| ¡San Alejo, líbranos por favor de estos...! bárbaros alcaldes que en su vida han abierto un libro de biología |
Para estulticias de sandios oportunistas de la
grilla politiqueril no gana uno,
porque lo que hicieron seis alcaldes
de Morena en la Ciudad de México el pasado 19 de febrero sólo puede ser
calificado de ecocidio, de acuerdo con la información que dio a conocer el
diario El País, único medio que consignó la imbecilidad de los
figurines de pacotilla en Xochimilco,
tras de que el gobierno capitalino tiene sometidos a través de convenios
publicitarios a las grandes empresas comunicacionales para salvaguardar la
imagen pública de Claudia Sheinbaum,
aspirante a la candidatura presidencial.
La reportera Beatriz
Guillén relata cómo ese día los ineptos alcaldes subieron a una trajinera
con ajolote en mano –porque de entrada los anfibios no deben ser tomados por
la mano de un humano–, para protagonizar un acto al que llamaron Ajolotón,
pero que para los biólogos simplemente fue una masacre de estos anfibios mexicanos
en peligro de extinción.
Los alcaldes, con el anfitrión a la cabeza, José Carlos Acosta (Xochimilco); Berenice Hernández Calderón (Tláhuac);
Judith Vanegas Tapia (Milpa Alta);
Clara Brugada (Iztapalapa), Francisco Chíguil (Gustavo A. Madero)
y Armando Quintero (Iztacalco), «sacaron
a los animales de sus peceras de conservación, los colocaron sobre el pasto,
los agarraron como peluches, se hicieron muchas fotos y después los aventaron
al agua en una de las zonas más contaminadas de estos canales al sur de
Ciudad de México», apunta la reportera.
A decir del investigador y veterinario de la UNAM,
Horacio Mena, estudioso de los
ajolotes por más de 14 años, los anfibios no debieron sobrevivir más de tres
horas, pero según los estultos morenistas, con el burdo show que montaron «ayudó
a preservar la especie».
El País
refiere que en 1998, la investigadora Virgina
Grague, pionera en estudiar a estos seres únicos, completó el primer censo
en el humedal: había unos 6.000 ajolotes por kilómetro cuadrado. Pero el
mismo censo, levantado con el mismo método, reveló en 2014 que en cada
kilómetro cuadrado ya solamente había 37.
Sin embargo, por lo visto los que sí crecen en
número y son inmunes a los beneficios de la educación, la información
científica y el raciocinio tan necesario en los actuales tiempos para
coadyuvar a la preservación del medio ambiente y, sobre todo, del hábitat del
ajolote y su especie en peligro de extinción, son los políticos morenistas que
proceden como zombis, sin tener la capacidad mínima necesaria para medir las
consecuencias de sus acciones.
«¿Cuánto tiempo pueden ellos –los ajolotes– estar
ahí fuera? ¿Cuánto tiempo podemos nosotros estar con la cabeza sumergida? No
hay que llevar a ninguna especie al límite», explica Horacio Mena, uno de los
autores de la guía internacional de manejo de esta especie, como retoma la
reportera.
El colmo de la gansada
de ese jueves por la mañana, fue cuando Clara
Brugada propuso al ajolote como «símbolo del movimiento de la 4T en
Ciudad de México» por su –haga usted el favor– capacidad de «regeneración»,
dijo al tiempo que mantenía a una de estas criaturas entre las manos.
Para el científico Mena, «a un anfibio jamás lo
debes agarrar, son muy sensibles y puedes pegarles bacterias que no hay en el
agua», pero ¿qué se podía esperar de unos usufructuarios de los cargos
públicos que jamás se han interesado por abrir un libro de biología?, como se
puede ver con el acoso a científicos mexicanos por parte del presidente López
y su llamada cuatroté.
Tras de que los biólogos protestaron porque
ninguno de los políticos tuvo el sentido común de parar aquel «deplorable»
show, la doctora en Ciencias de la
Sustentabilidad, Cristina Ayala, dijo muy molesta vía telefónica a El
País que los alcaldes demostraron la «falta de conocimiento de la
biología, de los animales y de la ecología del lugar», además de que hubo «cosas
muy básicas que fueron pasadas por alto».
La estolidez de la banda de analfabetas funcionales
de la 4T quedó, como es habitual entre esta nueva mafia del poder, sin ningún
castigo, pero servirá de ejemplo a la sociedad mexicana de como a estos
bárbaros enquistados en el poder sólo les importa su proyección política así
tengan que aprovechar la infeliz circunstancia de una especie que está en
inminente riesgo de desaparición.
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