Mercado Sobre Ruedas |
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Lo revelado ayer por
el panista Santiago Creel acerca
de que operadores de Morena,
específicamente de Tláhuac, se encuentran en Aguascalientes y Durango
donde habrá elecciones el domingo, a fin de ayudar a las candidatas del partido oficial con las marrullerías que
se han vuelto ley, no es nada nuevo. «Gente
de Iztapalapa y Tláhuac encabezan contingentes morenistas que piensan
intervenir en la elección de Aguascalientes», dijo. Otros grupos ya operan en Durango y la instrucción es que, a las
buenas o las malas, Morena se lleve el carro completo el domingo 5. Si trasladar contingentes no es un delito electoral, la idea de los operadores sería la de ensuciar la elección para llevarla a los tribunales. El caso es que en Durango se encuentra desde hace más o menos un mes el «Innombrable» de Tláhuac. Diestro en la compra del voto con dinero del narco. La cuestión es saber con qué cártel Morena hizo alianza, si con el del Pacífico –que es al que le franquiciaron el estado desde los tiempos de Felipe Calderón–, o con el Cártel Jalisco Nueva Generación, que puja por arrebatarle territorios a aquellos. Porque en esas tierras los que mandan, de plano, son las organizaciones criminales.
El presidente López podrá decir lo que
quiera, y responderle a Porfirio Muñoz Ledo lo que guste y antoje, para regodeo y deleite de su legión de seguidores, la realidad es que el narco es el gobierno real dentro del gobierno de la simulación. Al menos en
el vasto territorio del Norte de la República, donde la percepción ciudadana
en el sentido de que el presidente
encubre, protege y se subordina a los dictados de organizaciones criminales
es generalizada. Aun con sus peroratas de que él no es Calderón ni es corrupto, ni la serie de patrañas que
esgrime a cada rato para consumo de sus abyectos seguidores, y que componen la
farsa que se empeña en representar, pero hace una semana el presidente López se exhibió como el más execrable de quienes han desfilado
por la primera investidura, al salir a declarar que allá todo está bien y con su grotesco cantinfleo calló los cuestionamientos de los
reporteros. Si hay alguien que
sí puede ser tachado como uno de los
más grandes traidores a la patria por haber refrendado el pacto de Felipe
Calderón y Enrique Peña Nieto con los cárteles del narcotráfico, es el
inquilino de Palacio, el mismo que se ostenta como comandante supremo de las
fuerzas armadas y no pasa de ser el sumiso e indulgente brazo político de las organizaciones criminales. Por consiguiente,
los resultados de las elecciones del
próximo cinco de junio torcerán por candidatos apoyados con recursos del
narco, debido a que podrán disponer de cash para la compra de votos y la movilización de votantes a las
casillas. A final de cuentas, es la nueva realidad de un México donde la clase política acabó por ser la
servidumbre del narco, y entre las patas se llevó al Ejército.
Repetimos, esto no es culpa solamente de López y su recalcitrante mafia del poder, no; la entrega del
territorio a los narcos comenzó desde varios sexenios antes. La expresión del ¡Que no le digan, que no le cuenten!, empleada
por merolicos y charlatanes del México que ya perdimos –personajes populares que
se significaron por ser una especie de juglares de la medicina y el dolor, eficaces
vendedores del mágico tónico fosfovitacal–,
es retomada por el presidente López para ocultar a su pueblo bueno y sabio, e ingenuo sin conmiseración, los acuerdos y
convenios con las organizaciones criminales. Después de todo, eso –lo de los
retenes– sucede en todo México, según justificó y dicho ésto cambió
cínicamente de tema. El que
no le digan, que no le cuenten ha sido incorporado al discurso cuatrotero del yo no soy Calderón que el inmaculado de Palacio le receta como
diazepam verborreico a su legión de seguidores en grandes dosis mañaneras,
con su correspondiente porción de tubérculo fragmentado en consignas que van
desde la cero impunidad en mi gobierno
o nadie por encima de la ley,
pasando por el no somos iguales o primero los pobres y la salud es primero hasta el no me vengan con que la ley es la ley. Independientemente
de lo que establezcan las encuestas-sastre
–por aquello de estar hechas a la medida del cliente–, quien gane el próximo cinco de junio será porque tuvo el apoyo de una
organización criminal, empezando por quienes contienden por el cargo de
