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miércoles, 7 de diciembre de 2016

Al rescate de especies nativas de quelites en la Sierra de Zongolica

La población en condiciones de pobreza en México ascendió a 55.3 millones de personas en 2014 | El porcentaje de personas que experimentaron carencia por acceso a la alimentación fue de 23.4 por ciento el año referido | El investigador lidera un proyecto relacionado con la producción, consumo y manejo de diferentes especies de quelites en la región de las altas montañas en Veracruz | Parten de la identificación de diversas especies y participan habitantes, principalmente indígenas, de diferentes comunidades de Zongolica | Uno de los principales hallazgos radica en la identificación de 17 especies de quelites, cifra muy superior a las cinco que se plantearon estudiar al delinear el proyecto | Piden expertos revalorar al quelite por su valor nutrimental | Quelites, alternativa para la seguridad alimentaria debido a su alto valor nutrimental
Los quelites han sido desdeñados por la población
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al cierre de 2014, la población en condiciones de pobreza en México ascendía a 55.3 millones de personas. Asimismo, en su actualización más reciente de la medición de la pobreza, señala que uno de los sectores más vulnerables es la población rural. En ese contexto, precisa que al concluir el 2014, el porcentaje de población rural en condiciones de pobreza era de 61 por ciento.
Uno de los indicadores donde más se reflejan estos datos es el de acceso a la alimentación. Al respecto, el mismo Coneval señala que el porcentaje de personas que experimentaron carencia por acceso a la alimentación fue de 23.4 por ciento el año referido.
Siendo la población rural el sector con mayores índices de pobreza y pobreza extrema (40.5 y 20.6 por ciento, respectivamente), también significa el sector con más problemas para el acceso a la alimentación. Ante ello, el doctor Julio Díaz José encabeza un proyecto a favor de la seguridad alimentaria en la sierra veracruzana relacionado con la producción, el consumo y el manejo de diferentes especies de quelites en la región de las altas montañas en Veracruz, en particular en la Sierra de Zongolica.
Se trata del trabajo de investigación denominado Recursos bioculturales para la seguridad alimentaria que el investigador lidera desde su posición como docente investigador del Instituto Tecnológico Superior de Zongolica (itsz) —que forma parte del Tecnológico Nacional de México—. Al respecto, el investigador respondió.
¿En qué consiste su proyecto de investigación?
«Se trata de un proyecto relacionado con la producción, el consumo y el manejo de diferentes especies de quelites en la región de las altas montañas en Veracruz, en particular en la Sierra de Zongolica. Este proyecto consiste en recuperar especies de quelites que han dejado de ser consumidas en la región. El proyecto parte de dos conceptos fundamentales que son biodiversidad y cultura y de manera general estos dos conceptos parecen muy lejanos entre ellos; no obstante, han coexistido durante muchos años, pues existe una correlación muy importante entre ambos. En los últimos años, tanto la biodiversidad como la cultura han sido objeto de múltiples amenazas, ante lo cual se ha acuñado el término de diversidad biocultural, mismo que hace referencia a la conservación de la naturaleza y del medio ambiente, pero también de la cultura como una parte importante en la vida del ser humano».
El investigador con algunos de sus alumnos que participan en el proyecto
¿Qué es lo que se está haciendo para preservar las especies de quelites y cuál es la relación de ello con la cultura?
«Partimos de identificar diversas especies y en dicha tarea participan habitantes, principalmente indígenas, de diferentes comunidades de Zongolica. Entre ellos se encuentran alumnos del ITSZ, ya que la mayoría son de dichas comunidades y hablan náhuatl y ello nos permite un mayor nivel de participación de las propias comunidades. El primer paso radica en la identificación de las especies, para lo cual hemos realizado recorridos en las diferentes comunidades, preguntando qué consume la gente. Al hacerlo, identificamos que los quelites, especies consideradas arvenses o ruderales, eran consumidos en gran cantidad anteriormente. Sin embargo, su importancia en la alimentación de las familias ha quedado relegada una vez que el conocimiento se ha perdido con el paso generacional. Ante ello, lo que nosotros estamos buscando es que el conocimiento tradicional, el conocimiento indígena se revalorice entre las comunidades actuales de la región».
¿Cuáles han sido los hallazgos más relevantes de la etapa de acercamiento con los pobladores de la región?
