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Tras del sismo magnitud
7.1 registrado la tarde del 19 de septiembre en el centro del país, Enrique
Peña Nieto salió muy orondo a decir que el servicio de emergencia del
IMSS y del ISSSTE estaría abierto a todos los afectados que lo requirieran.
«La red de hospitales y clínicas –de estos– atenderán a todos los afectados,
incluso los no afiliados», anunció… El anuncio, como es de suponer, causó estupor
y malestar entre al menos un amplísimo sector de los 12.7 millones de derechohabientes
del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado,
y no porque estuvieran en desacuerdo con la disposición para auxiliar a compatriotas
en desgracia y dejar que la maltrecha institución recibiera a víctimas del
terremoto, no, sino por el oportunismo político del presidente en sus
desesperados intentos por congraciarse con la sociedad y ganar espacios en
los medios de difusión ante el deprimente e ineficaz servicio, eficiencia,
tecnología y de calidad e información que ofrece… Porque ante el desabasto de
medicamentos y de materiales de curación, se suma la despótica actitud de la
inmensa mayoría de los burócratas que deben atender a los derechohabientes
debido a que siempre están en actitud defensiva, a la espera de los
justificados reclamos y reproches de estos por las deficiencias en el
servicio… Y es que si el ISSSTE es incapaz de atender con calidad, eficiencia
y prontitud a sus derechohabientes los 365 días del año, por las carencias de
equipo y la holgazanería crónica de su personal, es indudable que en una
situación de emergencia como la vivida tras del sismo, mucho menos iban a
poder atender otro tipo de emergencias… Cómo se ve que Peña Nieto
jamás ha tenido la necesidad de ir a solicitar una consulta al bendito
Instituto o, de igual manera, ni siquiera se ha asomado a las áreas de
urgencias de los hospitales –como el Leonardo
Bravo en la zona oriente de la Ciudad de México– para ver en el primer
piso la deprimente situación en que ahí están literalmente hacinados en un
área común cual campamento de damnificados, sentados en bancas porque ni
siquiera cuentan con las suficientes camas para atenderlos, casi medio
centenar de quienes ingresaron por algún padecimiento y cuyo sufrimiento se
refleja en los rostros o quejidos, mientras deben detener ellos mismos en sus
manos las bolsas de suero y demás medicamentos que les son suministrados.
Obviamente, llegaron ahí después de que estuvieron dos horas en la sala de
espera de urgencias –conste– a la espera de que el personal del Instituto les
pudiera hacer el favor de llamarlos, y eso si no les tocó la desdicha de que
hubiera cambio de turno porque, de lo contrario, el tiempo de espera para
poder ser valorado inicialmente por alguno de los fondongos médicos que como
repartidor de verduras en la central de abastos reparte los pases para que el
derechohabiente pueda ingresar al primer piso del Leonardo Bravo, con facilidad pudo estar en esa especie de cámara
de tortura que significa el ISSSTE más tiempo…
Un político todólogo al
frente del ISSSTE
De ahí que eso de que en
menos de 15 minutos un derechohabiente recibe una valoración inicial en las
áreas de urgencias de clínicas y hospitales gracias a un dizque innovador
sistema llamado Triage, tan cacareado por el
director general José Reyes Baeza (abogado y ex gobernador de un
estado del norte), no deja de ser otra vil mentira de esos nefastos políticos
todólogos que por pago de facturas acaban siendo colocados en donde no
ocasionen problemas al presidente… Porque para empezar, si un derechohabiente
se ve en la necesidad de recurrir al ISSSTE por algún problema de salud, si
no quiere esperar a que dentro de un mes o mes y medio le programen una cita
debido a que solicitó ésta por teléfono, entonces debe madrugar y presentarse
antes de las cinco de la mañana en la clínica que le corresponde. Tenemos el
caso de un derechohabiente que debido a la premura con que requería ser
atendido, se presentó a las cinco de la mañana en la Clínica Iztapalapa II
(Clave 82211) para sumarse a la fila de más de 60 solicitantes de servicio
médico del ISSSTE. Pero esta persona lo hizo llevando bajo el brazo los
resultados de dos estudios que prefirió pagar de su bolsillo en un laboratorio
particular, porque sabedor de cómo se las gastan en dicho Instituto en eso de
