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jueves, 21 de marzo de 2019

Enésima víctima de bala perdida, ahora fue en la alcaldía Milpa Alta

Mercado Sobre Ruedas

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En primera instancia, el negligente personal del nosocomio milpaltense fue incapaz de percatarse que la niña tenía una bala alojada en su cabeza.
Nuevamente una bala perdida, disparada por uno de tantos borrachos o intoxicados con otras substancias que los fines de semana, con el pretexto de alguna festividad se ponen a disparar algún arma al aire, por cuyo embrutecimiento les resulta aún más difícil comprender las leyes de la física, privó de la vida de una bebé en la alcaldía de Milpa Alta.
Tras de escuchar un ruido en el techo de lámina de su casa la noche del pasado 17 de febrero y escuchar a su hija llorar con desesperación, la señora María Guadalupe pensó que la niña de siete meses, Madison, se había asustado.
La bebé tenía sangre en el cuello, por lo que pensó que una rata la había mordido.
De inmediato la llevó al Hospital General de Milpa Alta y en Urgencias la lavaron, le pusieron una gasa y minutos después se la entregaron a sus padres.
Sin embargo, al llegar a su domicilio la pequeña presentó un cuadro de temperatura, por lo que regresaron al hospital, pero al no contar éste con un área de terapia intensiva fue trasladada en ambulancia al Hospital Pediátrico de Legaria.
El martes pasado, después de que habían estabilizado a la menor, informaron a sus padres que tenía una bala alojada en el cuello, la cual había dañado la médula.
A pesar de la atención médica la niña murió esa misma noche.
Cuando las autoridades judiciales la interrogaron con el fin de saber más acerca de dónde pudo venir la bala perdida que acabó con la vida de su hija, María Guadalupe expuso lo que es muy común en poblados de demarcaciones como Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco, la abundancia de borrachos con pistola.
Ante las omisas autoridades judiciales que por años han ignorado esa situación, sobre todo en temporada de carnavales y fiestas patronales, María Guadalupe refirió que en su colonia los fines de semana algunos vecinos acostumbran ingerir bebidas embriagantes y otras sustancias tóxicas, por lo que luego enyerbados como están se ponen a hacer disparos al aire.
Una de esas balas perdidas fue la que acabó con la vida de Madison.

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