«Uno de los principales hallazgos radica en la identificación de 17 especies de quelites, cifra muy superior a las cinco que nos planteamos estudiar al delinear el proyecto a nivel teórico. Esto representa una alta riqueza para el conocimiento, para la biodiversidad y la cultura. Encontramos que hay comunidades que conocen ciertas especies de quelites que nosotros desconocíamos, no sabíamos que se consumían, pero cuando platicamos con las personas de las comunidades, sobre todo las de edad avanzada, nos han proporcionado información muy valiosa porque en algunos casos se trata de especies que deben ser rescatadas. El conocimiento que tiene la población indígena sobre la naturaleza es probablemente el recurso más importante para la conservación».
Luego de levantar la información e identificar la gran variedad de especies de quelites, ¿cuál es el siguiente paso?
«El siguiente paso consiste en levantar información sobre las formas de consumo de estas especies que se sumaron a la lista, pero hacerlo a lo largo de las diferentes comunidades de la región. Tenemos que identificar qué tanto se consume una u otra, es decir, las frecuencias y la incidencia de consumo. Se trata de la recolección de más datos cuantitativos y cualitativos que obtenemos al entrevistar a las personas acerca de cómo preparan los quelites, qué especies son las que consumen más, cuáles menos y, sobre todo, qué importancia tienen para ellos en su alimentación, en sus tradiciones y qué tan importante les resulta dejar esta información a sus hijos. Básicamente el trabajo está encaminado, en esta etapa, a identificar su incidencia como elementos de seguridad alimentaria en la región».
¿Cuál es el grado de avance de esta parte de la investigación?
«Al momento realizamos una prueba inicial, hemos entrevistado a cerca de 150 personas, es decir, la primera etapa del levantamiento sobe el conocimiento indígena, y estamos por comenzar una segunda ronda de entrevistas pero las ampliaremos a las comunidades que no hemos visitado para ratificar los datos que ya tenemos. Al mismo tiempo, estamos tratando de difundir la información que ya tenemos entre las propias comunidades y con ello pretendemos realizar ensayos para nuestro siguiente paso, que básicamente consiste en la impartición de cursos de educación ambiental. Ese es el siguiente paso, estamos sistematizando información, imágenes, análisis de datos que nos permitan trazar los cursos para llevarlos, en una primera fase, a las escuelas, ya que son los más jóvenes quienes han perdido el conocimiento tradicional. Si uno visita las comunidades, se encuentra que hoy día los niños se alimentan principalmente de alimentos con alto contenido de azúcar (refrescos, galletas y muchas harinas en general), lo cual ha repercutido sin duda en la salud de los pueblos indígenas de la región. Al respecto hemos detectado una alta incidencia de problemas relacionados con enfermedades como diabetes y otros males asociados a esta enfermedad».
¿Cuál es la relevancia de recuperar el consumo de quelites ante dicho escenario?
«Creemos que una de las causas en los problemas de salud de las comunidades indígenas en esta región es precisamente el cambio del patrón alimentario. Parte importante de la dieta de los indígenas antes de la llegada de los españoles eran los quelites. Cuando llegan los españoles y traen consigo nueva alimentación, la dieta de nuestros antepasados cambia y definitivamente el cuerpo lo resiente».
Además del levantamiento de encuestas, ¿qué otras acciones contempla el proyecto?
«Hemos comenzado también el levantamiento de ejemplares de quelites en la zona, los hemos clasificado. En torno a esta parte del trabajo, uno de los hallazgos más relevantes ha sido que la coexistencia entre diversidad y cultura es hasta cierto punto dependiente. Al entrevistarnos con las comunidades nos indican que la población de quelites ha ido disminuyendo y esto obedece a que han dejado de consumirlos. Ellos mismos señalan que al no consumirlos, tampoco los preservan. Al perder importancia culinaria (cultura), sencillamente no se cuidan estas especies y, por tanto, algunas empiezan a ser escasas. Es relevante porque hay que recordar que la biodiversidad y la cultura van de la mano, están relacionadas y muchos de los terrenos, cuando menos en esta zona, están en manos de las comunidades indígenas».
¿Cómo se verá materializado este proyecto?