programar el pase al laboratorio de un derechohabiente, lo que puede tardar
mes y medio, a fin de no tener que aguardar tres meses para volver a
encontrarse con el médico que le asignaron…
Médicos sin ningún respeto
por derechohabientes
Así que a las siete de
la mañana la Clínica abrió sus puertas y, tras de seguir la fila media hora,
le anotó su cita a las nueve de la mañana con el doctor Octavio Norberto López Reyes. Obviamente había
derechohabientes antes que él, por lo que debió esperar su turno… Sin
embargo, dieron las 10 de la mañana y del médico –como debe llamárseles
mientras no comprueben que tienen alguna especialidad– ni sus luces. Cuando los
solicitantes de consulta fueron a la ventanilla de la entrada a preguntar por
éste, la displicente burócrata que ahí estaba les respondió que estaba dando
clase, así sin más explicación, y que en un rato más llegaba a su cubículo… Efectivamente,
el médico se apareció en su lugar acompañado por tres pasantes con bata
blanca de la UNAM pasadas las 10 de la mañana, y con ese aire de perdonavidas
que tiene empezó a atender a quienes llevaban ahí ya más de dos horas
esperándolo… En cuanto al derechohabiente que nos ocupa, éste le mostró los
resultados de los estudios que ya se había practicado en un laboratorio particular,
a fin de ahorrar tiempo y para que lo pasara al Hospital de especialidades Leonardo Bravo debido a que su
problema de salud ya requería otro tipo de atención, e incluso una
intervención quirúrgica… Sin embargo, el médico del ISSSTE le dijo que debía
hacerse nuevamente los dos estudios ahí, porque para ellos los realizados con
un particular no servían. Luego de dejarlo en el cubículo con las pasantes de
medicina unos 15 minutos porque el tipo salió para ir a arreglar otros
asuntos, regresó malhumorado porque el derechohabiente se negó a que para enseñarles
a las estudiantes seguramente, le pidió que se desnudara porque lo iba a
auscultar. El paciente le reiteró que lo que pretendía hacer ya no era necesario
porque para eso tenía ahí los resultados de los estudios…
El ISSSTE no es como lo
pintan los políticos
Fue entonces cuando el arrogante
médico expidió de mala gana el pase al laboratorio de la Clínica para que de
ahí se le entregara al derechohabiente el otro pase al Hospital Leonardo Bravo (ubicado a un costado
de la FES Cuautitlán). Por fortuna, el empleado que lo atendió en la
ventanilla del laboratorio vio que ya contaba con los estudios que López
Reyes quería que le volvieran a hacer, y tras de decirle que qué bueno
que ya los tenía, le pidió que regresara en veinte días para que recogiera su
hoja de traslado al hospital referido… Transcurridos los veinte días regresó
a la Clínica Iztapalapa II a recoger dicho documento, pero con sorpresa vio
que la cita con el especialista había sido programada para dentro de un mes.
El derechohabiente, acabó repitiendo lo que una vez un político dijo acerca
de que al diablo en este caso el
ISSSTE, y terminó realizándose la operación con especialistas particulares…
Por eso, el anuncio de Peña acerca de que el ISSSTE recibiría a todo
aquel que por motivos del sismo lo requiriera, solamente fue uno de esos
anuncios soflameros con que busca recuperar la credibilidad perdida de la
población desde hace mucho tiempo…
¡Llévalo al ISSSTE!
Según el director médico
del ISSSTE, Jorge Guerrero, el 92 por ciento de los hospitalizados por
el sismo ya fueron dados de alta, y solamente se registraron dos defunciones
de heridos en el temblor: una en el Hospital Regional 1 de Octubre y otra en
el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre… Independientemente de si hubo o no
esa cantidad de hospitalizados que no fueron derechohabientes del Instituto y
de si los hacinaron en un área común o los acostaron en el suelo, hace
algunos años cobró fama aquel grito que desternilló de risa al público de la
Plaza México la tarde en que un connotado matador nomás no podía clavarle la
espada al astado y pinchaba una y otra vez al burel, aun cuando el juez ya
había pedido al alguacil que le sonara con la corneta dos avisos, cuando de
la aguerrida tribuna de sol se escuchó por todo el coso de la Nápoles aquel: «…¡Llévalo
al Issste!», obviamente para que ahí le mataran al toro… Y la risa del
respetable estaba más que justificada porque el símil, aunque burdo y jocoso,
no dejaba de tener mucho de cierto.
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