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Uno de los memes que inundaron las redes sociales con motivo de la farsa |
La
pelea de Julio César Chávez Jr
y Saúl «Canelo» Álvarez es el mejor ejemplo de lo que significa
una exitosa farsa pugilística con el apoyo publicitario –pagado por supuesto
con derechos de transmisión– de la televisión para beneficio de quienes
explotan el negocio del boxeo, o lo que queda de éste… Es también el más
claro botón de muestra de que el boxeo mexicano se encuentra en terrible crisis,
ante la carencia de grandes ídolos del tipo Rubén Olivares, «Mantequilla»
Nápoles, el propio Julio César Chávez, Salvador Sánchez o
Carlos Zárate, por mencionar solamente a estos… Y es que al lado de
esas figuras que dieron lustre y gloria al boxeo nacional, los de anoche sólo
pudieron figurar como un patético par de mamarrachos incapaces de provocar el
más mínimo entusiasmo entre los aficionados, debido a que uno pareció que lo
fueron a sacar de una parrillada sinaloense con los cuates para que se echara
unos rounds de sombra y unos pesos a la bolsa, y al otro porque fue incapaz –quizá
porque así estaba convenido en el guión para que no fuera a lastimar al Junior– de ponerlo cuando menos una
vez en la lona ante su exasperante pachorra… La bolsa de la pelea, de manera
extraoficial, es que «Canelo» se
embolsó anoche solamente por flotar sobre el cuadrilátero ante un bulto
cuya único mérito es el de ser «hijo de leyenda», una cantidad que supera los
20 millones de dólares… En tanto que las ganancias del engreído Chávez
Jr no rebasaron los 10 millones de
dólares… Y como la pelea se llevó a cabo en Las Vegas, el mayor centro de
diversión, espectáculos y apuestas en el mundo, solamente en Estados Unidos
la pela generó más de 60 millones de dólares en beneficios para los
organizadores… Como los gringos son los amos en eso de montar espectáculos
para dejar al público boquiabierto, las 20 mil entradas para la pelea del año
literalmente volaron en la taquilla del Mobile Arena, con precios que iban de
entre los 75 dólares la más barata hasta los 1,500 la más cara… Pero como
allá sí está permitida la reventa, y debido a las pocas horas en que
estuvieron a la venta las 20 mil localidades, hubo quien pagó hasta 30 mil
dólares por un ticket para la pelea entre quienes –se aseguró de manera convincente–
se iban a deschongar en el
cuadrilátero debido a que ya llevaban más de cinco años mentándose la
progenitora. Sin embargo, aquellos parecieron dos argüenderos de la jaula de las locas (sí, el antro del
filme La Cage aux folles), por las
cachetadas guajoloteras que le propinaba
uno al otro, y las orejas de coliflor (por traumas continuos en el pabellón
auricular) que hasta como con sadismo ponía el otro… Según estimaciones, en México
la audiencia por la televisión pudo superar los 40 millones de espectadores a
través de las dos televisiones públicas que la transmitieron (Televisa y TV
Azteca)… El gancho para atraer la atención de los aficionados fue que a sus
31 años el junior aventajaba en
triunfos a su oponente, porque había ganado dos peleas más, mientras que «Canelo»
con 26 años, tenía récord de 48 peleas, por un empate y una derrota, con 34 nocauts…
Otros ganones del fraude de pelea
fueron las casas de apuestas obviamente, las que habían dado cuotas más
generosas por el triunfo de Chávez que para el de «Canelo», lo que
significaba que el amplio favorito era Álvarez, aunque minutos antes
de la pelea, la distancia se había acortado… El caso es que la pelea resultó
vil simulación sobre el cuadrilátero y la gente quedó decepcionada… A la
espera de que algún día vuelvan a surgir grandes ídolos del boxeo que sin
echar tantas habladas para los sensacionalistas medios de difusión,
simplemente subían al cuadrilátero a fajarse como los buenos contra el rival
que les pusieran, y no como se estila ahora que los organizadores de peleas
convierten a cualquier piltrafa en boxeador estelar… Lo cierto es que quién sabe
por qué anoche algunos al ver al «hijo de la leyenda» con los brazos pegados
al cuerpo, como si le apestaran las axilas por no haberse untado algún desodorante,
recordaron a Jorge Kahwagi, quien en su faceta de pugilista veía cómo
sus contrincantes se iban a la lona aun antes de que les pusiera el puño
encima… Quizá algo haya de cierto en eso de que al «Canelo» le salió lo
samaritano y por recomendación de la leyenda misma no tuvo de otra más que
compadecerse del pobre Junior y no
pegarle tan fuerte como para dejarlo tirado en la lona… Al tiempo.
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