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lunes, 11 de diciembre de 2017

Dos jóvenes mujeres que tuvieron feliz infancia en la Casa Hogar IAP

Mercado Sobre Ruedas
Testimonios
Cuando descubrieron la presencia del empresario Alejandro Durán en el deportivo donde minutos antes un delegado había tenido un acto político, no pudieron contener su gusto y exclamar «¡Papá Durán!», mote con el que hasta la fecha lo siguen llamando las niñas de la Casa Hogar de Tláhuac.

Rosalía y Maricruz Flores Colín con Alejandro Durán
Por entre el tumulto de personas que buscaba salir de aquella cancha de futbol convertida en arena política, o trataban de acercarse con algún servidor público de los que ahí abundaban con motivo de la rendición de cuentas del delegado de Milpa Alta, bien para saludarlo o tomarse la foto, o para dirigirse al lugar donde la administración local ofrecía carnitas y tortillas a los asistentes al evento, de pronto se escuchó la voz de dos jóvenes que exclamaban: «¡Papá Durán!».
Se trataba de dos mujeres que al descubrir la presencia del empresario Alejandro Durán en el lugar, exclamaron entusiasmadas el mote con el que hasta la fecha lo llaman las niñas de la Casa Hogar de Tláhuac, de la cual él es fundador y presidente del Patronato de la noble institución.
Una de ellas, Rosalía Flores Colín, ahora es operadora telefónica y dice haber estado hace como 10 años en la Casa Hogar de las Niñas de Tláhuac.
La otra, su hermana, Maricruz Flores Colín, recordó haber cursado ahí del segundo al sexto grado, y que ahora trabaja en la delegación Milpa Alta.
«Los Reyes Magos fueron muy generosos, muy espléndidos con nosotras –comentó entre lágrimas, mientras abrazaban a Alejandro Durán–. Recordamos con mucho cariño cuando «Papá Durán» nos llevaba a su casa en Cocoyoc y ahí nadábamos muchas horas en la alberca, fue algo muy bonito. Luego en septiembre mandaba hacer elotes para nosotras y en tiempo de calor nos llevaba nieve».
Conmovida por la emoción de haber encontrado al presidente del Patronato de esa institución de asistencia privada, Maricruz lleva en su memoria otros gratos recuerdos de su infancia.
«Estuve en la escolta de la Casa Hogar y ‘Papá Durán’ fue mi padrino de primera comunión».
Ambas jóvenes no dejaron de abrazarlo, como si no quisieran soltarlo para volver a vivir aquellos años felices de su infancia, por lo que juntos se fueron caminando al fondo del deportivo a comer unos deliciosos tacos de carnitas, al tiempo que seguían platicando de los momentos dichosos que habían pasado en la Casa Hogar de las Niñas de Tláhuac.

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