jueves, 18 de mayo de 2017

Al final de su gestión Peña Nieto voltea a ver a periodistas asesinados

Con rostro de compunción lamenta que en su gestión 34 periodistas han sido ejecutados, de los cuales seis han sido este año | La condición y percepción profesional de hacer periodismo se basa en la pasión y convicción de estos | El periodismo de alto riesgo en México no es el de la lisonjería ni la adulación, como conciben esa profesión los de la clase política y demás allegados | Campañas de intimidación y desprestigio, lo más común para periodistas que denuncian corruptelas y complicidades

El cobarde y artero crimen del periodista sinaloense Javier Valdez Cárdenas desató en esta ocasión la indignación unánime de la clase política, la cual se manifestó en discursos y declaraciones, así como en promesas de acciones y de investigaciones como para demostrar al gremio que al menos de ese grupo no salieron las balas que acallaron a quien se dedicaba a registrar las actividades de los cárteles del narcotráfico y sus cabecillas… Llamó la atención ese rostro de compunción que en ninguno de sus cinco años anteriores de gestión mostró el presidente Enrique Peña Nieto ayer miércoles durante un acto en Los Pinos en los que pidió guardar un minuto de silencio, justo en el Salón Adolfo López Mateos donde sabido es entre los reporteros de la fuente que nadie mueve un dedo si antes no lo autorizan los del Estado Mayor, por aquello de que a los fotógrafos que cubrían el evento se les atribuyeron los clamores de justicia y otras presuntas espontaneidades como la de abrir carpetas de investigación que ahí se escucharon, como si desde el inicio de la administración del mexiquense –cuando se negó a reconocer que había guerra porque andaba más interesado en los aplausos del extranjero para sus acciones– lo escrito por Valdez y muchos otros periodistas acerca de la forma en que operaban los cárteles del narcotráfico en la geografía nacional, le hubiera pasado de noche… Sorprende que apenas hasta ayer Peña y luego de 10 años de guerra, haya volteado a ver la labor periodística de esos comunicadores –marginados de los premios nacionales para informadores, aunque eso de los reconocimientos oficiales les tiene sin cuidado–, cuya condición y percepción profesional de hacer periodismo se basa en la pasión y convicción que los guía en el oficio, debido a que el de la lisonjería y la adulación, como conciben esa profesión los de la clase política y demás allegados, sólo lo realizan los maiceados… Son, a final de cuentas, los periodistas que al igual que los defensores de los derechos humanos resultan molestos al régimen, porque le señalan a los de la clase en el poder sus complicidades y corruptelas, de ahí las campañas de intimidación y desprestigio de las que suelen ser víctimas como represalias a sus señalamientos… Mientras México se ha posicionado por ser el país más peligroso del mundo, sobre todo para ejercer una profesión de alto riesgo como el periodismo, apenas ayer Peña Nieto prometió –aunque quizá por el corto tiempo que le queda en el cargo no lo firmó como solía hacerlo cuando anduvo en campaña– que los crímenes contra periodistas no quedarán impunes, que van a encontrar a los responsables de los crímenes de Javier Valdez y al menos los que han sido abatidos este año como Cecilio Pineda Brito –periodista independiente muerto el dos de marzo en Guerrero–, Ricardo Monlui –columnista muerto en Veracruz el 19 de marzo–, Miroslava Breach –reportera de La Jornada asesinada cuatro días después frente a su casa en la ciudad de Chihuahua–, Maximino Rodríguez –periodista de Baja California Sur muerto el 14 de abril– y Filiberto Álvarez –reportero de radio en Morelos asesinado el pasado dos de mayo–… El presidente anunció, junto con los gobernadores del país y el cuerpo diplomático acreditado en México como testigos, la puesta en marcha de tres acciones para proteger a los periodistas: El fortalecimiento de la estructura y presupuesto asignado al mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos y periodistas –tras del fracaso del Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas creado en 2012 durante el sexenio de Felipe Calderón–; asimismo, el establecimiento de un esquema nacional de coordinación con las entidades federativas y un protocolo de operación para reducir las situaciones de riesgo y, por último, el fortalecimiento de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión de la Procuraduría General de la República –misma que no ha servido para nada y ni presupuesto le autoriza el Congreso–… Por lo pronto, a Peña por fin le quedó claro, como bien lo recordó ayer en su discurso de Los Pinos, que del 2000 a la fecha han sido asesinados en México 107 periodistas; en lo que va de la actual administración, 34 han sido ejecutados, de los cuales seis han sido este año tal y como lo anotamos líneas arriba… Habrá que ver si como dijo Peña, el Estado en su conjunto asumirá por fin su obligación de otorgar garantías a los periodistas –principalmente aquellos que son molestos al régimen por su labor de denuncia– para el desempeño de su profesión, «especialmente –aseguró– ante la amenaza que hoy –¿hoy presidente?– representa el crimen organizado, que en ocasiones –¿en ocasiones presidente?– está infiltrado en instancias de gobiernos locales de ciertas regiones del país –¿ciertas regiones presidente?, y ¿no contempla la posibilidad de que también lo esté en delegaciones de la capital?–… «No se mata la verdad matando periodistas», dijo Peña ayer cuando se acercó al templete donde son colocados los fotógrafos–, pero también es cierto que no se mata la verdad con presiones desde Los Pinos al dueño de una empresa comunicacional para que despida a un periodista incómodo. Porque de esos casos está lleno el gremio, y sin embargo, también son atentados a la libertad de expresión que la mayoría de las veces pasan desapercibidos.

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