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Sobre Ruedas |
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La que sigue en Tláhuac en caída
libre en cuanto a la intención del voto de la ciudadanía es la candidata de
Morena al cargo de alcaldesa, Berenice Hernández Calderón. Nos dicen
que independientemente de que presuntos resultados de encuestas como la más
reciente de Massive Caller indiquen que pueda haber un repunte y que esté
incluso en presunto empate técnico, la realidad es que en Tláhuac crece el
hartazgo de la gente en contra de todo lo que huela a Morena. Nos dicen que, incluso, en una reunión que
tuvo esta semana el diputado local Rigoberto Salgado con integrantes de su
primer círculo, reconoció estar muy preocupado porque la campaña de Berenice nada
más no ha prendido en el ánimo de la gente. Ni prenderá, decimos aquí, porque ya
solamente faltan unos cuantos días para que se lleve a cabo la elección. Gran parte de ese hartazgo y enfado
generalizado de la ciudadanía tlahuaquense se debe a la estafa que significó la
construcción de la Líneas 12 y la posterior tragedia en que derivó la
negligencia y corrupción de los que después pararon en Morena y nunca
hicieron nada por remediar las fallas estructurales de la obra. El acabose lo significa la crítica
situación de movilidad que desde el tres de mayo enfrentan los pobladores de
Tláhuac, al tener que pasar tres horas de ida y tres de regreso a sus hogares
en ese calvario de transporte público de cuarta. El problema es que con la habilitación de
un carril confinado sobre Avenida Tláhuac para que circule el Metrobús hasta
la estación Atlalilco de la Línea 12, el infierno será peor, si así se puede
decir. Habrá partes en donde queda la Avenida Tláhuac quedará confinado a un solo
carril, lo que hará más denso el tránsito vehicular. Los tlahuaquenses (obviamente la mayoría
porque aún los hay quienes siguen siendo fieles al iluminado) ya no están dispuestos a permitir que los izquierdosos se sigan burlando de
ellos desde el gobierno capitalino y desde el congreso local. La prueba más fehaciente de la
improvisación que ha caracterizado prácticamente todas las decisiones del
gobierno de la Ciudad e, incluso, federal, relacionadas con Tláhuac, es la improvisación
con la que están haciendo las cosas las últimas dos semanas con tal de evitar
la derrota en las elecciones del seis de junio. Mientras que la directora del Metro, Florencia
Serranía, y en general todos los que estuvieron involucrados en la
construcción y operación de la Línea 12, siguen en el desarrollo de sus
actividades normales. No ha pasado nada para ninguno. Ni pasará. Tapan un bache, pero abren otro. Así
funcionan los de la 4T. Por eso el único preocupado no solamente
es Rigoberto Salgado por el desplome irreversible de su candidata a la
alcaldía, también doña Claudia Sheinbaum lo está, y mucho, porque ve cómo las
posibilidades de que ella pierda alcaldías de significativa importancia para
su proyecto de llegar a ser la candidata de Morena a la presidencia de la
República dentro de tres años son bastantes. Hay tres en las que Morena
podría desaparecer y son las demarcaciones de Tlalpan –donde ella fue jefa
delegacional y vivió también una tragedia con lo del Colegio Rebsamen–,
Cuauhtémoc –la joya de la corona por lo que económicamente representa, aun
cuando ahí los Bejarano-Padierna serían los principales damnificados– y
Tláhuac –por lo que históricamente ha significado para buen número de
ambiciosos y codiciosos de poder: una tumba política–. En esas y otras
alcaldías más la intención del voto de los ciudadanos está volteando a ver a
los candidatos de partidos que no tienen arreglos con Morena. Más
vale malo por conocido, repiten, incluso, muchos que creyeron en
las cuentas alegres que había ofrecido el iluminado en campaña y hasta
votaron por él y los suyos. Cómo estará la situación para que ahora hasta
los priistas Emiliano Aguilar y Grecia Hernández (del grupo de
incondicionales a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, presuntamente prófugo
de la justicia) sean una de las opciones para desterrar a Morena de Tláhuac y
disminuir la presencia de los morenistas en el Congreso. Si a eso se le agrega que de 15
gubernaturas Morena podría solamente ganar entre dos y cuatro, no las nueve
que se jactaban en ganar, y que en el Congreso ya no tendrán el 50 por ciento
más uno, si no cuando mucho el 40, la situación propiciará la radicalización
del iluminado y sus huestes. Porque de que va a soltar al tigre ni duda
cabe, desdentado y con garras mochas, sí, pero lo va a hacer. Sin embargo, habrá que correr el riesgo.
El hartazgo y la decepción es mayor… Al tiempo. |
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