Mercado Sobre Ruedas |
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Entre compra de votos, acarreo masivo, rasurado de padrones,
carruseles, mapacheo y manipulación
del proceso de conteo de votos, el fin de semana se llevó a cabo la elección
interna de Morena rumbo al Congreso Nacional de ese partido en Tláhuac. Durante las semanas previas al 30 de julio, los principales actores
políticos de Tláhuac llevaron a cabo intensas jornadas de afiliación y
re-afiliación a Morena con el propósito de incrementar mañosamente el
padrón de afiliados a ese instituto político. La orden de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, para las
alcaldías morenistas en la Ciudad de México, fue el de llegar a acuerdos con
los diversos actores políticos en sus correspondientes territorios con el
propósito de garantizar el éxito de la elección. Sin embargo, en el caso de Tláhuac los hermanos Salgado, personajes
que mediante engaños y lisonjas se han vuelto peligrosamente cercanos a la jefa
de gobierno, coludidos con un sector del morenismo local, buscaron en ese
acuerdo garantizar a toda costa su lugar y la mayoría relativa dentro de la
lista de los 10 congresistas que se eligieron, por lo que al final de la
jornada seis de los 10 lugares les correspondieron a ellos y sus
incondicionales: Berenice Hernández Calderón, la actual alcaldesa;
Luz Anel Francisco Martínez, directora ejecutiva de Participación
Ciudadana; Mónica Delgado Lira, líder de comerciantes en La Nopalera y
hermana del priista también líder de comerciantes del Estadio Azteca,
Willi Delgado Lira, y Jaime Pineda Ayala, director de Seguridad
Pública en Tláhuac y quien fuera propuesto por la diputada federal y
aliada de los hermanos Salgado, Guadalupe Chavira. Con cifras insólitas de votos para cada uno de estas comparsas de la
grilla local —debido a que para nadie es nuevo que el nivel de participación
es tan apático como los índices de seguridad, bienestar y crecimiento económico
en Tláhuac—, el derroche de recursos públicos suma cuantiosas cifras
millonarias por parte de la poderosa pero ineficiente cúpula morenista, pues
al rededor del centro de votación y sin mucho esfuerzo, testigos aseguran
que cada voto fue pagado en 500 pesos y una despensa, lo que en modestos
cálculos esto sumaría más de tres millones de pesos —¿de dónde habrá
salido ese recurso?— para conseguir su objetivo. En fin, la otrora Tlahuita la bella es pobre para el pueblo,
pero rica a la hora de pagar los votos… del pobre pueblo por supuesto… ¡Cosas veredes, lector, lectora, en
cuestión de amarres, menjunjes y tranzas de estos políticos de pacotilla! |
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