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miércoles, 27 de diciembre de 2023

Sheinbaum acertó al señalar que con Mancera todo fue «pura corruptela»

 

 

Realismo Trágico

Cómo olvidar en Tláhuac el negocio de las grúas y que le debió redituar millonarias ganancias al actual senador, con una empresa particular que literalmente se robaba automóviles estacionados donde sí estaba permitido.

Tuvo razón Claudia Sheinbaum cuando ayer martes arremetió contra la administración de Miguel Ángel Mancera en el gobierno capitalino, porque fue un período en el que los capitalinos vivimos «pura corruptela».

Aquí en este espacio lo anotamos casi a diario durante seis años. El sexenio más gris y anodino de un gobernante en la Ciudad de México fue el del mediocre Mancera. Hasta parece que había llegado «hambreado» al antiguo Palacio del Ayuntamiento frente al Zócalo.

Cómo olvidar a los trogloditas de las grúas que cual viles atracadores con licencia literalmente se «robaban» los vehículos estacionados en lugares permitidos.

Incluso aquí en Tláhuac era preferible dejar el automóvil en casa porque uno ya no sabía dónde se le iban a aparecer los infelices individuos.

En cierta ocasión un «gruero» pretendió enganchar un vehículo propiedad de la Revista Nosotros y que, como era habitual y sin molestar a nadie ni obstruir ninguna entrada, se encontraba debidamente estacionado afuera de nuestras oficinas sobre Avenida Tláhuac.

Jamás imaginó el sandio salteador de vialidades primarias, secundarias y hasta de callejones si se les daba la gana, que los propios vecinos, también a cargo de establecimientos comerciales y de servicios, hartos de la codicia mancerista, rodearan la grúa para impedir que se llevara el vehículo ya enganchado.

En las más de dos horas en que duró el estira y afloja, porque el «gruero» estaba terco en no bajar la unidad, ya para entonces con media avenida bloqueada por la cantidad de vecinos y gente solidaria que se había sumado, y un helicóptero de la Policía capitalina sobrevolando la zona para intimidar, porque ya sabe usted cómo se las gastan estos policías–, los ciudadanos terminaron por enfurecer y se dispusieron a bajar de la grúa al forajido con licencia, cuando entonces, quien fungía como director de seguridad pública en Tláhuac –Vicente Jiménez, de San Juan Ixtayopan–, convenció al empleado de la empresa privada de que no tenía caso que se expusiera ante la multitud enfurecida.

Fue así como el empleado, en un acto de reflexión y por instinto de supervivencia, no tuvo más opción que bajar el vehículo, desengancharlo y retirarse en medio de la rechifla ensordecedora de la gente que le tributó sus correspondientes mentadas de madre.

Esa vez fue la única que vimos perder un vehículo a los del negocio mancerista de las grúas.

Pero tanto llegó a ser el rechazo de la gente contra las torpes acciones de gobierno del susodicho –de quien dicen es el dueño de la cadena de comida Bisquets Manco de Celaya o algo por el estilo–, que en dicha ocasión pudimos medir el nivel de rechazo que Mancera tenía entre la ciudadanía.

No cabe duda que doña Claudia le atinó esta vez.

Se trató de un gobernante que estaba empecinado en negar que en la Ciudad de México operaba el crimen organizado, cuando en Tláhuac Felipe de Jesús Pérez Luna, el «Ojos», instalaba su Cártel de Tláhuac con todas las facilidades que nadie hubiese imaginado.

Tan grande fue la percepción ciudadana de la corrupción mancerista que acabó consolidándose cuando en la Marina Armada debieron esperar a que Mancera, ebrio de poder, un día se fuera a Parral, al norte de la República, a regalar unas patrullas al municipio chihuahuense porque según él tenía posibilidades de ser candidato presidencial, para entonces sí poder llevar a cabo el operativo de captura en Tláhuac del líder del cártel.

Porque en una primera ocasión, cuando en la Marina Armada quisieron detenerlo, cometieron el error de notificarle a Mancera que iban a venir por el «Ojos» y alguien de la policía capitalina le dio el pitazo y se les escapó. Por eso cuando llegaron a Tláhuac don Felipe ya se encontraba muy lejos y a buen resguardo.

Pero lo que dijo ayer doña Claudia Sheinbaum es cierto, sólo porque la gente se opuso a la privatización de la Avenida Chapultepec fue que se le frustró otro gran negociazo al entonces gobernante.

Ahora que con lo del llamado «cártel inmobiliario» de la Ciudad de México, al que también se refirió la candidata presidencial, debido a que fue en la gestión de Mancera donde presuntamente nació y se consolidó, no estaría por demás que le echara un vistazo al que surgió en la Alcaldía Milpa Alta durante la gestión de Judith Vanegas Tapia como alcaldesa.

Porque guardada toda proporción, el de Milpa Alta también va que vuela para «cártel inmobiliario» porque camina y grazna como pato, tras de que son construidos condominios de cuatro niveles cuando la norma sólo autoriza dos y, para colmo, los construyen en Suelo de Conservación.

Pero tiene que ser doña Claudia la que se encargue de supervisar el asunto, porque al parecer la señora Vanegas es de las querencias de doña Clara Brugada, candidata a la Jefatura de Gobierno en 2024, y en una de esas hasta le permite que busque la reelección.

En fin, a ver en qué termina todo ese embrollo del susodicho cártel milpaltense.

Cartón de José Hernández en La Jornada

Al tiempo.


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