«Estamos realizando diferentes materiales, obviamente de acuerdo con nuestro tipo de audiencia. Para la comunidad científica, estamos produciendo artículos; mientras que para las comunidades estamos realizando infografías que les permitan identificar e informar acerca de las especies comestibles. Asimismo, les estamos generando recetarios tradicionales, es decir, materiales que les permitan visualizar la importancia de mantener estos recursos y cómo es que ellos pueden significar una solución a sus problemas de seguridad alimentaria y de pobreza extrema, material que les acercaremos a través de charlas y talleres».
¿Cuáles son los planes a futuro para este proyecto, cuáles sus siguientes pasos?
«El proyecto tiene diferentes vías de acción, ya que se trabajan además de quelites, en maíces criollos y silvoentomofagia (líneas alternas que están a cargo de otros investigadores aquí en el tecnológico). En su conjunto, estas líneas de trabajo forman parte de un proyecto mayor que pretende entender la biodiversidad, entender su relación cultural con las comunidades indígenas y aprovechar el conocimiento para dar solución a problemas como la seguridad alimentaria de la región. Queremos trascender a través de trabajos transdisciplinarios donde lleguemos a todos los actores involucrados presentes en la región para que participen de manera activa en temas de educación, conservación y hasta producción. Lo importante es dejar claro que todos los que nos encontramos en esta región, tenemos diferentes perspectivas y valores acerca de la naturaleza, el agua, el suelo, los alimentos; y esa diversidad hace que estos estudios sean complejos. Finalmente, quiero decir que esta idea de trabajo surgió a partir de la iniciativa de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes), en la que soy becario joven investigador, y junto con otros investigadores de todo el mundo se realiza la evaluación de los servicios ecosistémicos a nivel global, que permita proporcionar herramientas para la toma de decisiones en el tema de biodiversidad y bienestar humano».
Seguridad alimentaria
Piden expertos revalorar al quelite por su valor nutrimental

En agosto de 2013 el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM subrayó la necesidad de revalorar los sistemas agrícolas tradicionales, pero sobre todo rescatar la riqueza de las cocinas mexicanas para incorporarlas a nuestra vida diaria y buscar soluciones regionales, como en el quelite, de alto valor nutrimental… En un comunicado, Luis Alberto Guadarrama, también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (amc), destacó el trabajo del equipo de los doctores Edelmira Linares y Robert Bye, investigadores del Instituto de Biología de la UNAM, quienes desde hace 30 años se dedican al estudio y clasificación de los quelites, valiosos por sus propiedades nutrimentales… Señaló que en México, 46 por ciento de la población vive en pobreza y de esa cifra 10 por ciento está en pobreza extrema, la cual incluye a las personas que sufren tres o más carencias sociales y un ingreso menor al costo de la canasta básica, lo que indica que 11.5 millones de personas no tienen acceso a alimentos en cantidad y calidad suficientes… Planteó que el verdadero problema de la precariedad alimentaria en México es que se ha adoptado, primero de manera económica y luego cultural, el modelo de consumo de países occidentales que ingieren en su mayoría proteína animal… Explicó que el trabajo de Linares y Bye se orienta inicialmente al campo etnobotánico. «Estamos iniciando trabajos de distribución por cultivos, dinámica poblacional, sus características como colonizadoras, situación que permite entender su proceso evolutivo debido al disturbio y manejo del hombre, bajo diferentes agroecosistemas»… Agregó que en México existen alrededor de 500 especies de quelites, consideradas en el grupo de las verduras. Su composición nutrimental es similar a la de la zanahoria y la col, entre otras. Están compuestos por 75 por ciento de agua y 25 de hidratos de carbono, fibras y pequeñas cantidades de lípidos… Casi todas las dietas elaboradas con base en carne y grasas traen no sólo el problema de sobrepeso, sino también algunas enfermedades crónicas, como la hipertensión, por lo que necesitamos un mejor equilibrio de nutrimentos. Así, la chaya, el huauzontle, la malva y los romeritos, un tipo de quelites, son muy ricos en proteína, tanto que pueden llegar a sustituir a la de la carne… Los quelites tienen vitamina A, que favorece el crecimiento y protege la vista; C, que asegura la resistencia de las paredes de los vasos sanguíneos y favorece la cicatrización, y B2, que incrementa el metabolismo de los carbohidratos y grasas. Por si fuera poco, también aportan minerales como calcio, potasio y hierro, de suma importancia para la regulación cardiaca o la generación de glóbulos rojos en la sangre, señalaron especialistas del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán consultados por el diario La Jornada… Sin embargo, de las 500 especies que existen, conocemos menos de 30… Pensando en las comunidades pequeñas y rurales, una posible solución para el problema alimentario es la milpa, porque es un ecosistema complejo en el que existe simbiosis entre las especies animales y vegetales, y la combinación ayuda a controlar plagas y enfermedades. El quelite es parte de este ecosistema que podría proporcionar la seguridad alimentaria que necesitamos, concluyó Luis Alberto Guadarrama.
