Mercado Sobre Ruedas
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Cuando la noche del
viernes en un local de venta de hamburguesas de la Colonia Santa Cecilia en
la delegación Tláhuac, una veintena de comensales disfrutaban de ameno rato
en compañía de sus familiares o amigos, jamás imaginaron que al filo de la
medianoche serían asaltados por un par de pelafustanes en motocicleta, de
esos que tanto abundan en la demarcación y contra los que la policía no
implementa ningún operativo.
Y es que por más que la
ciudadanía tlahuaquense se resiste a aceptar que los tiempos ya no son los de
antes, cuando se podía caminar y desplazar con toda tranquilidad por las
calles, incluso a altas horas de la noche, la delincuencia organizada entró
por la puerta grande a Tláhuac –misma que en la percepción de la ciudadanía
le abrieron de par en par los de la gestión delincuencial de Morena desde
2015–, siendo ahora una delegación de alto riesgo para quien busque alguna de
las raquíticas opciones que en la zona se tienen para salir a convivir un
rato.
Como quien dice, la
gente ya no puede salir a comer unos modestos tacos a la esquina porque queda
expuesto a sufrir un asalto de riesgosas consecuencias.
El caso es que el asalto
del viernes fue perpetrado al menos por un menor de edad, pistola en mano,
como lo pudieron comprobar los afectados tras de que al huir del lugar, el individuo
tropezó en la calle y eso dio pie para que los comensales le dieran alcance y
lo golpearan –haciéndose justicia por propia mano, como al parecer es la
única opción que tienen los vecinos ante la ineficacia y corrupción de los
cuerpos policiacos–, al tiempo que recuperaban sus teléfonos celulares, dinero
y demás objetos personales que aquel les había quitado.
Al tenerlo cerca, los
encargados del establecimiento se percataron de que se trataba del mismo
delincuente que tres días antes también se había metido a robarlos.
En cuestión de minutos
llegaron al lugar varias patrullas, pero lo primero que dijeron los policías
fue que no podían remitir al rufián, en primer lugar porque no lo habían
sorprendido «en fragancia», después que porque los afectados ya habían
recuperado los objetos robados y, en tercer lugar, por ser menor de edad.
Sin embargo, les advirtieron
que si decidían acompañarlos al Ministerio Público a levantar la correspondiente
denuncia entonces las víctimas podrían ser acusadas de haber golpeado a un
menor. En resumidas cuentas: lo de siempre en Tláhuac desde que llegaron los
de la honestidad valiente al
gobierno delegacional, a fin de evitar el menor levantamiento de denuncias de
las víctimas de un latrocinio para que en su momento el gobernante local
pueda rendir cuentas alegres en sus patéticos informes.
El caso fue que
finalmente los policías se llevaron al menor a la fiscalía Tláhuac II, de
Piraña, no sin antes anticipar a los trabajadores del local de hamburguesas
que en cuestión de un par de horas el malandro estaría libre nuevamente.
Es cuando uno no
entiende cómo afuera de una escuela secundaria en la delegación Coyoacán policías
capitalinos sí pudieron detener a un adolescente de 16 años de edad porque
tenía una pistola sin número de serie y un cargador transparente, según reporta
el portal ElBigData,
y en Tláhuac no.
Ni entiende que los
elementos de la Secretaría de Seguridad Pública en Tláhuac sean tan
ignorantes que no sepan de la existencia de una Fiscalía Especializada de
Asuntos del Menor a donde pudieron haber trasladado al malhechor.
Lo cierto es que en ese
escenario de narcoterror y delincuencia en Tláhuac, las bandas asolan a todo
aquel que tiene un modesto negocio para sobrevivir, y cuyos cabecillas les envían
a menores de edad para que los atraquen dos o tres veces –sabedores que por
esa condición no podrán ser detenidos mucho tiempo–, antes de que se presente
con las víctimas uno que les va a ofrecer protección o cobro por derecho de
piso.
Porque al menos todos
los negocios de esa zona que comprende las colonias Santa Cecilia y San José
de San Pedro Tláhuac, han sido asaltados en varias ocasiones y algunos dueños
ya están pagando semanalmente las cuotas por derecho de piso que les exigen
los delincuentes. ¿Y la policía? Bien gracias, esquilmando automovilistas y
motociclistas en la calle, a través de dizque retenes para revisar documentos
o a la Viva México.
Es el modus operandi en Tláhuac
al menos, y la policía lo sabe, pero se hace la desentendida, como se hacía el
jefe de gobierno cuando hasta antes del 20 de julio del año pasado –día del
operativo de la Marina y del abatimiento del «Ojos»– se resistía a reconocer públicamente
que en la Ciudad, y específicamente en la delegación Tláhuac, ya operaba el
crimen organizado; y tozudamente lo negaba, quizá por omisión o a lo mejor por
conveniencia, vaya usted a saber la razón.
Mientras tanto, la
situación está cada vez peor en Tláhuac y la previsión de escenarios con
motivo de las elecciones de julio próximo es que va a ser prácticamente imposible sobrevivir sin sufrir un asalto,
tras de que, y como aquí lo hemos comentado, los morenos recurrirán a los
escenarios de miedo a fin de intimidar a la ciudadanía e inhibir su voto, con
tal de que ellos vuelvan a ganar con sus huestes y demás clientela electoral –tanto
la alcaldía como las diputaciones–, grupúsculos a los que se les permite
impunemente continuar con el despojo de predios y su correspondiente invasión,
para que sirvan de asentamiento de su capital político.
Por lo pronto, el
negocio de hamburguesas ya fue cerrado definitivamente por sus dueños ante el
peligro que representa estar expuesto a la delincuencia organizada, sin tener
ninguna garantía de que la policía no forma parte del mismo bando.
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