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Sobre Ruedas |
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No cabe duda que el
presidente Andrés Manuel López vive definitivamente otra realidad o
es que, de plano, se hace. Viene a colación por declaraciones en la
conferencia mañanera del jueves 25 de febrero, cuando anunció que su gobierno
prepara un esquema de protección para todos los candidatos a puestos de
elección popular a fin de evitar que los aspirantes no sean postulados por el
narco y la delincuencia «de cuello blanco». Esperemos que esta
vez sí dé a conocer en qué consiste ese esquema de protección. Lo que sí quedó
claro es que el presidente López sabe a la perfección que cuando hay
elecciones «se mete el crimen organizado y también la delincuencia de cuello
blanco» a financiar campañas. Entonces, ¿para qué tanto brinco estando el
suelo tan parejo? ¿No sería más
fácil perseguir, capturar y meter a la cárcel a los operadores del crimen
organizado que ya militan incluso hasta en su propio partido político? Por lo visto,
nadie le ha dicho al presidente López –y si ya se lo dijeron o lo ha
vivido prefiere ignorarlo– que desde los tiempos del neoliberalismo –argumento
con el que suele justificar invariablemente los errores de su gobierno– los
grupos delincuenciales postulan candidatos, les pagan sus campañas y hasta la
compra de votos con tal de asegurarles el triunfo. Para nadie es un
secreto que en alcaldías de la Ciudad de México estos criminales mantienen
efectivamente el control y operan con toda normalidad. Como quien dice, el
presidente López apenas está descubriendo el hilo negro. Porque eso de la «asociación
delictuosa» entre candidatos o políticos con los del crimen organizado, a lo
que se refirió el jueves, acerca de que antes y después de llegar al cargo los
alcaldes reciben dinero del narco y hasta ponen servidores públicos como directores
de seguridad pública o de obras, sucede en la capital del país desde hace
algún tiempo. Nos dicen que
dicha práctica tiene lugar al menos en la Ciudad de México desde que a un partido
de los llamados de izquierda le fue franquiciada la urbe en tiempos del
presidente Ernesto Zedillo. Esto es, que no fueron los neoliberales
como los llama el presidente López, los que le abrieron las puertas
del entonces Distrito federal al narco, sino los presuntos izquierdosos. Esos que ahora militan
en Morena. Lo dicho por el
primer mandatario el jueves estuvo más enfocado a lo que sucede en varios
estados de la República, pero no en la Ciudad de México. Por eso se refirió a
los que «someten –a un presidente municipal– para que entreguen una cuota del
presupuesto público», y nunca tocó el tema de lo que sucede en la capital. También es cierto
que si algún presidente municipal se rehúsa a entregar la cuota terminan por
ajusticiarlo. Pero en la capital no hay necesidad de llegar a eso. A propósito,
¿sabrá alguien qué pasó con la solicitud de desafuero de Mauricio Toledo? Lo raro es que el
presidente López ignore lo que sucede en la capital del país, donde el
narco pone delegados o alcaldes y por supuesto que diputados. Aún se recuerda
cómo reaccionó el entonces candidato a la presidencia cuando se le dijo que
tal o cual morenista era aliado de un cártel, porque simplemente respondió
que todo era puro infundio de los de la mafia del poder. ¿Sabrá López
–según nos dicen fuentes muy bien enteradas– que ya en algunas alcaldías el
narco ya mandó a sus operadores a entrevistarse con prácticamente todos los
que ahora son aspirantes o candidatos –sin importar el partido– para
advertirles que quien acepte sus condiciones es quien ganará la elección en
junio próximo, y que quien las rechaces simplemente la perderá? A final de cuentas
no es necesario «rellenar urnas o falsificar actas» para que los candidatos
del narco ganen como aseguró el presidente el jueves, no. Con poner afuera de
las casillas –como sucedió en prácticamente todos los municipios del país en
2018– a comprar el voto de los electores a 500 pesos, en promedio, es más que
suficiente. Así que será interesante
saber cómo el presidente López planea «darle protección a todos los
candidatos para cuidar que no sean candidatos del crimen organizado ni de la
delincuencia de cuello blanco». Por lo demás, eso
que según dijo acerca de «consultar con los gobernadores para evitar que las
prácticas mafiosas se arraiguen y se afecte la vida de las personas y se
limite la libertad», habrá que ponerlo en duda. Hasta parece puro
discurso con fines de distraer al respetable… Al tiempo. |
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