en otra situación en que el delito del que
fueron víctimas no se va a perseguir», indicó.
Jóvenes y crimen organizado
Presentar un panorama
sobre cómo se insertan los jóvenes en las estructuras de la delincuencia
organizada y observar cómo este fenómeno se vincula con las circunstancias
económicas y culturales del país, es el trabajo que desarrollan
investigadores en Guerrero, Veracruz, Sinaloa y Ciudad de México.
Moreno Hernández aseguró
que las investigaciones pretenden abonar teórica y empíricamente al estudio y
comprensión del «juvenicidio».
«La inserción de los
jóvenes en estas estructuras se hace de la manera más baja, son el eslabón
más débil de las organizaciones, muy pocas veces llegan a ser líderes
importantes o manejar recursos propios y se convierten en una fuerza de
trabajo muy valiosa, pero muy barata», señaló.
Es a partir de entonces
cuando da inicio el proceso de «desciudadanización», que implica procesos
legislativos y políticos mediante los cuales se producen sujetos sin derechos
y así los jóvenes pierden sus cualidades antropológicas como edad y raza, para
convertirse únicamente en delincuentes.
Refirió que la «desciudadanización»
no sólo se observa en el combate al narcotráfico, porque el crimen organizado
abarca ya otros delitos como extorsión, secuestro, tráfico de personas, armas
y piratería.
En esas estructuras, los
jóvenes pueden desempeñar labores desde mensajería hasta la desaparición de
cuerpos o sicarios.
Para documentar el
proceso, los investigadores trabajan con jóvenes en reclusión; en otros
casos, desarrollan trabajo en campo, como ocurrió en Tierra Caliente y
Zihuatanejo, en el estado de Guerrero, y en Iztapalapa, en la Ciudad de
México.
«Ahí las investigaciones
son más de corte antropológico y se trata de comprender más los rasgos
culturales que el dato cuantitativo», precisó el investigador.
Calificó de complejo el obtener
datos cuantitativos en torno al fenómeno; sin embargo, mediante el monitoreo
de homicidios en el país derivados de la operación de células delictivas, han
observado que en el grueso de los asesinatos las víctimas tienen entre 19 y
30 años de edad.
«No hemos desarrollado
una metodología cuantitativa que permita vislumbrar cuántos jóvenes están
enrolados en las organizaciones delincuenciales pero el número de homicidios
nos da una idea», indicó.
Precarización del sector
juvenil
En tanto que para
Valenzuela Arce, la presencia del crimen organizado y la respuesta que a
partir de 2006 emprendió el Estado, ha resultado en la precarización de las
vidas de jóvenes mexicanos.
«Los jóvenes son una
parte central de las personas que están siendo asesinadas dentro de la
violencia que estamos viviendo: más de 200 mil asesinados y 30 mil
desaparecidos. Esto nos obliga, es parte de la apuesta investigativa, a
tratar de entender qué es lo que está ocurriendo con los procesos vida-muerte
juveniles», expresó.
Dijo que la
precarización del sector juvenil es multifactorial, ya que inciden
condiciones como el empleo informal y su baja remuneración, además de la
educación, que funge como uno de los ejes centrales que enfrenta mayores
desafíos.
«En la preparatoria, más
de la mitad de los estudiantes ya ha desertado, la mayoría de los jóvenes persistentes
que terminan una carrera universitaria no va a trabajar en lo que estudió y
el desempleo es desproporcionalmente mayor en ese rango», subrayó.
A la precarización
económica y social se suma el fenómeno migratorio, jóvenes que salen del país
en busca de condiciones para desarrollar sus proyectos de vida.
«Se van a vincular esta
precarización económica, una precarización social, una precarización de las
instancias de justicia con su correspondiente precarización de los ámbitos de
participación ciudadana», indicó.
Para Valenzuela Arce la
conjugación de todas estas condiciones ha provocado en los jóvenes mexicanos
la ausencia de confianza hacia las instituciones gubernamentales, lo que
incluye los procesos político-electorales.
«De acuerdo con la
Encuesta Nacional de la Juventud 2000-2005, los jóvenes no creen en las
instancias de procuración de justicia, no creen en la clase política, no
hacen diferencias cualitativas entre un policía, un judicial o un
narcotraficante», apuntó.
Analizar para prevenir
Las investigaciones
desarrolladas por Valenzuela Arce y sus colaboradores han documentado la
precarización de la vida juvenil en México y los lamentables casos que
terminan en muertes impunes.
«Es una realidad muy
doliente lo que estamos viviendo en Latinoamérica y otras partes del mundo,
es hacer visible esta situación de muerte, donde el asesinato ocurre de
manera principal con la articulación de distintas formas de precarización
social», expresó.
Explicó que no se trata
solamente de observar la muerte en el sector juvenil como un dato
cuantitativo, sino identificar las distintas situaciones que abonan a la
precarización de sus vidas hasta llevarlos a un trágico final.
«Nuestra función no es
contar jóvenes asesinados, nuestra función es estudiar, analizar, interpretar
los escenarios que están generando, produciendo y reproduciendo esa muerte,
para que no siga ocurriendo», asentó.
Fuente: Conacyt
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