Quelites
Alternativa para la seguridad alimentaria debido a su alto valor nutrimental
Hombre recolectando quelites. Códice Florentino
Al decir del doctor Robert Bye y la maestra Edelmira Linares en su estudio Los Quelites, plantas comestibles de México, el nombre de quelite se deriva del término náhuatl quilitl, que ha sido interpretado como «hierba comestible o verdura»… De las 25 mil especies de plantas superiores que existen en México, alrededor de 500 son consideradas como quelites en el sentido amplio del concepto… Los quelites se consumen de muchas formas. Algunas hojas y tallos se comen crudos. Otros se cuecen o fríen ligeramente y se combinan con sopas, tacos, quesadillas, pinole o esquites. En algunos platillos constituyen el componente principal, pero también puede ser el condimento que proporciona diferentes sabores y aromas… En las zonas rurales los quelites frescos se consumen al inicio del ciclo agrícola, cuando termina la época de sequía y comienzan las lluvias. Muchas de las hierbas espontáneas que retoñan con la nueva humedad del suelo son comestibles. Comúnmente este periodo corresponde a la merma de los alimentos del ciclo agrícola anterior. Por lo tanto los retoños verdes, ricos en proteínas, minerales y vitaminas, son bienvenidos a sumarse a la dieta para la subsistencia del campesino y su familia hasta que los cultivos principales sean cosechados. También se consumen como condimento o con propósitos medicinales… La función cultural de los quelites en el México prehispánico se refleja en su importancia ritual. En el siglo xvi, Sahagún describió el huauquiltamalcuzliztli, ceremonia renovadora que se celebraba en el mes de enero, la cual se festejaba con tamales de quelites (quiltamalli). Aunque esta ceremonia no se practica más, posiblemente la sincronía entre los rituales aztecas y europeos con quelites se puede observar en las comidas de cuaresma…  Al decir de la maestra Delia Castro Lara, coordinadora de la organización Red Quelites, estos forman parte de una alternativa para la seguridad alimentaria debido a su alto valor nutrimental (mayor al de la lechuga o las acelgas, más comunes en la dieta), además de que su precio es muy económico. Es lamentable que en la actualidad esas especies vegetales sean poco valoradas… «Ante el incremento en el precio de los alimentos y la pérdida de soberanía alimentaria, la opción es retomar las verduras mexicanas (quelites), usadas desde tiempos prehispánicos, que poco a poco fueron desplazadas por otras verduras introducidas por los españoles, como acelga, espinaca y lechuga»… Entre los factores fundamentales para la pérdida de presencia en la dieta mexicana tradicional, está el desprestigio que estas plantas tienen como alimento para la gente pobre, los cambios en los hábitos de consumo y la sensible ausencia de tierras para su cultivo, ante otras prioridades como el desarrollo de zonas habitacionales… Responsable de la compilación Especies vegetales poco valoradas: una alternativa para la seguridad alimentaria, libro editado por el Instituto de Biología de la UNAM, en el que también participaron Luz María Mera Ovando y Robert Bye, dijo que entre los beneficios de estas plantas se encuentran su alto contenido en fibra, vitaminas C y D, hierro y potasio en cantidades mucho mayores que las verduras europeas, además de que su forma de cultivo se da dentro de la milpa como segunda o tercera cosecha; es decir, no hay que invertir en su cultivo porque los insumos que se utilizan para la milpa se usan para ellas, de ahí que resulten más económicas que otras verduras… «Se pueden preparar como entremeses, empanadas y pastes, hay quintonil confitado (hojitas cristalizadas). Se pueden usar en ensaladas frescas y sopas, y una gran variedad de guisados, desde los más sencillos hasta lo más elaborados, como lasaña de quintonil»: refirió.

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