Mercado Sobre Ruedas
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El contrabando no sólo tiene que ver con drogas o el
tráfico masivo de una mercancía, también se da en pequeña escala y es aquel que
no tiene la finalidad de comerciar, sino únicamente de no pagar impuestos,
como es el contrabando de automóviles en la frontera norte de México, señaló Alberto
Barrera Enderle, doctor en historia por la Universidad de California y actual
investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social (CIESAS
Noreste).
Dijo que su investigación se centra en el
contrabando de autos por lo que analiza cómo choca el proyecto de nación
revolucionario con las costumbres y las prácticas cotidianas de la región
noreste del país (Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila), como la de adquirir
muchos bienes de consumo en Estados Unidos e introducirlos principalmente de
forma ilegal a México.
Antecedentes del contrabando automotriz
Durante los años
de 1920 se dio el boom de la industria automotriz, por lo que se
generó una sobreproducción de automóviles y en México aumentó la demanda, aunado
a la poca producción local, por lo que al existir altos impuestos, tenían que
burlar las formas de introducirlos ilegalmente al país, explicó.
Las aduanas se
acoplaron rápidamente a las prácticas de la región noreste, por lo que se
desbocó una gran corrupción en los límites del país. Esto provocó dos tipos
de contrabando: el individual, que son aquellas personas que ingresan un automóvil
sin pagar impuestos, y las bandas del crimen organizado, que comenzaron a
contrabandear el producto para obtener márgenes de ganancia.
A decir del investigador, el flujo de automóviles es
una vitrina para entender el comercio transfronterizo.
«Este contrabando era binacional, lo que implica
que había gente del otro lado de la frontera que también participaba en este
negocio. Había un alto número de robos en Estados Unidos, porque se podía
cambiar fácilmente el número de motor y demás. Después pasaban a México,
donde las autoridades eran parte de este negocio», indicó.
Refirió que
también existía una gran lucha entre el Estado mexicano, es decir, entre el
ámbito municipal, estatal y federal, debido a la importancia de que se
pagaran impuestos en la frontera. Sin embargo, las entidades legalizaban
dichos automóviles a cambio de cierto ingreso.
«Entre 1930 y 1950
se presentó una lucha entre los tres niveles de gobierno por controlar ese
negocio y ese recurso. Por eso es importante saber cuáles eran las negociaciones
que se llevaban a cabo, pues es parte del proceso de contrabando», subrayó.
Evolución de las formas de contrabando
El contrabando
empezó como trabajo de hormiga, es decir, la gente pasaba un auto con permiso
de turista por tres o seis meses, pero el auto jamás regresaba a Estados
Unidos. Después, en ciudades importantes del noreste, terminaban por obtener
los permisos adecuados para que el auto pudiera circular sin problemas,
explicó.
Con el crecimiento
de dicho negocio, grupos criminales de mayor envergadura tomaron las riendas
de este giro, pero trayendo una mayor cantidad de producto. Ahí es cuando se
dieron las relaciones entre autoridades aduanales y gobiernos locales para
permitir el paso automotriz.
«Se observan
esfuerzos de ambos gobiernos por controlar esto –observó–, con políticas muy
claras. Pero lo que sucede en la práctica es otra cosa, hay redes, hay vínculos.
La práctica y vida cotidiana de esta frontera se oponía a los proyectos e intereses
de Ciudad de México y de Washington».
Desde 2014, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió su aprobación al decreto que
regula la importación definitiva de autos usados en la frontera colindante
con Estados Unidos, pero la Secretaría de Economía (SE) decidió postergarlo
hasta 2019.
Sin embargo, la
importación de vehículos usados a México, provenientes de Estados Unidos, ha
disminuido radicalmente, ya que en 2006, de acuerdo con cifras de la
Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), ingresaban poco más de
un millón 500 mil carros previamente usados, mientras que en 2017 la cifra
apenas alcanzó los 147 mil.
Fuente: Conacyt
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