gobernador o gobernadora. Negar esto es entonces porque se es beneficiario del pacto
con el narco, y el real gobierno se da en varios estados de la franja del Pacífico, territorios
donde gobernadores y alcaldes simplemente son pura simulación, son los gatos
del narco. Lo sucedido de unos
años a la fecha en períodos de elecciones permite establecer que todo
aquel candidato que se niega a pactar con el narco lo paga con su vida. No
hay vuelta de hoja. Quien no se pliega a la voluntad de las organizaciones
criminales su destino está en la paz de los panteones. Y no vamos lejos. En la contienda electoral del año pasado en la alcaldía
Tláhuac, un candidato distinto al del
partido oficial que contendía por el cargo de alcalde iba adelante en las
encuestas. Había motivos para eso, la tragedia del desplome de una trabe de
la Línea 12 del Metro influía para
que la población no quisiera saber más de morenistas; sin embargo, la víspera
de la elección varios desconocidos con pinta de malandros y armados,
comenzaron a visitar en sus domicilios a pobladores de pueblos como Mixquic y
Tetelco para advertirles que debían votar por los candidatos de Morena si no
querían sufrir consecuencias en sus comunidades. Aunado a la compra de votos
el día de la votación, acción que fue documentada por la periodista Anabel Hernández, la tendencia fue revertida y ganaron
los candidatos del partido oficial, así que de nada sirvió que las encuestas
indicaran que otro candidato podía imponerse al aparato cuatrotero de las narco gestiones en Tláhuac. Durango, ¿para el cártel
del Pacífico o para el CJNG? Pareciera ser que en
Durango el triunfador será el candidato
que represente los intereses del Cártel del Pacífico, debido a que se trata
de un territorio franquiciado a esa organización desde el sexenio de Felipe Calderón. Habrá que ver por
qué opción torcieron, si por la alianza Va por México o por la candidata de
Morena, Marina Vitela, la de las treinta y tantas casas. Para el gentil sabio de pueblo y anestesiado devoto –por los efectos de la dosis mañanera de
diazepam aplicado vía verborreica– del presidente
López, la versión de que Vicente
Fox dejó escapar al Chapo Guzmán
del penal de Puente Grande y que después Calderón y Peña Nieto hicieron lo mismo y
pactaron con el capo, es la que cuenta para sus seguidores, donde ya no les gusta a éstos es cuando sale a la luz la hipótesis de que López, el
presidente, pactó con el narco y que para ellos busca la permanencia de Morena en la Presidencia. Así que cuando éste les dice que es diferente y que en
Sinaloa no sucede nada y es tierra de gente buena, el sector que lo respalda le cree a pie juntillas, aun
cuando fue López el del polémico encuentro con María
Consuelo Loera Pérez, mamá del Chapo, y en la inicial captura paró al Ejército y le
ordenó liberar a Ovidio Guzmán Loera. El famoso incidente
del retén que vivieron periodistas en Sinaloa el pasado fin de semana y que
mucho molestó a López el inmaculado
que se haya dado profusa difusión, es lo común en todo el Norte del país. ¡Cómo no saberlo! En
los vastos territorios la gente convive con sicarios y el presidente
municipal y su séquito de colaboradores y regidores simplemente son los gatos
de aquellos. Los correveidile de los capos. Ellos son la policía que cuida a
los pobladores, son los que imponen los castigos a quien osa robarle algo a
alguien. Las reales policías municipales son simples peones del narco, incluso estos son los que establecen los retenes en las
carreteras, fungen como halcones para checar quién entra o quién sale de los
pueblos. Entonces, ¿para qué López
se hace el estulto? Si quiere seguir engañando a los mexicanos que vaya a
hacerlo con la más arcaica de su progenie, pero que no ofenda la inteligencia
de un gran sector de la población mexicana. Es cómplice de los
escenarios de narco violencia en el territorio nacional, eso es un hecho que
ya no puede quitarse fácilmente con sus dichos distractores de cargarle todo
a Felipe Calderón y Genaro García Luna. López es el brazo político de los
sicariatos. ¡Quién lo iba a creer! Y en las meras narices de los implacables
políticos de allende del Río Bravo, donde se consideran la policía del mundo
y se dicen ser el país más poderoso del orbe… ¡Cosas veredes en tan patética y grotesca cuarta simulación! |
viernes, 3 de junio de 2022
En el México de la 4T políticos acabaron en ‘gatos’ del narco
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