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| La Ciudad de México desde el Templo Mayor |
Para
el etnólogo Luis Barjau, quien ha
dedicado más de 30 años al estudio del mito en la cultura de los pueblos
originarios, la fundación hace alrededor de 700 años de México-Tenochtitlan,
en la adversidad pura y a pesar de la tortuosa historia mexicana, tuvo la
resonancia de poner los cimientos de un nuevo país, el nuestro, en el
concierto de las naciones… «Después de la caída de México-Tenochtitlan y
de la independencia de España, el símbolo concentrado ondea hoy en la Bandera
Nacional. La fundación mexica resultó así una voluntad de sobrevivencia, de
lucha y de poder contra un entorno plagado de cuerpos ancestrales que
rechazaban el sedentarismo de los advenedizos, una voluntad que se convirtió
en la metrópolis central y superior del vasto territorio mesoamericano»,
dijo el director de Estudios Históricos del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, al hacer un análisis del mito y los símbolos
fundacionales… Durante una conferencia en el Museo del Templo Mayor, hizo
hincapié en los filtros que rodean la interpretación de los mismos y que, no
obstante, han permito su preservación al paso de los siglos. Uno de ellos es
que sean las crónicas de los siglos xvi,
que configuraron la biblioteca mexicana en su nivel inicial, los testimonios
que recogen estas narraciones… «Los mitos mexicanos y también la historia
antigua de México —dijo— no fueron escritos por sus protagonistas indígenas,
sino por europeos conquistadores e indígenas cristianizados y
occidentalizados. Dicha escritura se estampó en castellano porque el náhuatl
y el resto de las lenguas carecieron de escritura gramatical»…
En ese sentido, los escritos en náhuatl de los siglos xvi y xvii
son los primeros textos de lenguas indígenas estructurados y necesariamente
ajustados al molde de las lenguas romances, concretamente el castellano y el
latín… Todos estos filtros a considerar asemejan al mito «a
una escultura de barro que fuera modelada por muchas manos»,
aseguró en el Auditorio Eduardo Matos
Moctezuma… El autor de Pasos
perseguidos, La conquista de la
Malinche y Náufragos españoles en
tierra maya citó que, por ejemplo, del mito mexicano de las edades o
soles existen al menos ocho versiones distintas, algunas reportan tres soles,
otras cuatro, otras cinco. Sobre el significado del nombre de México ocurre
lo mismo, sobre la fecha y la aparición de México-Tenochtitlan también… «Así
que sobre el mito y los símbolos fundacionales también prevalecen varias
versiones distintas»… Alrededor del mito
sobre la fundación de México-Tenochtitlan hay varios puntos a destacar, entre
ellos, la peregrinación de los mexicanos a partir de un punto unívoco,
ancestral y esencial del norte del continente: Aztlán, el cual era concebido
por los propios aztecas como un referente iniciático, prístino de la historia
de la humanidad… «El objeto de la peregrinación es alcanzar un
destino o un lugar final (el corazón de la Cuenca de México) como justo e
inmejorable para el desarrollo de aquella sociedad. La guía de tal
peregrinaje es divina y onírica, pues la deidad marca la ruta a través de los
sueños»,
aseveró el también antropólogo al recordar que los teomamas o grandes
sacerdotes eran los intermediarios entre el pueblo mexica y su dios tutelar
Huitzilopochtli… «La propia deidad —abundó— es una
construcción humana, el guía originario, en su caso Mezitin, después
desdoblado en Huitzilopochtli, esencialmente un hombre que alcanzó el
liderazgo de un guía y de ahí su deificación», indicó…
Durante la peregrinación también sucedieron escisiones, una de ellas en
Pátzcuaro, donde los teomamas, siguiendo los dictados del dios, dispusieron
abandonar a los ancianos inútiles. Otra más ocurrió en Malinalco, ahí se dejó
a su suerte a Malinalxóchitl, otro de los nombres de la diosa Coyolxauhqui,
hermana de Huitzilopochtli… Según refirió Barjau, algunas de las interpretaciones que se han formulado sobre
este hecho apuntan a que el desamparo de Malinalxóchitl se hizo con el fin de
apartar a las mujeres del culto… El corazón de Copil, hijo de Malinalxóchitl,
se convertiría a la postre en el símbolo de arraigo. Sobre él se posaría un
ave: sol, guía, dios y simultáneamente una deidad femenina: Malinalxóchitl,
su madre. La señal que Huitzilopochtli diera para fundar la ciudad sagrada de
su pueblo… «El
alimento divino es base de la fundación, el alimento del águila es ave
también y a la par serpiente, ya que esa alternativa está reportada por
fuentes escritas, pintadas y esculpidas», explicó…
«Consumada
la implantación del símbolo —concluyó Luis
Barjau—, los mexicas instaurarían la guerra para someter a las naciones
próximas, proceso que desarrollaron con éxito durante su historia hasta ser
vencidos por los españoles en 1521»… El ciclo e conferencias La plaza principal, su entorno y su
historia, que se lleva a cabo en el Museo del Templo Mayor, continuará el
25 de septiembre con «La batalla de Tenochtitlan»,
por José Rubén Romero, a las seis
de la tarde. La entrada es libre… ¡Hasta el miércoles!
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