Mercado Sobre Ruedas |
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Según la Ley Agraria,
si la presidencia del comisariado ejidal de San Francisco Tlaltenco en Tláhuac se encuentra acéfala, quienes están
facultados para atender imprevistos son los suplentes de los titulares, sólo
que el suplente de Juan Manuel Romero
Santillán (ahora ex presidente) falleció durante la pandemia, se llamaba Maximino. Sin embargo, aun cuando Romero ya dejó de ser el presidente
del comisariado ejidal, sigue ejerciendo funciones y no quita el dedo del
renglón para convocar a los ejidatarios a que firmen su autorización a fin de
que sobre sus parcelas pase un camino y sea introducida la tubería que
llevará agua dizque tratada al humedal de Los Pozos. Quien sí se mantiene en funciones es el consejo de vigilancia, presidencia a cargo
de Antonio Leyte, porque el único
objetivo que justifica su vigencia es para convocar a la nueva elección, porque
tampoco puede firmar ni autorizar ningún trámite. A partir del pasado cuatro de diciembre, el señor
Leyte dispone de 60 días para convocar a la nueva elección para determinar al
sustituto de Juan Manuel. Y si no convoca a elección, como parece que así
será debido a que el señor Romero está muy comprometido con la jefa de
gobierno, Claudia Sheinbaum, para hacerle el trabajo sucio en el ejido, tendrá
que convocar la Procuraduría Agraria. Nos dicen que en Tlaltenco nunca se ha
dado ese caso, pero en otras comisarías ejidales sí. Por lo pronto, en la Procuraduría Agraria ya tienen
idea del grado de enojo de los ejidatarios de Tlaltenco por la gestión de don
Juan Manuel, que continuó los años de corrupción en dicho núcleo ejidal. Nos
dicen que a los ejidatarios les costó mucho trabajo obligar a la Procuraduría
Agraria para que convocara a la asamblea del 27 de noviembre pasado, estuvieron
como cuchillito de palo más de 10 meses y sólo fue hasta que enviaron un
oficio a la presidencia de la República y uno más a los tribunales agrarios, en
los que denunciaron la negligencia y presunto encubrimiento de la opacidad
con que se desenvolvía la comisaría ejidal, que aceptaron convocar a la
asamblea. Además de que pusieron al tanto a los magistrados
de los tribunales agrarios de las irregularidades en el núcleo ejidal de
Tlaltenco, los ejidatarios interpusieron una queja en derechos humanos. El del consejo de vigilancia avaló permiso en Los
Pozos Nos cuentan que las cinco mujeres que integraron
la mesa directiva del comisariado ejidal nunca trabajaron con don Juan Manuel
porque jamás fueron informadas ni tomadas en cuenta para nada, mucho menos lo
hizo con el proyecto de los humedales en el polígono de Los Pozos. El comisariado ejidal es un órgano colegiado, por
lo que cualquier autorización que se deba hacer tiene que llevar la firma correspondiente
de la secretaria y la tesorera, cargos que recayeron en mujeres. Esto es, que
la autorización que el presidente de marras dio por escrito a la empresa
constructora del supuesto humedal de aguas turbias debió contar con las tres
firmas, pero no fue así, el señor romero Santillán, nos dicen, firmó solo. Aunque no tan solo, porque la otra firma que tenía
el permiso fue la de don Antonio Leyte, el del consejo de vigilancia, quien
por ley no puede firmar ningún documento para avalar lo que Romero hacía; sin
embargo, a la usanza de la llamada cuarta transformación –y seguramente por
instrucciones del titular del Sistema de Aguas de la Ciudad de México– estampó
su rúbrica, firmó para avalar la introducción de la tubería al polígono. Según nos comentan, ellos firmaron el primero de
diciembre, justo a tres días de que terminara el período de la comisaría
ejidal. El señor Leyte en lugar de haber denunciado al presidente
del comisariado ejidal y exigirle cuentas, porque tenía las facultades para
hacerlo, actuó en complicidad con él. Ejidatarios cuestionaron a Juan Manuel por Los
Pozos Cuando Juan Manuel se presentó en la asamblea
general del 27 de noviembre, en lugar de rendir cuentas y sin que nadie se lo
pidiera se puso a presentar el proyecto del humedal a los ejidatarios. Fue entonces cuando estos le dijeron que ya no era
tiempo de que promoviera el proyecto y que eso debió haberse ejecutado antes
de que se removiera un solo metro cúbico de tierra, no ahora que ya está todo
destruido, tras de que se había violentado la Ley de Núcleo Agrario, porque
para autorizar el proyecto la asamblea general de ejidatarios debió haber
votado si lo querían o no. En esa asamblea –realizada en el Centro Social de
Barrio de San Pedro Tláhuac porque don Juan Manuel tuvo miedo de que se
celebrara en el salón ejidal de Tlaltenco debido a que ahí, según dijo, no se
sentía seguro–, los ejidatarios ante representantes de la Procuraduría
Agraria, le exigieron a Romero Santillán que notificara al gobierno de la
Ciudad la orden de que suspendiera la construcción del humedal con aguas tratadas
de Iztapalapa, hasta en tanto no se les garantizara que esas aguas no
ocasionarían daños a la salud. Pero don Juan Manuel no hizo caso, según nos
dicen, el lunes todavía andaba convocando a ejidatarios para convencerlos de
que firmaran la aprobación de que la empresa constructora causara estropicios
en sus parcelas para meter por éstas la tubería con la que alimentarán el
humedal. La misoginia del comisariado ejidal Aun cuando la Ley Agraria dice que la mesa
directiva debe actuar como cuerpo colegiado, como anotamos líneas antes, las
cinco mujeres que tuvieron cargos y funciones, como fueron los casos de la
secretaria y tesorera, además de haber sido ignoradas tres años sufrieron
violencia de género. Y por esa violencia ellas y otras tres más interpusieron
una denuncia en la Procuraduría Agraria por misoginia. Desde que don Juan Manuel comenzó con su gestión
de presidente del comisariado ejidal, advirtió a las mujeres que no iba a
necesitar de sus servicios porque él la iba a hacer de presidente, secretario
y tesorero. Para mayores señas, nos refieren que le dijo a las
mujeres: «Ustedes nada más van a estar para firmar lo que yo les diga y yo
nada más voy a dirigir». En efecto, las mujeres no firmaron ningún
documento de la comisaría ejidal, por lo que en la asamblea del 27 de
noviembre se le informó al señor Romero Santillán que tanto en la
Procuraduría Agraria como en la Corena había una queja interpuesta relacionada
con su propensión a firmar documentación relacionada con el órgano colegiado de
forma individual. Por último, nos informan que también hay una
denuncia contra el ahora ex presidente del comisariado ejidal de Tlaltenco en
la Secretaría del Trabajo del gobierno capitalino, porque en esa dependencia
cuando se puso a otorgar apoyos para el desempleo, don Juan Manuel al parecer
inscribió a toda su parentela a más no poder. Sí, «a más no poder», nos relataron. Mientras tanto, la construcción del humedal en el
polígono de Los Pozos continúa, bajo la consigna suprema del presidente López
lanzada en sus patéticas «Mañaneras», de que no me vengan con que la ley es
la ley. El ejido de Tlaltenco es ya un estorbo para la «transformación»
y la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, está dispuesta a fomentar la
expansión de la mancha urbana en suelo de conservación. Mientras tanto, sirve
a sus intereses el que la comisaría ejidal de Tlaltenco esté descabezada. ¡Cosas
veredes de aberrante forma lector, lectora, en un campo sin quijotes ni
rocinantes! |
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